20. Todo tiene un fin

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James

Había que reconocerle algo: el plan era muy bueno.

Teníamos todas las entradas bloqueadas e incluso tropas de refuerzo a un par de cuadras esperando nuestra llegada. Por adelante iríamos todos los Lassen y por los otros lados Race y sus refuerzos. Incluso June había decidido participar, aunque se quedara con Chris en el coche ayudándola a controlar los monitores.

Esperamos ocultos hasta que nos dieron la señal, indicando que el sistema de seguridad había caído. 

La noche oscura y el barrio desolado nos ayudaba bastante con el hecho de permanecer de incógnitos. Sólo un guardia estaba apoyado en la pared, fumando un cigarro, y era mi turno de actuar.

Caminé lentamente hacia él, quien se enderezó de inmediato y colocó su mano en el cinturón de su pantalón, listo para usar su arma.

-¿Nombre?

-Pablo.

Me miró con el ceño fruncido, dejando caer su mano.

-¿Pablo qué?

-Picasso. -Dije, acercándome más y lanzándole una patada al estómago. Con la rodilla le di justo en la nariz y cayó inconsciente al suelo. Dos hombres de Race aparecieron y se lo llevaron.

Levanté ambas manos y el resto del equipo apareció allí.

-Para ser un edificio repleto de criminales buscados, no tienen mucha seguridad. -Susurró Dave.

-Estaban muy confiados en que no encontraríamos su ubicación. -Explicó Mía sacando sus armas y alistándose para entrar de primera. -No tienen idea ni siquiera que trabajamos para la CIA. 

-Tú ya no. -Aclaró Charles.

-Es lo mismo. -Volcó los ojos.

Mía se posicionó frente a la puerta, con la mano en el picaporte. Todos nos formamos detrás de ella y el resto del equipo en las demás entradas. Se ajustó el micrófono y los audífonos para comunicarnos y nosotros imitamos sus movimientos. 

-A las tres. -Susurró. -Uno... Dos y... ¡¡Tres!!

Abrió la puerta con un golpe y los disparos fueron inmediatos. Mía le disparó a todos los que estaban delante en una ráfaga de balas, usando bien la M60 que nos entregaron. Saltó hacia un sofá y nosotros seguimos con los disparos. Le di a todos los de la derecha, que al parecer estaban jugando cartas en la comodidad de la sala, no esperando para nada nuestro ataque.

Una vez despejamos la sala subimos al segundo piso, que también ya estaba lleno de cuerpos en el suelo, mientras Race y el resto cubrían las escaleras, listos para dirigirse al último piso. Este estaba vacío, a excepción de una puerta, de la cual podíamos escuchar voces. 

-Ellos están aquí. -Dijo Mía, acercándose y tocando la puerta. Se cubrió con la pared y habló. -Sé que están dentro. ¿Por qué mejor no guardan sus armas y nos hacen el favor de no asesinarlos tan rápido? 

Se  escuchó un silencio dentro y Mía sonrió. Quise detenerla antes de  que abriera la puerta, pero lo hizo muy rápido, pateándola hasta que rebotara contra la pared. Dio un par de disparos al techo como advertencia y las personas dentro se agacharon. Los hombres de Race ingresaron rápidamente, arrestando a todos. 

De repente, vi como Mía se acerca temblando hacia uno de ellos. Un hombre grande y al parecer más serio. La sonrisa de este se desvanece en el momento en el cual la pistola de Mía se dirige al medio de sus piernas. Incluso yo frunzo la nariz al imaginarme estar en su posición.

James LassenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora