Se levantó y fue en busca de una corbata.

— ¡Que sean dos!

Grite. Al rato apareció con dos corbatas.

— Quieto. Es hasta que salga.

Puse una corbata negra en sus ojos y otra en sus manos.

- ¿Donde vas? ¿Quieres jugar?

Me susurro pervertido. Reprimi una carcajada.

- Si, pero para jugar me deberás encontrar. Ahí me tocaras todo lo que quieras.

ESSSSTA Me iba a tocar. ESSSSSTA.

— Buscame.

Le susurré en el oído. Me meti al baño y cerré despacio. Mientras expulsaba el liquido de mi vejiga, escuchaba golpes e insultos.

— Ay ¡Anabella!

Aguante mi risa. Al terminar, fui a abrir la puerta. Era este hombre, con bolsas de ropa.

— Gracias...

Le susurré nerviosa

— De nada. Espero que sea su talle, si no lo es me avisa.

Asentí y cerré la puerta. Enseguida me vestí, creyendo que Juan Luis no estaba cerca. Aunque me equivoqué.

Obviamente, me sentía terrible.

— ¿Te queda?

Me sobresalte. Acomode los zapatos y me di la vuelta.

— Eso creo. -Reí- Ya me iré.

— No -Me frenó- Yo te llevo, no me cuesta nada.

Mordí mi labio nerviosa. Asentí y esperé a que terminara de cambiarse. Una vez que ya estaba listo, salimos.

Él, al parecer, vivía en un piso aquí en el centro. Era un lugar muy lindo y espacioso.

Subimos al ascensor en silencio. El edificio tiene mas de 60 Pisos, y Juan Luis esta en el 68. Cuando íbamos por el 64, lo vi de reojo. Estaba mirandome muy seriamente.

— A la mierda el consentimiento.

Se acercó y me besó. Cuando hice por Separarme, levantó mis manos arriba de mi cabeza. Solté un pequeño jadeo, besaba muy bien. Sus labios eran tan carnosos y sentía que me iba haciendo una adicción a los mismos.

No duró demasiado y eso me agradó.

Las puertas se abrieron. Entraron unas personas, quienes nos miraron mal. Toque mis labios, quitándome un poco de saliva que comenzaba a escaparse.

¿Que acaba de pasar? No se.

Sólo quiero llegar a casa.

— Recuerda lo del sábado.

— Amm... Si.

Bajamos del ascensor. Estábamos en un subsuelo.

— ¿Cual es tu coche?

— Todos.

Abri mis ojos a mas no poder. Habían fácil... 45 autos en el subsuelo.

Como se nota que el que tiene plata hace lo que quiere...

— Sube...

Subí a un coche azul. Él cerro la puerta y dio la vuelta. Me sentía nerviosa, ansiosa, todo junto.

Siquiera se el porqué.

Quizás me este sintiendo atraída hacia Juan... Pero seria imposible. Él no saldría conmigo, no soy de su clase.

Acaba de besarme...

Pero eso no significa que me quiera o me ame.

El camino fue silencioso. Al llegar, nos bajamos del auto. El hermano de Juan Luis estaba con Alondra y, hay un 99,9% de que esté Con Alondra ahora.

Abrí la puerta y escuche alboroto. Juan Luis venia detrás mio.

— ¿Ally?

Del sofá salieron Alondra y Santiago, el hermano de Juan Luis. Él es lindo. Rubio, de ojos azules y un bello cuerpo, pero no es lo mio.

— Hola Ana...

Saludó Santiago tímido. Le devolví el saludo.

— Santi, vamos ya.

Me quede Inquieta.

La situación era muy incómoda.

Santiago y Alondra se besaron. Mas incómoda me sentía.

— Adiós Alondra -Se despidieron Juan Luis y Santiago- Recuerda lo de el sábado.

Asentí. Me sonrió y se fue. Cerré la puerta y suspire.

— ¿Que pasó?

— Nada... ¿Por qué?

— Solo pregunto.

Ally se fue a su cuarto y yo al mio. Me acosté en la cama para pensar en lo que sucedió. Tanto lo de José como lo de Juan Luis.

Fue una noche ridícula y extraña.

Pero bueno, debo sobrevivir con eso.

Después de mi baño, me coloque la misma ropa y fui a la ferretería. Ya iba algo tarde y seguramente Leo se enojaría si no iba o llegaba mas tarde.

— Ana, vamos, tienes que reponer las tijeras de poda y las francesas.

— Si Leo, ya voy.

No Podría decirle nada, la que llego tarde fui yo.

Pero no pude concentrarme. Estaba pensando en ese bendito beso.

No lo niego.

Él me atrae, y mucho.

50 Sombras de Londoño. (Maluma)Where stories live. Discover now