18. Renovando "amistades"

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Gabrielle

Caminé al rededor del coche repetidas veces, pensando y analizando mis diferentes formas de escapar de la situación, sin embargo, nada parecía tener sentido. Ahora que ya no estaba al mando, los propósitos principales habían dado un giro muy drástico que la verdad, no me parecían para nada bien. 

Caminé por afuera de la tienda, pensando algún plan que involucre mis intereses, pero nada se me ocurría. Los colombianos hablaban por teléfono con alguien sentado adentro del coche, con las puertas abiertas. Así pasó casi una hora, yo con una caja y media de cigarros menos y ellos casi sin batería, hasta que pasó lo último que podríamos haber esperado.

Ellos.

Tres vagonetas aparecieron absolutamente de la nada, rodeándonos. Los colombianos ingresaron al coche de un salto sin esperarme, largándose por una salida trasera y pisando al mismo tiempo el sembradío que había a un lado. Grité con todas mis fuerzas y saqué el arma que tenía guardada bajo la falda del vestido, pero ya era muy tarde. Un horrible dolor se expandió por todo mi hombro obligándome a tirar el arma y agarrarme con fuerza de la pared. Otro disparo hizo que el vidrio a mi lado explotase y yo dejara de moverme e intentar corre. Levanté la vista lentamente, encontrándome con los trillizos, cada uno apuntándome de muy cerca.

-Si yo fuera tú, no movería un sólo músculo. -Carraspeó uno de ellos.

No podía diferenciar cuál era cuál, pero algo me decía que James era el de la izquierda. Tenía una pequeña cicatriz al lado del labio, lo cual aseguró mis sospechas.

-Vaya, vaya. -Resoplé, apretando la herida. -Hasta que al fin nos encontramos.

-Nos diste bastante pelea, para ser sinceros. -Dijo Chris, la hermana menor, que apareció desde un lado. Una de las vagonetas había desaparecido, de seguro persiguiendo a los otros.

-Lo sé. -Dije sintiéndome cada vez más mareada por la pérdida de sangre. Necesitaba un médico, y rápido.

-Sabes, Gabrielle. -Habló finalmente James bajando su arma. -Yo tengo un principio que nunca en mi vida he roto, por cuestión de ética. 

-¿Ah sí? -Carraspeé sonriendo. -¿Cuál es?

-Nunca golpear a una mujer. -Explicó como si fuera lo más obvio. -Pero tú eres una excepción.

Lo siguiente que recuerdo es un fuerte dolor a un costado de mi cabeza, y luego todo se volvió negro.



James

-¡No tenías por qué noquearla! -Exclamó Larry molesto.

-Oh, tenía que. No te imaginas las ganas que tenía de hacerle un agujero en la cabeza, pero ya ves, no todo es posible. -Gruñí mirando hacia la ventana. 

Tenía a June a mi lado, y su mano estaba sobre mi pierna. No entendía cómo era posible que ella siguiera con nosotros, o más específicamente, conmigo, después de todo lo que le hice y dije, así que sólo me limité a dejar que haga lo que quiera.

El viaje a casa de seguro fue largo, pero yo sólo podía concentrarme en Mía. En Gabrielle, que estaba con mis hermanos en el otro coche. 

Una vez fuera de mi casa, entré de primero. El doctor estaba bajando las escaleras mientras revisaba una tabla, y asintió a manera de saludarme.

-¿Todo bien? -Cuestioné lanzando una rápida mirada hacia arriba. 

-Sí, acabo de ponerle su última dosis de inyecciones, le dejé unas tabletas para el dolor y otras cosas, ella ya sabe de los horarios. 

James LassenWhere stories live. Discover now