Mas claro que el agua

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El viento soplaba de forma agradable, todo en el Ithis era perfecto. El Dios azul de cabellos plateados yacía recostado en el mismo árbol en el que encontró a Muerte llorando tiempo atrás. Sus largas piernas se extendían cruzadas en los verdes pastos del inmenso jardín que lo rodeaba.

Estaba algo decepcionado de sí mismo, había logrado detener a la Diosa del Amor, pero el acuerdo que acepto no le era del todo agradable. ¿Porque se sentía incómodo con eso?, él era un hombre fiel a sus reglas y de un día para otro había logrado romper más de una. La primera fue abandonar su puesto y no una ocasión sino en DOS. Segundo había entablado una conversación con un Dios en DOS oportunidades. Y si eso no fuese suficiente había tenido contacto físico con uno, cubriendo su rostro intentaba dejar ir el recuerdo de tener a Muerte dormido en sus brazos. La sensación que había sentido al besar esa delicada frente comenzaba a hacer estragos en su interior. Tenía que volver a su sitio de observación y borrar todo rastro de sentimiento que comenzaba a invadirlo, haciéndolo sentir de forma extraña.

En un intento de recuperar el raciocinio pensó una vez más en las palabras de Amor, "tú no puedes interponerte a ese amor".

-  ¿Por qué yo me interpondría? - Abrió los ojos de golpe y sacudió su cabeza rápidamente, intentando sacar esa nueva idea que se asomaba a su mente. ¿A caso amor había visto en el Amor? La nueva revelación que tenía ante él estaba fuera de juicio, tenía que haber un error. Su mano devuelta en su rostro yacía ahora sosteniendo el peso de su frente.

No podía permitir que estos nuevos sentimientos significaran atarse a alguien. Él tenía un trabajo que cumplir y un lugar solitario al que volver. El amor no estaba permitido en sus reglas y mucho menos en su sistema de vida. Además, Amor tenía razón en algo, ese dueto de tontos estaba destinado a volverse a unir. No ahora, pero el futuro ya dejaba ver indicios de reconciliación.

Tendría que dejar ir este sentimiento no correspondido, encerrarse en su hogar hasta volverse a sentir seguro de que no sería una carga para el Dios de mechón dorado. La idea de su autocastigo oprimió su corazón. No podría cumplir su promesa.

En el instante en que se preparaba para volver a su hogar, una esbelta figura choca con él.

- Lo siento. - Dice una voz muy apenada, Tiempo conocía bien al dueño de tal voz.

- No, discúlpame tu a mí. No mire por donde caminaba. - El Dios azulado hace una ligera reverencia. Para luego retirarse del lugar. Sabía que, hacia lo correcto, debía de alejarse pronto de ese lugar y de él.

- ¡Espera!.-una mano protegida por un guante negro lo retiene del brazo. En el instante en que gira para ver al Dios pálido, sus ojos se posan en esas hermosas cuencas de color ámbar. El sentimiento del cual intentaba escapar lo estaba aprisionando a cada segundo.

- Dime. -Su mirada no se apartaba de los ojos de Muerte.

-por causalidad, ¿nos conocemos de algún lugar? - Tiempo tubo que reprimir su asombro, no podía permitirse bajar la guardia.

- ¿Por qué lo preguntas?.- dedicando una de sus sutiles sonrisas.

- es que...tus ojos no son algo común de ver. - Muerte posa una de sus manos en el rostro del desconocido Dios.

- Perdona si te ha llegado a perturbar mis ojos, no es común que los Dioses me vean en esta área. – Tiempo retrocede un paso guardando distancia del Dios de hermoso rostro.

- No me desagradan. - dijo con un tono sincero para volver a acortar la distancia que los separaban. - Es solo que... siento como si hubiera olvidado a alguien muy amable. No sé cómo explicarlo, pero al verte siento una enorme paz y gratitud hacia ti. - Esas palabras terminaron por destruir las murallas en el corazón de Tiempo. No pudo evitar reír abiertamente ante tal revelación. Estaba feliz de estar aun en los recuerdos de Muerte.

El Dios de mechón dorado no comprendía que era lo tan gracioso para el Dios azul. Por lo que se limitó a sonrojarse apenado, sus palabras habían sido incoherentes y tal vez lo habían hecho ver como un tonto.

- ¡No te rías!, me siento como un idiota con lo que acabo de decir.- Muerte enroscaba sus manos inquietas por vergüenza que del que ahora era preso.

- No creo que seas un tonto. - Se inclina para acariciar los cabellos del Dios pálido. - Es solo que yo si te conozco, pero tal vez tu no a mí. -

- No entiendo, explícate. -

- Antes que nada, me presentare, mi nombre es Tiempo. - En un ligero movimiento toma la mano de Muerte para posar un beso.

- Eres... el primer Dios. - El Dios de ojos color ámbar no podía salir de su asombro, tenía en frente al Dios que nunca abandona su lugar de trabajo.

- Yo vigilo a cada una de las almas que habitan en la Tierra como en el Ithis, es por eso que ya te conozco de hace mucho Muerte. – Una sonrisa comprensiva se posa en los labios del Dios de cabellos largos.

- ¿Por qué razón estas aquí?, pensé que tenías prohibido salir... de tu hogar... .- la voz de muerte fue apagándose al pronunciar esas palabras. Los recuerdos de sus días en soledad y rechazo comenzaron a invadir su mente. Si él se llegó a sentirse solo una vez, ¿Cómo es posible que este Dios que lleva más de 5 millones de años existiendo y viviendo totalmente apartado de todos, ¿lograr sonreír de forma tan amable? y por sobre todo ¿feliz?

- Tenía un asunto que arreglar con Amor. - Muerte no podía dejar de observar al Dios azul, era más alto que él y eso en verdad lo asombraba, pese a lo alto de su estatura, Tiempo era de igual contextura musculosa que Vida. Sus grandes manos cubiertas por guantes de puño daban libertad a sus dedos. Su largo abrigo se movía al ritmo que su dueño se desplaza de un lugar a otro. Su camisa blanca de mangas anchas le daban un encanto de caballerosidad y madures. El Dios azul inspiraba un aura de respeto y frialdad. Pero para Muerte este dios inspiraba un sentimiento acogedor.

Tiempo no pudo evitar acariciar la cabeza del Dios pálido, sabía que este lo estaba observando detenidamente con una curiosidad de niño. Muerte se volvió a sonrojar al sentirse como sus pensamientos habían sido descubiertos por el hombre azul.

- Mi tiempo se ha agotado, debo volver a mi lugar. - Era la hora de la despedida. Pero estaba feliz, había podido volver a hablar con ese dulce Dios.

- ¿Te podré volver a ver?.- Las manos de Muerte aun no soltaban la manga del Dios más alto.

- No puedo dejar mi lugar, es nuestro deber cumplir la labor para el cual fuimos creados. - El Dios delgado sabía bien el peso de esas palabras, les gustase o no, tenían una misión que cumplir.

- ... .- dejo caer su mano para liberar a Tiempo, no podría retenerlo. Tenía tantas preguntas aun que hacerle, tenía muchas ganas de conocerlo más, tal vez Tiempo compartía los mismos sentimientos de inseguridad y vacío que el sentía.

- Muerte, sé que no puedo dejar mi lugar por eso, eres libre de venir a visitarme cuando quieras. - Tiempo le dedica una última sonrisa para desaparecer de la vista de Muerte.

Una silueta delgada se queda mirando el espacio que ahora yacía vacío. En sus labios se dibujaba una sonrisa, pronto iría a visitar a su nuevo amigo Tiempo.

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Muchas gracias a todos por leer, tenia muchas ganas de subir esta actualizacion lo mas antes posible pero los deberes de una no siempre te dan el tiempo que necesitas XD.

En verdad llenan mi corazon de lindos sentimientos con sus comentarios *0*.

con cariño Kira_Suki

Tiempos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora