c u a r e n t a i s e i s

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Capítulo 46



No puede ser...

Sergio estaba con una chica, abrazándose, riéndose y besándose. La chica era Savanna.

— Sof... ¿estás bien? — preguntó Ale al ver mi silencio y mi cara inexpresiva.

No tenía palabras, no me salían.
Ale me cogió y me llevó con los demás para que dejase de ver esa escena.
Mi corazón se partió en mil pedazos al ver a Savanna y Sergio uniendo sus labios, quería ser ella, pero se ve que he llegado tarde.

— Ey, ¿estás bien? Te veo pálida. — comentó Alba.

Yo sólo asentí, no podía articular palabra alguna. Las chicas me miraron raro y en ese momento alguien interrumpió la conversación que mantenían mis amigos.

— Chicos, ya que estáis casi todos aquí quería presentaros a mi novia. Savanna, mis amigos. Chicos, esta es mi novia, Savi. — los dos tenían una sonrisa de oreja a oreja.

Todos se quedaron en silencio  nadie se atrevía a decir una palabra.
Me escondí detrás de Dani, no quería verle ahora, no así.

Los demás entendieron mi acción e intentaron que Sergio no me viese.

— ¿No vais a decir nada? — a Sergio se le notaba molesto.

— Emm... sí, claro. Enhorabuena. — Lucas sonrió, al igual que todos los demás.

— Felicidades por el noviazgo. — Alejandra sonrió falsamente.

— Gracias, chicos. Es muy importante para mí, ella ha cambiado mi vida. — él abrazó a Savanna y mis lágrimas comenzaron a salir, sigilosas y sin causar ruido.

Isco y Alba se dieron cuenta de ello y se dirigieron los dos hacia los novios, para intentar entretenerlos y así poder darme tiempo a irme sin que me vieran.

En el momento en el que les llevaron un poco más lejos, salí corriendo hacia las instalaciones interiores de la Ciudad Deportiva, seguida de Dani.

Llegué adentro y mi llanto se hizo presente, lágrimas corrían por mis mejillas y los ojos se iban poniendo rojos.

— Sof... — llegó Dani detrás. — Eh, cálmate. No llores. — me llevó a un sofá que había en la entrada y allí nos quedamos hasta que dejé de llorar.

— Ahora sí que sí, lo he perdido. — fue lo primero que pude decir desde aquella escena.

— Claro que no, So...

— No me mientas, Daniel. — le corté fría. — Él ahora es feliz.

— Eso es lo que aparenta, me apuesto el cuello a que te sigue queriendo. — intentó animarme, pero era imposible.

— Él ha sufrido mucho por mi culpa y ahora que ha vuelto a ser feliz con alguien no se lo voy a estropear, no debería haber vuelto. — las lágrimas amenazaban con salir de nuevo pero las contuve.

— Y tú has sufrido mucho por su culpa, él no es un santo y lo sabes. Hasta hace unos días, Sergio no hacía otra cosa que beber, no salía de casa y estaba sumido en una depresión.

— Por mi culpa, Dani. Eso fue por mi culpa. — me imaginé a Ramos en esa situación y me di asco a mi misma. — Savanna le ha cambiado y ha hecho que vuelva a ser el de antes, ¿verdad?

— Bueno... se podría decir que sí, pero...

— No hay peros que valgan, él está mejor sin mí. Gracias por intentar animarme. — le di una pequeña sonrisa y me levanté. — Ah, y enhorabuena por lo de Alejandra, me alegro de que estéis juntos. Te mereces ser feliz. — me di la vuelta y salí de las instalaciones.

No tenía coche, ya que me había traído Ale, así que caminé hasta la parada de autobús.
Me senté y lo único a lo que me dediqué en el camino fue a mirar por la ventana y dejar caer unas silenciosas lágrimas.





Llegué a mi casa hecha polvo. Iba a ir a darme una ducha pero mi móvil sonó.

— ¿Sí? — contesté a la llamada.

— ¿Es usted la señorita Martín? — era la voz de una mujer.

— Sí, soy yo. ¿Qué pasa?

— Lamento informarle de que sus padres han sufrido un accidente de tráfico.

— ¿¡QUE!? ¿¡ESTÁN BIEN!? — grité histérica.

— Tranquilicese, están en el Hospital La Paz en urgencias, puede venir a verles. — anunció la mujer, colgué el teléfono y salí como una bala hacia el hospital.



Mientras iba en el coche, decidí llamar a Ale, estaría con todos los demás.

— Hola, Sof. — saludó Ale. — Te pongo en manos libres. — al parecer los chicos también estaban ahí, lo que incluía a Savanna y Sergio.

— Mis padres han tenido un accidente, están en urgencias... yo... voy allí... — sollocé mientras dirigía el coche al aparcamiento del hospital.

— ¿Que ha pasado? — preguntó Dani.

— Tranquila, vamos contigo. — dijo Alejandra.







Llegué a la zona de información y ayuda.

— Oiga, mis padres han tenido un accidente de tráfico. Se llaman Nuria y Jesús Martín, por favor, dígame donde están. — mis nervios aumentaban y la lentitud de la señora que estaba en el mostrador no me ayudaba.

— Sí, aquí me sale. Están en la planta 3, habitación 310. Pero ahora mismo están en el quirófano. — me informó con total tranquilidad.

— ¿Y donde está el quirófano? — pregunté enfadada.

— Planta 4.

— Gracias. — agradecí con una sonrisa sarcástica y fui corriendo al quirófano.



Algo grave les había pasado para estar allí. No pueden morir.
Ahora que había perdido a Sergio no podía perder a mis padres.


Mejores Amigos. Sergio RamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora