t r e n t a i u n o

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Capítulo 31



Llegué al restaurante que me traía tantos recuerdos del primer día que conocí a Dani. Me senté y le esperé, no tardó mucho.

Se sentó conmigo y pedimos la comida.

— ¿Cómo ha ido tu fin de semana romántico? — preguntó Dani para romper el hielo.

— Lo hemos pasado bien, ha sido muy bonito — dije sin ánimos.

— Ya, pues por lo que veo no estás muy ilusionada. — dijo observando mi rostro. — Puedes contarme lo que sea, sigo siendo tu amigo. — dijo él brindándome una sonrisa.

Yo le sonreí y le conté todo lo ocurrido, absolutamente todo. Dani me entendió.

— Escucha, no quiero que sufras por Sergio. Será mi amigo, pero no le voy a permitir que juegue a dos bandas contigo y con Pilar. — cogió mi mano. — No eres el segundo plato de nadie ¿vale? Y yo te voy a seguir apoyando, como siempre he hecho.

— Gracias, Dani, yo... — no tenía palabras. — Siento haberte hecho daño.

— Mira, Sofía, yo te quiero mucho, y mis sentimientos no van a cambiar porque eres mi amiga. — hizo una pausa. — Y sé que tu quieres a Sergio, y sé que él a ti también. Así que quiero que toda esta movida que hemos tenido la olvidemos.

— Pero Dani, ¿cómo vas a olvidarlo? No se olvida tan fácil a alguien que te gusta. — dije mirando sus ojos marrones.

— Lo se, pero todo en esta vida se supera y me ha quedado claro que no tenemos posibilidades como pareja, Sof. — me sonrió. — Lo superaré.

— Entonces... ¿Ya estamos bien? ¿Seguimos teniendo nuestra amistad? — pregunté sonriendo.

— Pues claro, es más, yo te sigo considerando mi mejor amiga. — sus ojos miraron los míos.

— Yo igual. — sonreí.

No me lo pasaba tan bien desde hace tiempo. Congeniaba tan bien con Carvi, era mi mejor amigo. Y ya sé que es sólo amistad, ya he aclarado mis sentimientos, más o menos.

Dani y yo nos despedimos y volví a mi casa. Al llegar me encontré a Izaskun y Marina sentadas en el sillón. Las saludé y me pidieron que me sentara con ellas.

— ¿Pasa algo? — pregunté sentándome.

— Pues queríamos informarte de que, bueno, no vamos a vivir más aquí. — dijo Marina.

— ¿Como? — pregunté extrañada.

— Verás, la carrera que tengo que coger con las asignaturas adecuadas no están en ninguna universidad de Madrid. He aguantado aquí en una carrera parecida a la que quiero estudiar con las misma asignaturas, pero me mandan fuera de Madrid. Así que me voy a Cádiz a estudiar. — dijo Iza.

— Y a mi me han trasladado, al sacarme el curso de portugués me llevan a Portugal a ser periodista deportiva. — explicó Marina.

— Entonces... ¿No os voy a ver en un tiempo? — pregunté aún asimilando la situación.

— En un largo tiempo. — dijo Iza.

Las tres nos dimos un abrazo muy grande, las iba a echar de menos.

— ¿Cuando os vais? — pregunté mientras nos separábamos.

— Ya tenemos hechas las maletas, nuestros aviones salen a las cinco. — contestó Marina — De hecho, nos íbamos ya. Te estábamos esperando para avisarte

Las dos se levantaron y cogieron sus maletas.

— Os llevo yo al aeropuerto. — las dije cogiendo las llaves de mi coche.

Ellas no pusieron pegas y nos fuimos directas al aeropuerto. Nos volvimos a abrazar las tres y cada una se fue a su avión. No nos veríamos en un largo tiempo.

Me monté en el coche y puse rumbo a casa. En el camino me puse a pensar en lo de siempre, lo que rondaba mi cabeza a todas horas... Sergio.

Yo le quería, muchísimo, pero odiaba que él estuviese casado y que encima no tuviese el valor de contárselo a Pilar. Ella no me caía bien, pero tampoco se merecía vivir engañada. Eso no se lo deseo a nadie, al fin y al cabo es lo peor que te puede pasar. Estar viviendo una mentira.

Llegué a casa, aparqué y subí hasta el ático. Una vez allí, cerré la puerta, quité mis deportivas y fui a la nevera. Cogí un helado de chocolate y me senté en el sofá a ver alguna película.

Eché las cortinas de la terraza para que no entrara luz, bajé las persianas de las ventanas y encendí la televisión. No sabía qué película ver, así que puse mi película favorita de dibujos: Zootropolis.

Amaba esa película y, a lo mejor, me subía un poco el ánimo.

La película estaba a punto de terminar, e instantáneamente mis lágrimas salieron. Como odiaba llorar por cualquier tontería. Y encima él no salía de mi cabeza, joder. El llanto se volvió más grande y acabé llorando como un bebé.

¿Cómo he podido acabar así? Llorando por un hombre, eso jamás, me lo he prometido a mi misma. Se lo he prometido a Ale y Dani, y les he fallado. Me he fallado a mi misma. Odiaba esto.
No quería seguir llorando, pero las lágrimas salían sin querer, lo que me hacía parecer débil y no lo soy.

No iba a seguir así. Limpie mis mejillas y me levanté del sillón. Tiré el helado a la basura, apagué la televisión y dejé que la luz entrara en mi casa. Subí a mi habitación, me deshice de la ropa y me metí a a ducha. Me ayudaría a relajarme y pensar.

Al salir, me miré al espejo.

- Tienes que hablar con Sergio ya, Sofía - le dije a mi reflejo

Me di unas cuantas miradas más y procedí a secarme y vestirme:

Me di unas cuantas miradas más y procedí a secarme y vestirme:

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Aún siendo mayo, las noches eran frías. Eran aún las 19.48 así que tendría que esperar a la noche para poder hablar con Ramos.
Le iría a buscar sin avisar, quería pillarle por sorpresa. Hoy Pilar trabajaba en El Hormiguero, así que él estaría solo.

Ya eran las 21.38, la hora perfecta. Me subí al coche y puse rumbo a la casa de Sergio.






Mejores Amigos. Sergio RamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora