Capítulo 3

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Tal y como lo prometió, durante un mes, todos los miércoles traía y buscaba a su hija él mismo. Anahí estaba ya al borde de los nervios por el solo hecho de verlo. Cada día estaba más guapo que la semana anterior. Sus fantasías de intensificaron. El muy cabrón no intentaba nada, solo le dedicaba una sonrisa y un guiño, nada más. No sabía si eso la hacía sentirse aliviada o desilusionada. Sabia que no debía, pero era ya bastante difícil. Mientras, su hija se convertía en su alumna favorita. Ana Paula era muy dulce e inteligente y siempre llegaba con un dulce que compartía con ella y sus demás compañeras. Su entusiasmo en la sala de baile le recordaba a ella misma de su edad y sus ganas de repetir cada paso hasta que le saliera perfecto la embargaba de orgullo, era su sueño. La gran diferencia era que a Ana Paula sus padres si la apoyaban.

Ese miércoles había quedado con Maite en un café de la ciudad, eran las 5:12pm y aún el Señor Herrera no venía por Ana Paula, ella temía llegar tarde a su café con Maite.

Por fin llegó, y como cada semana, le dedicó una hermosa sonrisa. Ella tembló mientras caminaban por el pasillo en dirección a la puerta de salida, donde estaba él. Se veía realmente hermoso con sus vaqueros desgastados, su camiseta negra y sus lentes de sol. Quiso correr a abrazarlo como lo hacía su hija en ese instante.. Estaba loca ¿que le pasaba?

-Papi ¿aún está en pie lo que hablamos?

-Claro que si amor, dile..

La nena se giró hacia ella y le dedicó una enorme sonrisa. No entendía muy bien.

-Any, mi papá me dio permiso para entrar en las clases completas estas vacaciones.

Abrio la boca pero en seguida la cerró, las clases completas era para las niñas que de verdad querían dedicarse al baile de forma profesional y asistir a actos más adelante, serían de lunes a jueves de 2 a 5. La semana pasada le habían seleccionado a ella para dar esas clases, algo que le había comentado a Ana Paula. No sabía que estaba tan interesada.

-¡Eso me parece bien! -sonrió, pero eso significaba ver al padre todos los días. No sabía si eso era bueno o malo- Tendremos que hablar con la dirección el viernes para tramitar el cambio ¿vale? La próxima semana comenzaré esas clases yo.

-¡Siii! -la niña saltó de alegría y abrazó a su padre en agradecimiento. Alfonso le sonrió a ambas.

-Bueno mi amor, ya debo irme corriendo. Nos vemos el viernes, pequeña.

-Adiós y gracias. -comentó el padre.

Se despidió con apuros y brevemente de Alfonso, era aún más tarde y mientras cogiera el colectivo y llegara, Maite ya habría esperado una hora.

Había caminado unas dos cuadras cuando un lujoso Audi gris bajó la velocidad a su lado, la ventanilla se bajó y apareció Alfonso del otro lado.

-Oye Anahí ¿a donde vas?

-Uhm, a la parada del colectivo.

Poncho frunció el ceño.

-Vamos, te llevo.

Anahí dudó, aunque estaba ya a dos cuadras de la academia, no le parecía correcto subirse al auto del representante de un alumno.

-Siiii, Any. Ven con nosotros. -gritó Ana Paula desde el asiento trasero.

No quería subirse a ese auto, pero sabía que insistirían, así se accedió. A demás, ya no estaba en horario de clases ¿no? Y sólo sería hasta la parada.. pero como imaginó, Alfonso insistió en llevarla hasta el sitio donde iba y no sólo a la parada del colectivo.

Él quería retenerla lo mas posible sentada a su lado así que insistió en llevarla a donde dirigía. Veía disimuladamente sus fuertes muslos, hermoso su escote. Se estaba controlando para no estirar la mano ¡que Dios lo perdonara pero moría por tocar su pierna! Agradecía que Ana Paula estuviera y debiera comportarse.

Llegaron al café en Broadway que Anahí le había mencionado y que él conocía bien.

-Mil gracias, señor Herrera.

-Oh, Dios Anahí. Llámame Poncho. Es un placer para mi.

Anahí tragó fuerte.. Cuando utilizaba la palabra «placer» algo se revolvía en su interior.

-Esta bien... Poncho. Gracias nuevamente -sonrió, buscó con nerviosismo el pomo de la puerta y la abrió.

-Oye espera... Al menos uhmm ¿me darías tu número? -le tendió la última versión del IPhone, ella lo tono con manos temblorosas. No debía relacionarse con él sabiendo lo interesado que estaba en ella, era algo que ya se lo habían advertido, pero sería mala educación no dárselo, a fin de cuentas la había traído hasta acá y le debí el favor ¿no? Pero pensó ¿y si tenía esposa si le molestaba? -No molestaré, lo prometo. -dijo con humor.

Ella rió nerviosa y lo anotó. Esperaba que eso fuese cierto y que nadie más se enterase.

Se despidió de él cordialmente y de Ana Paula con un beso en el cabello, les agradeció y finalmente entró al café en el que su amiga la esperaba.

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¿Les gusta? Está cortito, lo se, pero comenten y les pongo otro 😳 sorry por no actualizar ayer, la uni me tiene maaal. Jaja. Besos💕

La Profe de Baile (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora