Capítulo 31.- Demasiada información para asimilar.

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Tras las vacaciones la rutina en la cafetería fue la misma de siempre. La misma rutina que me envolvía desde hace meses y meses. Turnos, clientes, conversaciones sin importancia... pero todo unido a algo más. Algo había cambiado. La presencia de Clarke en mi cafetería hacia que el lugar fuese casi mágico, como si todo el ambiente se contagiara de su personalidad, de su risa, de su presencia, de su olor. Y así sin darme cuenta llegué a la gran conclusión de que Clarke formaba parte por completo de mi vida. Y posiblemente ahora mismo yo ya no sabría actuar sin que ella estuviese a mi lado, aunque el hecho de hablar y moverme ante su presencia me resultase complicado, ahora lo único que quería era seguir compartiendo mi vida con ella. Aunque quizás ella me viese en un segundo plano, aunque para ella mi presencia no despertara ni la milésima parte que la suya despertaba en mí. Poco me importaba. Sólo pedía que las cosas siguieran así y que ella continuase formando parte de mi vida.

Y por supuesto que Clarke estaba al pie del cañón como cada día. Me encanta ver como se desenvolvía de forma majestuosa en el trabajo. Me gustaba verla hablar con los clientes con esa magia que desprendía, con esa sonrisa que podría paralizar al mundo entero. Pero había algo más que entraba a escena. Y es que en ocasiones nuestras miradas se encontraban a lo largo de la jornada, de forma casi fugaz, pero que a mí me hacia sonreír, teniendo que apartar la mirada para no parecer una tonta y estúpida ante sus ojos. Para no parecer alguien completamente absurdo y embobado por su presencia.

-¿Qué pasa ahí? –Pregunté a mi amigo, apoyada en la barra mientras me deshacía de la bufanda que Clarke me había regalado, y observando a la rubia hablar con el estúpido repartidor que siempre nos la jugaba.

-Clarke le ha cantado las cuarenta al panoli ese. –Dijo mi amigo poniendo una mueca en su cara. –Menudo genio tiene. Vaya con la rubia. –Silbó flojito entre nosotros.

Y mientras ambos veíamos como el repartidor abandonaba con la cabeza gacha la cafetería, Clarke se acercaba a la barra, junto a nosotros de forma tranquila y segura.

-En unas horas traerá el pedido bien. –Informó mientras le entregaba a Lincoln un par de hojas del pedido.

-¿Enserio? –Preguntó mi amigo un tanto escéptico, sin dar crédito a lo que estaba diciendo, y la verdad es que yo también me sentía en su situación.

-Ajá. –Dijo ella repasando la lista del pedido para comprobar que todo estuviera en orden.

-¿Cómo lo has hecho? –Pregunté yo interesada. Siempre había tenido problemas con el chico ese y siempre acababa rindiéndome.

-Es secreto. –Sonrió al elevar su rostro y encontrarse con mis ojos. –Voy a atender a esa mesa. –Señaló detrás de mí, donde un grupo de chicos acababa de entrar de forma bastante llamativa, envueltos en risas y comentarios.

Al pasar por mi lado se detuvo un momento para colocar bien el cuello de mi camisa, el cual de forma rebelde se había puesto a su antojo. Y estaba claro que yo no me iba a quejar de eso, porque gracias a su rebeldía pude comprobar de nuevo el tacto de Clarke en mi piel, exactamente cerca del cuello, donde mi pulso sin remedio alguno comenzó a acelerarse.

-Así mejor. –Dijo regalándome una sonrisa tras poner el cuello en su sitio para después marcharse a atender dicha mesa.

-Vaya. –Sonrió Lincoln de forma pícara cuando Clarke desapareció de la escena. –Cómo te cuida... ¿No? –Preguntó sonriente.

-¿De qué hablas? –Le pregunté yo un poco a la defensiva, aún sabiendo perfectamente a lo que se refería.

-Oh. Lo sabes perfectamente. –Se burló él sonriendo plenamente. -¿Cuándo vas a atacar? –Me preguntó mientras yo abría los ojos por completo y mirando de reojo a Clarke, quien se encontraba gracias a los dioses aún atendiendo a la mesa.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora