Capítulo 14

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—Anahí... ¿ya saliste de dudas? —dijo Maite sin saludar cuando su amiga contestó la llamada.

—Maite, por Dios, deja de ponerme más nerviosa. Solo fue un simple virus.

—Solo es para que salgas de dudas, amiga. Te programaré una cita aquí en la clínica ¿vale? Hablaré con el Dr. Smith, podrá atenderte mañana a primera hora y...

—¡Maite! —la interrumpió— conozco mi cuerpo, y no estoy embaraza. Además, ya estoy bien.

—Y yo soy médico, conozco los síntomas. Hazme. Caso. Por. Una. Vez. En. Tu. Vida ¡Coño!

De nuevo comenzarían a discutir. Esta era la cuarta vez en la semana que su amiga insistía en que se hiciera la prueba.

—Ok, solo lo haré para demostrarte que no pasa nada.

Pero aunque se negaba a admitirlo ¡le daba pánico! Había pedido reposo porque se había descompuesto el viernes por la tarde en los ensayos, solo sería ese día, pero ese malestar abarcó toda la semana. Ahora ya se sentía algo mejor y debía regresar a su trabajo.

«Sólo fue un virus» se decía. El día anterior a su malestar había comido sushi con Alfonso y Ana Paula y había achacado su malestar al pescado. Pero el sushi jamás le había revuelto el estomago con solo olerlo. Por Dios ¡era su plato preferido!

No podía estar embaraza.. No. No quería hacerse ninguna prueba que le arrojara un resultado contrario al que ella quería. Eso iba a derrumbarle la vida, tanto la personal como la laboral..

No, eso no podía pasar, rió histéricamente, siempre se habían cuidado.

A excepción de la primera vez...

Habían estado tan desesperados por el deseo y el alcohol que el preservativo paso a segundo plano. Solo fue esa vez ¿que posibilidades había?

No podía haber ninguna, se dijo. No podía permitirse estar embaraza del padre de su alumna y que la corrieran de la Academia a la que tanto le había costado entrar, no podía pasar por esa humillación. Había tenido tanto cuidado de que nadie descubriera sus encuentros que no podía caer así.

No podía perder su trabajo, así que, la noche anterior y con todo el dolor de su alma, había decidido cortar todo con Alfonso e iba a decírselo ese día. Era lo mejor.

Cuando Alfonso entró al salón vacío con Ana Paula sus defensas flaquearon un poco, pero logró contenerse. Vio el reloj y aún faltaban 15 minutos para esa clase. Típico de él.

Ana Paula corrió hacia ella y la abrazó con cariño.

—Any, te extrañé muchísimo. Mi papá también. Queríamos ya verte, nos hiciste mucha falta —a Anahí se le formó un nudo en la garganta, nunca se había sentido querida tan incondicionalmente por alguien, aparte de Maite, y eso la hizo sentir peor.

—Yo también, no imaginas cuanto enana.

Ana Paula de regaló unas galletitas que en ese momento le venían bien y, luego de otro abrazo, fue a reunirse con sus compañeras que esperaban en el patio dejándola sola con Poncho.

—Hola —sonrió y sus piernas flaquearon.

—Hola, Poncho.

Él se acercó y la rodeo con sus brazos y ella se aferró a él.

—Por Dios, te echaba tanto tanto de menos.

—Solo fue una semana, tonto.

—Pues me pareció un siglo.

La Profe de Baile (terminada) Where stories live. Discover now