Larry : Un Novio Agresivo [serie]

Capitulo 10

{señalen errores de
adaptación plox}

...

Louis rodó sobre la cama y soltó un gruñido cuando la luz que atravesaba por la ventana le golpeó en el rostro. Se cubrió el rostro con uno de sus brazos y con su mano libre se masajeó la cien intentando disminuir la jaqueca que golpeaba en su cabeza. La noche anterior además de haber llegado muy tarde, se había desvelado, pensando en la discusión que había tenido con Harry pero por más que le diera vueltas al asunto, siempre volvía al punto de inicio. Todo era un círculo vicioso que no se acabaría nunca.

Él se levantó y arrastró los pies hasta el baño de manera perezosa. Se cepilló los dientes y lavó su rostro, estremeciéndose por el frío líquido que bañó su rostro. Tomó una pequeña toalla y se secó la cara. Cuando alzó la mirada y se vio al espejo, cerró los ojos. Él estaba devastado. Oscuras medialunas se marcaban alrededor de sus ojos y su rostro lucía pálido.

Louis se echó un último vistazo y después salió de su habitación. Avanzó con cuidado por el pasillo y se asomó a la habitación de su madre. Jay aún dormía y por lo que se reflejaba en su rostro, ella estaba muy cansada. El chico cerró la puerta con cuidado y bajó la escalera hasta la primera planta.

Louis fue hasta la nevera y tomó sacó la leche. Tomando la caja de cereales del estante y un pequeño recipiente, Louis se sirvió un poco y se sentó en un taburete. Bostezó un par de veces mientras comía y cuando estaba a punto de ponerse de pie para ir a dejar los trastos sucios al fregadero, el timbre sonó haciéndolo saltar.

—Demonios... -susurró y se frotó la frente. El timbre volvió a sonar y él gruñó. ¿Quién molestaba a esa hora de la mañana y era tan insistente?

Louis caminó hasta la puerta y la abrió con cuidado encontrándose con un chico de más o menos su edad vestido de repartidor. Abrió un poco más la puerta, quedando expuesto totalmente y alzó las cejas para que el trabajador hablara.

-Buenos días. Entrega para el señor Louis Tomlinson.

-Uh, soy yo... -dijo con extrañeza. El repartido extendió una pequeña agenda electrónica junto a un lápiz- ¿Dónde firmo?

El repartidor le indicó el lugar donde debía firmar y Louis lo hizo, sintiéndose más confundido con cada segundo que pasaba. Le entregó la agenda y el lápiz de regreso al chico y él le tendió una pequeña caja. El castaño agradeció y cerró la puerta sin despegar la mirada del pequeño paquete.

Subió hasta su habitación y al sentarse en la cama, agitó la caja cerca de su oído intentando escuchar el contenido. Al no lograr escuchar nada, posó la pequeña caja sobre uno de sus muslos y la abrió encontrándose con una pequeña hoja de papel doblada por la mitad. Sus fríos dedos la tomaron y de inmediato olfateó el olor a aquel perfume que le encantaba haciéndolo sonreír de forma innata. Él desdobló la hoja y comenzó a leer.

Louis, hay tantas cosas que me gustaría decirte pero tú sabes que no se me da muy bien la escritura además de que el espacio que tengo es bastante reducido. Yendo al grano, sinceramente me gustaría disculparme por lo sucedido anoche. Pensé en todo lo que sucedió y me di cuenta que tú no tuviste la culpa. Soy un completo asco como novio, ¿verdad? No me contestes, yo sé que dirás que no pero soy consciente de la verdad. Me doy cuenta de muchas cosas, entre ellas, que no te merezco. Mi único propósito en la vida tendría que ser darte hermosos momentos pero lo único que hago es cometer los mismos errores una y otra vez. Yo sé que no te merezco, pero soy lo suficientemente egoísta como para dejarte ir. Eres mío desde el primer momento en que te vi. Siempre lo fuiste y siempre lo serás. Igual que yo. Yo siempre seré tuyo, hasta el final de los tiempos. Te amo tanto que ni siquiera tienes idea de todo lo que podría hacer por ti. Eres lo único bueno que tengo y me gustaría darte todo lo que te mereces.