Capítulo 22

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-¿Y bien? ¿Como te sientes? -preguntó Maite desde la otra línea.

-Extraña.

Anahí se estiró el vestido que el viento desde la terraza hacía hondear, pensando en lo realmente extraño que era todo. Solo llevaba tres días en casa de Alfonso y ambos la trataban como una princesa. «No levantes eso» «Descansa un poco» «Te traje el desayuno a la cama» Hasta la habían llevado de compras por ropa de pre-mamá.. ¡y ni hablar de ropa y cosas para el bebé! Debía estar aliviada, con sus ahorros no hubiera alcanzado a comprarse ropa como ese cómodo vestido de algodón que llevaba, pero se sentía abrumada, no estaba acostumbrada a que se ocuparan de ella ni mucho menos hacerlos gastar dinero, de hecho ¡odiaba que le compraran cosas a ella! Pero siempre que iba a protestar Ana Paula la interrumpía y utilizaba su arma manipuladora con ella.

-Mira Any, este pantalón tiene estas elásticas acá que, cuando tengas la pancita más grande, mi hermanita o hermanito no estará apretadito ni tu vientre tendrá una marca roja ¡Anda!

-Anda, Any. Tampoco es tan costoso. -intervino Poncho.

Si esa gran cantidad de dinero para una simple tela no era tanto, entonces no sabía a lo que ellos llamaban "costoso" y tampoco quería imaginarse.

-No estoy acostumbrada a tantos.. Mimos. -le confesó a su amiga, volviendo al presente.

-Ay Any, no seas tonta. Siempre te quejabas de lo sola que te sentías y ahora que los encontraste a ellos ve como te pones.

-Están así por el bebé.

-¿Acaso no te querían desde antes?

-Pues.. Ana Paula si..

-Poncho también, no te quieras hacer la ciega. Ese hombre desde un principio ya babeaba por ti. -Anahí no tuvo respuesta a eso- Amiga, te mereces eso y más, ellos te quieren. Poncho se nota que muere por ti, pude notarlo cuando vinieron acá, le brillaban los ojitos cuando te veía. Disfruta eso y deja de matarte tanto la cabeza. ¡Bien que lo quieres tú! Se les nota desde aquí.

-¿Como me veía? -fue lo único que salió de su boca, Maite resopló.

-¿Recuerdas cuando Santos me pidió que me casara con él en mi fiesta de cumpleaños y tú tomaste aquella foto?

-Si, y te gustó tanto que la enmarcaste.

-Me gustó la forma que me miró. Desde ese entonces no tuve duda -suspiró con melodrama- Pues algo así te mira Poncho.

-¡Maite Perroni, no inventes! -la reprendió- no digas eso, él no...

El timbre de la sala sonó y maldijo por tener que terminar la conversación así. Se despidió de su amiga y entró a la habitación que compartía con Poncho. ¡Y vaya que la compartían! Lanzó el móvil a la cama. No había noche, desde su mudanza, que no aprovecharan al máximo eso de "dormir como pareja"

El timbre volvió a sonar y bajó las escaleras «con mucho cuidado» tal como siempre se lo pedía Poncho.

¿Sería cierto eso lo que le decía Maite? A decir verdad, nunca había reparado bien en la forma como la miraba fuera de la cama. Y decía "fuera de la cama" porque en la cama amaba verlo a los ojos y encontrar deseo en ellos. Se estremeció al recordarlo y dejó escapar una sonrisa que se borró a penas abrió la puerta.

La mujer que se había acercado a ellos en el restaurante estaba del otro lado de la puerta con una ceja alzada.

-¿Analí? -vio sorpresa en sus ojos pero rápidamente la ocultó y dejó ver solo arrogancia- Vengo a ver a Poncho.

-Ay, no está. Lo siento. -exageró una sonrisa amable y pestañeó- pero le diré que pasaste.

Se disponía a cerrarle la puerta en la nariz cuando habló de nuevo.

La Profe de Baile (terminada) Where stories live. Discover now