Capítulo 12

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—Por fin solos.. —murmuró Poncho cerrando la puerta principal, ya se había ido el último invitado, su hermana y su esposo que se habían quedado charlando un rato con ellos luego de que Ana Paula se fuera a la cama agotada.

—Que vergüenza las miradas que nos lanzaba tu hermana.

—No te preocupes por Marce siempre es así. Le hace ilusión pensar que por fin sentaré cabeza con alguien. Y es muy inteligente como para ver que hay algo entre los dos.

—Oh. Pero no quiero que piense que tú y yo...

—Tranquila —la interrumpió acercándose a ella— le haré saber.

—¿Que?

—Que no es nada serio.

«No es nada serio» si, las cosas eran así. Ellos salían y se acostaban.. Nada serio.

Pero oír eso de su boca se escuchó horrible. 

—Le caíste bien, sin embargo —continuó— algo poco usual.

—También me cayó bien.. —murmuró. Era verdad. Su madre también le había caído bien.

A excepción de su ex suegra y sus miradas que lanzaban fuego, la noche no había resultado mala.

Poncho se acercó a ella, y rodeándola de la cintura, alzó su barbilla inclinándose para besarla. Había querido hacer eso desde que llegaron. Y tuvo que reprimirse muchas veces para no besarla frente a todos y dejar en claro que era suya, porque eso anhelaba. Sobre todo frente a su primo...

Anahí gimió en sus labios y se olvidó de todo lo que vagaba por su mente. La apretó hacia si y caminó con ella abrazada.

Llegaron a la sala de juegos y encendió la luz, posicionando a Anahí frente al enorme espejo. Sus mejillas se tiñeron de rojo y esa visión le resultó adorable.

—Me.. Me gusta. —musitó.

Juguemos..

Hundió su boca en el hueco de su cuello, besando, chupando, mordiendo. Anahí dejó caer la cabeza atrás y se dejó llevar.

Mientras subía sus manos por el vestido la veía por el espejo, era incluso más excitante que en sus  fantasías. Su mano llegó hasta su biquini debajo del vestido acariciándola, y por Dios bendito, estaba húmeda.

Anahí aspiró con fuerza conteniendo el aliento cuando la mano de Poncho comenzó a invadir dentro.  Nunca, por más veces que hicieran el amor, iba a sentir menos que eso. Sentía incluso que cada vez era mejor.

Los dedos de Poncho masajeaban sobre su clítoris haciéndola jadear más y más. Se aferró a su cuello para no desfallecer ahí mismo cuando sus dedos la invadieron dentro.

—Dios santo, Anahí —susurró él— que jodidamente sexy ver esto.

Acto seguido, se alejó y se posicionó arrodillado frente a ella para continuar con su tarea, ésta vez con su lengua. Lo tomó de la cabeza para no perder el equilibrio y abrió los ojos para verlo desde el espejo.

Por Dios, si. Era sexy.

Esa visión, sus dedos y su lengua la hicieron llegar al límite tan fuerte que tuvo que aferrarse a sus hombros para no caer el suelo.

Sin perder un segundo Poncho se levantó,  la besó y la plantó frente al espejo posicionándose nuevamente a sus espaldas. Mientras veía su rostro enrojecido en el espejo, oyó una cremallera bajar y una bolsita romperse. Mientras, sacó su vestido y se deshizo también de su biquini.

—Lo siento, pero no puedo aguantar más.

Y de una estocada la penetro, arrancándole un gemido. Plantó sus manos en el vidrio, él tomándola de la cintura viéndola desde el reflejo casi sin pestañear. Ese contacto visual la estremeció, su mirada era oscura y le decía un montón de cosas que, en ese momento, no quería escuchar. Desvió la mirada.

—Any.. Mírame.

No quería, no. Pero por alguna razón regresó a sus ojos. Esos ojos eran un imán. Le gustaba mucho más de lo recomendable para su salud. No lo conocía muy bien, pero de algún modo, su corazón sentía que lo quería también ¿era posible eso?

Sintió su mano derecha subir desde su cadera y recorrer toda su espalda y de nuevo a abajo. Subió de nuevo pero esta vez por su vientre y su estomago hasta su pecho, apretándolo jugando con su pezón. Él sabía cual era su debilidad. Gimió arqueándose.

Desde entonces el deseo fue en aumento, cada vez más hasta llegar al clímax, haciéndolos temblar y explotar de placer.

—Ven acá —dijo Poncho una vez en su cama. Anahí obedeció y se acurrucó junto él. Luego de ese explosivo encuentro en el espejo habían subido y la había tendido en su cama, como en la foto, y la había hecho suya de nuevo. —Eres increíble.

—¿Por qué? —preguntó.

—No lo sé, solo siento que lo eres.

—Digo ¿increíble solo en la cama?

El volteó la cabeza para mirarla.

—No solo en la cama. Eres increíble en todos lados.

—Si casi no me conoces ¿como piensas eso?

Poncho pensó un momento.

—Si algo se bien de ti, es que si comienzo a saber más cosas de tu vida, esas cosas me gustarán.

Anahí rió con desgana.

—No hay mucho que saber tampoco, soy una chica común.

—Una chica común que le ha costado pero ha cumplido sus sueños.

Ésta vez sonrió con vergüenza. Por un instante quiso contarle cosas de ella. Como lo sola que se sentía y lo poco que creía que algún día llegaría el indicado. La poca comunicación que tenía con sus padres y lo mucho que los extrañaba. Y sobre todo, lo bien que se sentía a estar con él y con Ana Paula. Pero no iba a asustarlo con eso último, como tampoco iba a darle lastima con las dos primeras cosas. Era mejor guardarse todo.

—¿Has estado enamorado alguna vez?  —la pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerse y se arrepintió por ello. Pero en el fondo quiso saberlo.

—Mm, en cierto modo lo estuve de Paulina. Fue un romane fugaz pero muy intenso. Hasta que bueno, su madre se entrometió. Descubrí que ella aún vivía bajo las faldas de su madre y no me gustó nada eso.

—Mm..

—¿Y tú?

—¿Yo? —él rió.

—Si, tú.

—Mm.. —pensó el Rodrigo, no se sintió muy enamorada como lo pintaban en las novelas, pero fue lo más cercano— creo que si. Hace un año tuve un novio. Lo quería y creía que él también me quería. Hasta que descubrí que también quería a su secretaria.

—Auuu.. Que mal eso.

—Y lo peor no es eso.. Los descubrí en nuestro primer aniversario, cuando fui a su oficina a darle su.. «regalo»

—Que idiota ese guey.. ¿Perder ese regalo? Hay que ser tonto.

—Pues ya ves..

—Bueno, mejor así. Estás conmigo —la abrazó colocándola sobre él.

—¿Estoy contigo? —entrecerró los ojos.

—Si..  ¿Acaso no?

—Bueno, dijiste que solo era físico lo nuestro ¿no? Mi corazón está reservado a quién yo quiera dárselo.

Sin preverlo, Poncho sintió una punzada de celos. Quizá tenía solo su cuerpo, pero cuando alguien tuviera su corazón también tendría su cuerpo.. Y él nada.

Sus celos fueron aún más fuertes desde entonces.

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Capítulo nuevo para celebrar mi cumpleaños 😍🎂🎉🎈💃 espero les guste. Muak!

La Profe de Baile (terminada) Место, где живут истории. Откройте их для себя