Capítulo 12: Arresto domiciliario

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Tomó aire. Habían pasado dos meses desde que ingresó en prisión y hoy... por fin podría salir de aquella celda, saldría a una libertad más controlada, una libertad que, en parte, también le aterraba porque le dejaba más al alcance de la banda.

Los policías que custodiaban la puerta y habían abierto la reja para él, le observaban dudoso de dar aquel último paso, de saltar esa última puerta y volver al mundo exterior. Cerró los ojos un segundo. Era cierto que aquella puerta le alejaba de Sasori y de los suyos, que le alejaba de una prisión donde su vida siempre iba a correr un gran peligro, pero le dejaba en manos de Itachi Uchiha, su tutor legal y el que iba a retenerle en su casa hasta que terminase de cumplir su condena. Aún le quedaban cuatro meses por delante.

- Deidara... tengo trabajo, ¿puedes darte prisa? – escuchó al otro lado la profunda voz de Itachi que le metía prisa.

Deidara sonrió. A veces ese hombre de cabello oscuro le recordaba a Sasori. Era un poco impaciente y estaba acostumbrado a salirse siempre con la suya. Sin embargo, no era ése su mayor miedo de vivir con Itachi, sino... de enamorarse más de lo que ya lo estaba. Itachi hacía una semana que ya no estaba de director de la prisión, había vuelto a patrullar las calles con su antiguo compañero que ahora le miraba desde la ventanilla del conductor.

Tomó aire una vez más y cruzó el umbral de aquella puerta encaminándose a la nueva vida que le aguardaba. Algo le decía que las cosas iban a cambiar mucho y se lo decía aquella dura mirada que Itachi tenía puesta sobre él. Había algo entre ellos que no estaba bien y no conseguía encontrar el motivo, quizá era su edad, el estar fuera, el poder ser descubierto lo que había hecho con un menor de edad. Era un verdadero problema para Itachi y aunque le prometió que jamás diría nada y que no le delataría, Itachi estaba demasiado extraño con él.

Subió al vehículo policial y se sentó observando aquella reja que separaba su parte trasera de ambos policías que hablaban de trivialidades en la parte delantera. Hablaban de deporte mientras tomaban un café ya preparado. A Deidara no se le escapó ni por asomo aquella extraña complicidad que ambos tenían, debían de conocerse desde hacía muchos años por las sonrisas que se dedicaban y las bromas que se gastaban. Itachi jamás había hecho algo así con él.

- Entonces... ¿A tu casa? – preguntó el compañero poniendo rumbo a la casa de Itachi.

- Sí. Le dejaremos allí y volveremos al trabajo.

La espalda de Deidara se recostó con fuerza contra el asiento. Sasuke, su abogado, ya le había explicado lo que significaba y todo lo que conllevaba el arresto domiciliario. Tan sólo podría salir un día a la semana y sólo... para ir a la prisión, fichar como que seguía el protocolo y volver a encerrarse en la casa. Esa pulsera en su tobillo siempre indicaría dónde estaba y, si rompía las normas impuestas... sería devuelto de inmediato a prisión. Iba a ser un rollo estar siempre en esa casa encerrado sin poder hacer nada.

Una vez llegaron a la casa de Itachi, Deidara se quedó atónito. Era una casa preciosa, con un pequeño jardín delantero. El barrio residencial donde vivía parecía tan tranquilo y acogedor que podría haberse acostumbrado a vivir allí. Lo que le sorprendió fue el recibimiento de aquel otro chico rubio que, al principio, pensó debía ser algo especial para Itachi, pero que enseguida éste se ocupó de resolverle la duda.

- Hola, soy Naruto Uzumaki, el novio de Sasuke Uchiha, tu abogado – sonrió el joven haciendo una reverencia.

Nunca antes la gente había hecho una reverencia hacia él. Sus clientes le habían tratado como lo que parecía ser... una puta con la que disfrutar en la cama, nadie le había tratado como una persona normal y corriente pero al ver aquello, le hizo sonreír y realizó la misma reverencia saludando al chico.

Perro prisionero (Naruto, Itadei)Where stories live. Discover now