Noveno Latido

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Voy a por ti
— Conociendo a Mia II

La mañana llegó calurosa, derritiendo un poco la nieve, que resistente a irse se posaba en los senderos, eliminando las pisadas de las hadas a primeras horas de la mañana, y en los techos de paja. Las ráfagas de viento refrescaban el ambiente.

Estire mis brazos y exhale viendo mi aliento desaparecer en el aire, me sentía con fuerzas renovadas, acallando a Anxif qué me instaba a ir a cazar con él, no me queje y le acompañe.

La temperatura de Mia había bajado considerablemente en la noche, haciendo que me ocupara de ella, a pesar de qué no estaba en el mejor estado, la noche fue entretenida con mis comentarios absurdos y sus explicaciones.

Mia ya había estado en este lugar, por eso y dadas las circunstancias tuve la confianza de dejarla en la habitación con esas mujeres vigilando, de lo único que me arrepentía fue de no despedirme hoy temprano.

Pero se veía tan hermosa durmiendo.

Suspire

— Pareces un idiota enamorado —Mencionó él tendiendome una navaja, le mostré mis garras y negué.

Mi instinto más animal se presentaba cuando cazaba alguna presa, no iba a privarme de ese salto de la monotonía para parecer menos tosco y mas delicado.

— ¿Por qué no estarlo? — Era demasiado pronto, quizás, para llamarle amor al sentimiento que me embargaba, pero estaba próximo a eso, si.

— ¿Diferencia de especies?

— Desde cuando ese ha sido un impedimento, digo, mira que se nota como te tiene Zenya —Me burle y vi como Anxif se paralizó, su cara y orejas volviéndose de color rojo

— N-No te-tengo esas intenci-ciones hacia la reina —Tartamudeo claramente nervioso

— Y no deberías de tenerlas, eres su guardián — Seguí caminando, y le mire de soslayo — Pero no decidimos de quien enamorarnos y tampoco podemos evitarlo.

— ¿Eso lo aprendiste de Mia?

—Si buscas hacerme enojar o avergonzarme no lo vas a lograr —Reí — Mejor cuentame cuando empezaste a sentirte de esa manera.

—Pues...

[...]

Mia

— ¡No te vayas a tardar! No queremos qué el lobo nos coma —Las escuche decir con burla, parece que alguien se estaba creando una reputación.

Seguí caminando hasta que las habituales pisadas marcadas en la tierra desaparecieron, el camino volviéndose más rocoso y áspero.

Frente a mí apareció el Lago de las Penurias, rodeado en su totalidad de Sauces Llorones, el agua del lago siempre fue tan clara qué permitía el reflejo de cualquier persona, por ello, cuando vislumbre sombras deformes sobre el agua, supe que se trataban de guardianes.

Seres espirituales que protegían y escondía el campo de las hadas. Ellos permanecían rodeando todo el área del castillo y un poco más allá, completando el territorio de las hadas, impidiendo que cualquier otro ser con intenciones malignas, fuera capaz de romper la barrera protectora que creaban. Y si eran acaso capaces de crear una grieta, entonces, al menos, se les dificulta el acceso.

Legendary Lovers PAUSADAWhere stories live. Discover now