Capítulo 12: Serpiente

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» Andando. —Me suelta y me tambaleo por un momento—. Todavía nos queda un largo camino.

Retiro los desperdicios de mi cabello al tiempo que retomo el paso, por lo menos esta vez él mantiene una caminata normal, no tengo que intentar alcanzarlo.

Qué considerado.

—Aún no me dices a dónde vamos. No entiendo por qué tenemos que caminar tanto —espero que mis quejas lo harten y termine por decirme de una vez lo que ocurre.

—Paula mencionó que necesitabas entrenamiento. Toma esto como un ejercicio de calentamiento. También me enteré de que tienes una apuesta con Romina, ¿no has pensado en que deberías practicar?

A este ritmo voy a perder, si llevo la lengua contra el piso. Empujo un manojo de ramas verdosas a un lado, miro primero al piso para ver a dónde voy a poner mis pies, estoy por soltar las ramas cuando me percato de dos orbes negros con una ranura dorada y naranja como dos lenguas de fuego en medio de la oscuridad. La serpiente tiene tatuado esos tres colores sobre su escamosa piel, me observa.

—¿Qué ocurre? —la voz de Santiago se escucha lejana.

Me gustaría decir que tengo una muy extraña criatura frente a mí, pero tengo miedo de que con el mover de mis labios decida lanzarse sobre mí. Tengo la sensación de que la he visto en alguna parte, la misma serpiente, los mismos colores, los mismos ojos infernales...

—¿Has encontrado algo? —la voz de alguien más llega a mis oídos, me gustaría saber de quién se trata, pero no puedo quitar mis ojos de la serpiente.

Escucho los engranajes de mi memoria ajustándose para mostrarme algo, y mi cuerpo reacciona con miedo, tanto que se hiela la sangre sin saber con exactitud lo que estoy por recordar.

La serpiente se alza, sisea con su delgada y rojiza lengua. Una punzada me nubla la vista por un segundo, todo es un revoltijo de imágenes y voces al que no consigo darle sentido, mi vista se aclara por otro segundo y ella salta hacia mí. Libero las ramas, no muy segura de a dónde debo ir, correr, agacharme... Solo espero el impacto, entonces siento unos brazos a mi alrededor. El desastre que es mi cabeza se calma, como una nube gris que es alcanzada por los rayos del sol. Mi vista regresa por completo, la serpiente se ha golpeado contra una barrera verdosa casi traslúcida, cae al suelo y ataca de nuevo, pero no puede alcanzarme.

—Ha sido una serpiente —la otra voz que había escuchado es de Ronald, está justo a mi lado tan sorprendido como yo de que él esté aquí.

Alzo la mirada y encuentro los dorados ojos del vampiro, son sus brazos los que me sostienen. Me aprovecho de su cercanía y recuesto mi cabeza contra su pecho, eso estuvo cerca, tanto la serpiente como mis memorias en un intento de enloquecerme.

El animal insiste en golpear la barrera, el impacto de su cuerpo muestra cómo se agrieta como un cristal al ser golpeado.

—No lo soportará mucho tiempo. —Santiago hace que me mueva hasta quedar detrás de él—. Necesito que corras tan rápido como puedas, estaremos detrás de ti.

¿En qué dirección debería ir? Por donde mire solo encuentro la salvaje naturaleza.

—¿Qué ha hecho esa serpiente? —pregunto, pero no obtengo ninguna respuesta, ellos dos parecen no escucharme o me están ignorando. Me ignoran, eso hacen.

—No, esa serpiente no es de este mundo. Gabriel podría hacerse cargo de ella mejor que nosotros. —A Ronald le tiemblan un poco las manos.

—¿Por qué Gabriel? —hago la pregunta en un tono más alto, quizás así me escuchen y respondan mis preguntas. La serpiente ha crecido en tamaño. Santiago reprende a Ronald con la mirada.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora