Capítulo 10.- Pensar, pensar, pensar.

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¿Cómo me había sentado la noticia de que Clarke tuviese novio? Creo que fue más que evidente con mi salida casi instantánea de la escena. Fui presa de mis propias sensaciones, unas sensaciones que nunca había experimentado. Unas sensaciones que me colapsaron y de las que me costó recomponerme, o más bien, intentarlo. Porque aunque pude terminar la jornada laboral al lado de Clarke, evitando en todo momento quedarme a solas con ella, lo peor fue la noche. Una noche que por poco me hace enloquecer. Una noche en la que mi cordura flaqueaba por momentos, por cada vez que la voz de Clarke soltando la dichosa información volvía una y otra vez retumbando en mi cabeza y en mis oídos, haciendo que mi desdichado corazón sufriese inevitablemente.

-¡Dios mío! –Gruñí revolviéndome en la cama, cubriendo mi cabeza con la almohada, intentando de esa forma aislarme por completo del mundo exterior y de mi propio mundo interior, el que más lograba torturarme últimamente. -¡Qué demonios me está pasando! –Me regañé levantándome casi de un impulso de la cama y dirigiéndome a una pequeña estantería en mi habitación dónde tenía mis libros favoritos, esos que me gustaba releer una y otra vez.

Intenté refugiarme en la lectura y sensación placentera que sentía cada vez que releía cada párrafo de Marina. Disfrutaba perdiéndome en cada una de sus oraciones, palabras, incluso en sus puntos y comas.

Y creo que gracias a la lectura pude conciliar el sueño por unas cuantas horas. Gracias Carlos Ruiz Zafón por permitir a mi mente el respiro necesario, por lograr despejarla y poder relajarme lo necesario para entregarme durante tiempo limitado a los brazos de mi querido y ansiado Morfeo.

Al siguiente día mi amigo Lincoln volvió a la cafetería, perfectamente sano y lleno de energía, una energía arrolladora que aplastaba por completo mi pésimo estado de humor, no sé si fruto de mi falta de descanso o por la angustiada sensación que sentía aún recorriendo mi pecho desde el día anterior.

Aún así tenía las fuerzas necesarias para regalar alguna que otra sonrisa a mis clientes más fieles, ellos no tenían la culpa de que yo fuera una estúpida y tonta a la que una simple frase le provocase ese daño. Ni tan siquiera entendía mi propio comportamiento. ¿Qué demonios me estaba pasando? ¿Qué había hecho Clarke conmigo? ¿Por qué me afectaban tanto sus cosas? ¿Por qué lograba que cada palabra suya me afectara directamente?

-Maldita sea. –Gruñí envuelta por completo en mis pensamientos mientras esperaba por un pedido que Indra preparaba. De nuevo mi mente se encontraba perdida por completo en todos esos pensamientos.

-Cielo. Ya está listo. –Me dijo Indra con una sonrisa, salvándome así de mi propia cabeza que no paraba de dar miles de vueltas de nuevo, capaz de poder colapsar en cualquier momento.

Me dirigí a Octavia y Raven, las dueñas del pedido, mientras ellas hablaban tranquilamente con Lincoln.

-Aún no me lo creo. –Decía Raven moviendo la cucharilla de su café.

-¿Oye y por qué no? –Preguntó Lincoln apoyado sobre la barra.

-¿De qué habláis? –Pregunté a ver si con su tema de conversación podría despejarme un poco. Error. Un maldito error.

-De Clarke. –Contestó Octavia sin tapujo alguno. –Raven dice que su sensor no miente y que esa chica es lesbiana.

-¿Enserio estáis hablando de eso? –Pregunté yo un poco incrédula, pero la verdad que el tema me resultaba un poco interesante. Si Raven pensaba eso... cierto era que la castaña siempre alardeaba de pillar todas esas cosas al vuelo.

-Es que nunca fallo. –Dijo Raven con un gesto de decepción. –Hubiese puesto la mano en el fuego por ello.

-Quizás sea bisexual. –Dijo Lincoln interviniendo en la conversación, ganando la atención del resto, incluso la mía.

Tal vez (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora