Capítulo 18

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—Realmente creo que te verías genial con cualquier cosa —rodé los ojos observando a Lydia tirando prendas a toda la habitación.

Ella vendría a cenar esta noche para conocer a mi hermano, y puede que a Jordan también, aunque aún no la podía hacer admitir que le gustaba.

—Es que no tengo nada que ponerme —murmuró Lydia buscando entre los cajones, la miré incrédula, había el triple de ropa de lo que alguna vez tuve.

—Lydia, es solo una cena con mi hermano —resalté las últimas palabras tratando de restarle importancia.

—No me gusta ir sin arreglarme.

—O no te gusta ir sin arreglarte para Jordan —reí mientras hacía unos ejercicios de matemática, Lydia me lanzó un vestido color vino a mi cara. Bufé.

—No me interesa Jordan —gruñó ella cruzándose de brazos—. Además, te invité para que me ayudes a elegir una prenda.

—En realidad, vine para que me ayudaras con esto —señalé el libro de matemáticas, ella bufó—. Bien —rodé los ojos y recorrí la mirada la habitación y la detuve en el vestido color vino en mis manos. Le sonreí y se lo tiré en su cara—. Ese vestido está de infarto, póntelo y hazle un favor al universo.

Luego de que Lydia finalmente se convenciera que ese vestido le quedaba genial, pudimos dirigirnos a mi casa.

La idea principal de todo esto, era presentarle a Logan, mis amigos. Pero algunos no podían porque estaban muy ocupados u otros, no quisieron. Lydia fue la que aceptó primero, y tenía una clara teoría de por qué.

—¿Alguien en casa? —Grité mientras entraba a casa dejando pasar a Lydia.

—Estoy aquí en la cocina —escuché del otro lado. Logan estaba preparando una rica pasta para hoy.

Entramos a la cocina y él nos sonrió con amabilidad.

—Hola, tú debes ser Lydia —dice mi hermano acercándose a mi amiga para saludarla—. Soy Logan.

—Un placer conocerte —contestó ella.

—Bueno, ya basta de presentaciones —dije aplaudiendo para que me prestaran atención—. ¿En cuánto comemos, hermanito?

—En diez minutos —contestó y volvió a revolver la salsa que estaba en el horno. Asentí.

La mesa ya estaba puesta así que no teníamos otra cosa que hacer.

—Es extremadamente igual a ti —me susurró Lydia—. Y guapo.

—No te olvides que él puede escucharte —le volví a susurrar riéndome, noté como las mejillas de Lydia se tiñeron un poco rojas al recordar que Logan era un hombre lobo.

Escuché la risita de Logan a la distancia.

—Bueno, creo que la comida está lista —avisó Logan luego de unos minutos y los tres no sentamos a comer, pero faltaba alguien.

—¿Y el idiota de Jordan? —Pregunté. Logan se encogió de hombros.

—Debe llegar tarde, como siempre —rodó los ojos.

—¿Deberíamos esperarlo? —Dijo Lydia.

—No lo sé.

—¡Llegué! ¡Llegué! —Se escuchó en la sala mientras se cerraba la puerta, luego un Jordan despeinado y casi sin aliento, entró por la cocina—. El maldito auto se quedó sin combustible a ocho manzanas y... —se vió interrumpido al ver que había otra persona más en la mesa—. Oh, Lydia, eh... ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —respondió amable y educada.

—Bueno, ya, tengo hambre —manifesté y Jordan se sentó frente a mí al lado de Logan.

Estuvimos un largo rato charlando, evitando el tema sobrenatural ya que Jordan no tenía idea, y todo marchaba bien.

—¿Irás a la fogata mañana, Liv? —Preguntó Lydia. Fruncí el ceño.

—¿Qué fogata?

—Es una fiesta que hacemos anualmente en la escuela —me explicó, sonaba bien.

Es decir, no era muy fan de las fiestas alocadas llenas de alcohol y drogas, pero esta sonaba más tranquila y me agradaba. Miré a Jordan y Logan con ternura, pidiéndoles con la mirada que me dejaran ir.

—No —respondieron al unísono. Abrí mi boca indignada.

—¿Por qué?

—Porque es jueves —dijo Logan como si fuera obvio.

—Eso ya lo veremos —murmuré.


(...)


Era jueves por la mañana y recién salía de mi examen de matemáticas. Ni siquiera me hice ilusiones de aprobar porque ninguna cuenta me había dado resultado. Estaba frustrada y cansada, anoche me había quedado hasta tarde practicando.

Solté un suspiro y abrí mi casillero, un papel salió disparado al suelo. Miré confundida y miré aquella carta. La abrí y me sorprendí lo que decía.

"Te espero en el bosque a las tres después de clases. Tengo algo importante que decirte. Urgente.

Liam"

Releí el papel una y otra vez. ¿Por qué mandarme una carta y no un mensaje de texto? Decidí ignorarlo y hacer caso. Ya estaba en mi último período así iría en una hora.

Como esperé la clase de historia se hizo más alargada. Mis ojos se cerraban cada vez más hasta que el timbre sonó para despabilarme.

—Y no se olviden de las preguntas para el lunes —nos recordó el profesor Yukimura sobre la tarea de la Segunda Guerra Mundial.

Dejé algunos libros en mi casillero para que mi bolso no estuviera tan pesado y salí de la escuela. Caminé hasta el bosque un largo rato ya que quedaba un poco lejos.

¿Por qué querría encontrarse aquí? Al llegar me di cuenta que podía ser peligroso. Decidí avisarle por mensaje de texto a Liam en dónde estaba. Sin embargo, esperé un rato y no hubo respuesta.

Decidí por entrar y buscarlo, quizás no tenía señal y el mensaje no le había llegado.

Estuve un largo rato adentrándome al bosque pero no había señales, cuando de repente empecé a escuchar música lo cual me pareció sumamente extraño. ¿Música en el medio del bosque?

Aun así, seguí caminando hacia esa música que se hacía más fuerte cada vez. Y a medida que iba caminando, mis ojos comenzaron a nublarse. Tuve que parpadear varias veces seguidas para tratar de ver mejor pero no podía.

Cada paso que daba mi cabeza daba más vueltas. Hasta que vi. Un hombre alto con barba y pelo blanco. Delante de él había un parlante grande y la música lo más alto que podía escuchar. Empecé a enredarme con mis propios pies y mi cabeza dolía.

Gemí por la saturación de mis oídos al escuchar la música, que además, era bochornosa y parecía con muchos efectos especiales, como la electrónica.

Traté de mantener mi vista al hombre y pude observar cómo se acercaba con una cuchilla enorme. Mierda.

Ahora sí estaba temblando pero de miedo. Todo concordó en mi cabeza, Liam definitivamente no me había mandado esa carta.

—Voy a ser rico —murmuró con una sonrisa cínica.

La lista.

Él quería matarme para conseguir el dinero de la lista.

Diablos, estaba perdida.

El hombre se empezó a acercar más mientras que la música sonaba mucho más fuerte haciendo retorcerme en el suelo tapando mis oídos. Mi vista era completamente negra.

Estaba paralizada y no tenía forma de defenderme.

Antes de quedar inconsciente, se escuchó un estruendo y todo pareció desaparecer.

¿O ya estaba muerta?

SHE WOLF ¹ | Liam DunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora