El Dios Tiempo

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Los personajes nombrados en este fanfic pertenecen a The Snipster autora de Amolad, no olviden dar sus like en Tapastic puesto que esta historia ficticia no sería posible sin su trabajo.

Todo lo escrito aquí es producto de mi imaginación y los medicamentos que me dio la doctora XD, disculpen si me salte algún punto o coma.

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Sus pasos eran inestables, su cuerpo temblaba ante el miedo generado por los pensamientos que se creaban en su cabeza y como todos estos se dirigían al trágico final.

El clímax de la historia era horrible y retorcido. La Diosa del Amor estaba perdida en sus ideas. No fue hasta que sus piernas tropezaron con montículo de arena que cayó en sí misma. Sus lágrimas fluían una tras otra, la arena seca dejo de estar seca. Su corazón gritaba a los cielos del Ithis que por favor protegieran a su querido y dulce amigo.

¿Porque el destino se ensañaba con alguien de tan cálida sonrisa? Era injusto incluso para el Dios de la Muerte.

Unas manos cubiertas por guantes blancos se posan en los hombros de la Diosa de corazones. Al levantar su mirada y reconocer el rostro de su amado. Lo abraza con tanta fuerza que este aun nervioso en que hacer, responde de igual manera.

-  puedo quedarme un poco mas así?  .- pregunta la Diosa pequeña

-  Cla-claro  .- El dios del arrepentimiento acariciaba suavemente la cabeza de su compañera. Él era un conocedor de tales sentimientos que ahora aprisionaban a su tierna amada. Solo por esta vez, buscaría la determinación para dar consuelo a alguien que no fuese sí mismo.

La brisa del mar soplaba en las playas del Ithis, dos dioses enamorados yacían acurrucados en sus blancas arenas. Una Diosa llena de angustia en su corazón y un Dios lleno de amor para brindar a su hermosa pareja.

***

Los labios del Dios Creador se deslizaban milímetro a milímetro por la piel pálida expuesta entre sus manos. Se sentía embriagado por el aroma que desprendía ese delgado y frágil cuerpo. El Dios de la Muerte estaba a merced de los brillantes ojos verdes. Todo su ser parecía tener un encanto único sobre espectador, llenándolo de lujuria y pasión.

Tanta belleza y perfección en un solo ser era excesivo, incluso para un Dios. Los labios del Dios creador besaban cada rincón de la zona descubierta. Sentir como este inmaculado cuerpo temblaba con cada beso y como se agitaba al sentir su respiración en contacto contra la piel solo lo hacía desear más la continuación de sus acciones.

Los ojos ambarinos yacían entrecerrados, llenos de amor, que sentimiento más confuso y al mismo tiempo tan reconfortante. Su voz se escapaba de sus labios de forma involuntaria. Los jadeos iban tomando un ritmo de desesperación mesclado con suplicas, deseando y solicitando el contacto con su amado hombre estrella.

Para el Dios creador ya no era suficiente solo el torso, quería sentir cada rincón de su opuesto, necesitaba ir más allá. Entonces comenzó a hacer un camino de cortos besos hasta llegar a la entrepierna aun cubierta de su compañero. Sus hábiles manos seguían acariciando el cuerpo expuesto del Dios pálido, mientras sus labios se hacían de la cremallera del pantalón. Había logrado deslizarla hasta abajo y se preparaba para continuar, pero unas manos toman su rostro y lo obligan a observar a su compañero ahora sentado.

-  Es mejor que nos detengamos.  - aun con la cara sonrojada e intentando con gran esfuerzo recuperar el aliento, Muerte miraba los ojos de su hombre verde.

-  Lo-Lo siento... creo que me deje llevar.   - Vida sabía que se había excedido llevando las cosas a otro nivel, se sentía como un acosador despreciable al ver cómo había dejado al otro Dios.

Tiempos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora