12. Fiebre

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Adrien bufó molesto contra la sabana blanca de su cama. Estaba en la mansión Agreste, después de que su princesa lo volviese a echar de su lecho por una llamada de su madre, que le pedía a la azabache que bajase para ayudar en la tienda.

Adrien quería seguir, había conseguido llegar a la curva de sus pechos, esos turgentes y sonrosados pechos que él necesitaba volver a probar. 
Estaba a milímetros del broche en su espalda, a milímetros de conseguir que su dura y tozuda azabache se dejase llevar por sus caricias.

-Pareces enfadado, rubito-Dijo Plagg sonriente, que sobrevolaba su cabeza. 

-Cállate Plagg-Musitó enfadado el rubio

-La chica te ha dejado con las ganas-Volvió a hablar el kwami, dándole hondo en el corazón del rubio.

-Me han interrumpido...-Musitó el chico. Se levantó con pesadez de la cama, pues su parte inferior no se había relajado después de su encuentro con el curvilíneo cuerpo de Marinette. 
Caminó hacia el baño, dejando caer sus prendas poco a poco. Abrió el grifo del agua y dejó que el agua caliente relajase su cuerpo. 

Gimió cuando tomó su adolorido miembro con su mano. El estar separado de su amada lo estaba matando literalmente. Era terrible saber que la tenía tan cerca y no podía tocarla, no podía besarla hasta dejarla sin aliento y lo que más deseaba: poder por fin, hacer suya a la joven Dupain Cheng.

-Marinette....-Gimió cuando notó que llegaba al final.

>>Dos semanas después<<

Marinette volvía corriendo después de haber ido de compras con Alya. Intentaba taparse como podía de una repentina lluvia que la había pillado por sorpresa.
Estaba nerviosa, pues había notado durante las ultimas semanas, la mirada de Adrien en todo momento, siempre observándola. 
Al final, había acabado sentándose junto al rubio en las clases. En un principio se sentía nerviosa, sentía el cuerpo del chico sobre ella, intentando siempre rozar alguna parte de su cuerpo. Muchas veces inventaba que se había olvidado el libro para compartir el de Marinette y envolverla con su presencia y su atractivo olor a colonia.

No fue hasta unos días después que Marinette empezó a acostumbrarse. Intentaba verlo por el lado positivo, al fin y al cabo hace nada estaría volviéndose loca por compartir asiento con el joven Agreste. Pero ella no era la misma ni él era el mismo.

Dejó las bolsas encima de la cama, sin preocuparse por ordenar las nuevas prendas. Estaba cansada, física y mentalmente. Su vida era un lío continuamente, aguantar los coqueteos de Adrien y de Chat noir, las clases, que se habían convertido también en un intento continuo de coqueteo por parte del rubio, los celos del chico, que como la viera con algún chico de clase, sobre todo Nathaniel, sentía el peso de la mirada de Adrien, que venía con cualquier pretexto para que se alejase de los chicos.

Y por no hablar del hecho de que tenía que seguir combatiendo a los akumas. Y de nuevo tenía que aguantar los coqueteos del chico como Chat. Lo curioso era, que a pesar de que ella sabía quien era, no le importaba recibir el amor del felino. 

¿Debía sentirse mal? Si, ni ella misma se entendía. 

Y no sabía si podría explicar a alguien porque. Chat noir era Adrien Agreste. ¿Por que podía aguantar los coqueteos del felino y no los de Adrien? ¿Quizá era por haber idolatrado al chico durante tanto años? 

Debía tomar una decisión. Con mentalidad porque  sabía que si Adrien estaba a su lado y se ponía a darle besitos no iba a poder hacerlo. Después de todo, respondía a sus besos, ya siendo Chat o siendo Adrien.

<<Por la noche>>

Marientte se transformó en Ladybug para el patrullaje diario. Eran las doce y media, por lo que llegaba más de media hora tarde al lugar de reunión.
Se había quedado dormida pensando en lo que iba a decirle a Adrien y con el ruido de la lluvia contra su ventana había sido un calmante para ella.

¿Que es lo que siento? MarinetteXChatnoir *MARICHAT*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora