2.Lo que ocurrió

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Los meses pasan rápido.

Pero cuando tu vida se reduce a una mansión fría y oscura, pequeños viajes en limusina y vueltas a la casa de la misma manera, no se puede decir que el tiempo pase especialmente rápido. Adrien se sentía atrapado. Como un pájaro en una jaula, al que solo abren para alimentarse y cultivarse intelectualmente. 

El chico se levantaba temprano, siguiendo el proceso de arreglarse y ducharse para el programa del día, que su secretaria, Nathalie le dejaba encima de la mesa, junto con un desayuno regulado por su dieta. 
Adrien preferiría comerse un bollo relleno de crema con un buen café que aquellas tostadas, sin mermelada, y aquel té anormalmente caliente. Dejó la mitad sin comer y fue incapaz de tomar aquella bebida caliente.

Tomando su bolsa, junto con su durmiente kwami y salió de la mansión Agreste. No hubo palabras entre su chófer y él, solamente el silencio, el cual aprovechó para curiosear el "ladyblog" de su compañera Alya. Descargó algunas de las ultimas fotos de la catarina y las archivó en una carpeta llamada "MyLady".

El chico suspiraba cada vez que veía la sensual figura de la chica. Seguía con los ojos las sensuales curvas marcadas por su traje rojo y motas negras.
A sus ojos ella era hermosa, casi perfecta, como una diosa a la que él adoraría sobre todas las cosas. Tanto como Chat noir como su forma civil, Adrien Agreste.

Sus pies se movieron solas, saliendo de la limusina y encaminándose hacia el edificio, saludando a algunos compañeros con la mano, formando su "mascara" de chico feliz, sin problemas, cuando en realidad su interior era un agujero negro.

Las horas pasaban entre clase y clase, cambiando unos libros por otros y unas libretas por otras. Lo hacia todo mecánicamente, conversando algunas veces con su compañero Nino y sus dos amigas, que se sentaban detrás de ellos. Adrien agradecía las pequeñas conversaciones y las risas con sus amigos, adoraba ver las mejillas de su amiga azabache cuando sus ojos se encontraban. Le quitaban alguna que otra sonrisa y risa.

Cuando estaba en su casa, no le permitían reírse. 

Pero todo aquello cambiaba cuando, por la noche, se transformaba con ayuda de su kwami, Plagg, y su cuerpo era rodeado por un traje negro y en su cabeza aparecían unas graciosas orejas negras. Salía de la casa por la ventana, saltando de edificio en edificio, ejercitando sus músculos, mientras una sonrisa curvaba sus rasgos. 
El viento en la cara, los saltos entre los edificios...todo lo que lo rodeaba se agudizaba gracias a sus sentidos hiperdesarrollados. Se sentía bien.

Se sentía libre.

Adoraba ser Chat noir. Después de tanto tiempo, cada vez que se transformaba, la misma sensación le recorría el cuerpo. Le hacía sentir bien y cada vez ansiaba pasar más tiempo transformado, sin tener que oír aquel pitido que le recordaba su debilidad.

Cuando llegó a su destino pudo visualizar aquella mujer que lo esperaba a lo alto de la torre más alta de París. Su traje rojo brillaba bajo las luces tenues de la ciudad, su cabello azabache se mecía junto al aire, dándole un toque misterioso y místico a la misteriosa muchacha.

No se volteó cuando él aterrizó a su lado y replegó su bastón, guardándolo en su espalda. A ninguno le hacía falta decir nada, llevaban mucho tiempo haciendo aquellas patrullas nocturnas y estaban acostumbrados a sus presencias. 

Ella siempre llegaba primero, esperando por él para chocar sus puños y decidir como patrullarían aquella noche la ciudad.

-¿Vas a norte y oeste?-Pregunto su voz cantarina.

-A sus ordenes, my lady-Contestó él, curvando su sonrisa en su rostro.

Ella asintió y movió su mano, sabiendo lo que haría el chico. Adrien/Chat noir tomó la pequeña mano de la chica, sintiéndola pequeña y débil bajo la suya, posando sus labios en sus nudillos.
Solamente un toque, el toque que siempre hacía cuando se encontraba con ella. Se permitió aspirar su dulce perfume, hasta que ella se apartó, con un sutil sonrojo en sus mejillas.

¿Que es lo que siento? MarinetteXChatnoir *MARICHAT*Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt