Midnight Tales by Park ChanYeol

6- El arte de compartir

      "Hubo un tiempo donde salir al bosque era seguro, una de las mejores fuentes de diversión para chicos y grandes y hasta el lugar favorito para tener un descanso de la rutina o lo difícil que era ser un animal viviendo en un valle, en una sociedad que se ignoraba y que los humanos creían remotamente posible.

Esta seguridad que los animales tenían se fue extinguiendo poco a poco conforme los peligros del bosque se fueron haciendo presentes, y no solo por medio de lobos o cazadores que amenazaban con sus armas de fuego a todo aquel que se moviera y respirara, sino por los intento de construcciones que tenían y las guerras que parecían abundar en ese tiempo.

Los animales descubrieron de la peor forma que los terrenos tan agradables del bosque estaban minados en secciones, todas aleatorias y confusas para ellos, por lo que difundieron el mensaje de alejar a todo aquel que intentara siquiera poner un pie en el bosque.

Las advertencias no eran suficientes, muchas veces lograban entrar sin que nadie lo notara, de momento, pues luego la gran explosión y el hueco que quedaba en el sitio donde antes estuvo un parlanchín mamífero, era el único recuerdo que quedaba de este.

El tiempo transcurrió, se hicieron toques de queda y todos, entendiendo, aceptaban aquello solamente para preservar su vida. No faltaron ocasiones donde, mediante una asamblea se pedía limpiar el bosque de aquellas alimañas, pero ningún voluntario había para arriesgar su vida de esa manera.

No fue sino hasta muchos años después que los humanos quitaron sus minas y dejaron al bosque en una calma tan tenebrosa que siguieron sin pisar siquiera el borde. Los animales tenían aún miedo de ingresar y que no estuviera todo retirado, por lo que fue nombrado como <El bosque tenebroso>, cortesía de los pequeños.

Un día, cuando los gatitos se encontraban en la hora de receso, vieron muy felices el desfile de mariposas que pasaba por el camino central frente a la escuela. Todas iban alineadas, con sus multicolores alas revoloteando sin parar. Todos gritaban asombrados que las mariposas se veían como magia que iluminaba el pueblo tan tranquilo, pero no todos estaban prestando atención.

Uno de los gatitos estaba distraído en una peculiar mariposa de color rojo y azul que se desvió de su camino. El pequeño minino saltaba con su garrita en alto para intentar agarrar a la mariposa, pero no podía, y siendo tan torpe, ensuciaba su blanco pelaje. Al pequeño poco podía importarle eso, luego podría darse una ducha de saliva y estaría como nuevo. Sin embargo, lo de su prioridad era la encantadora mariposa rebelde. Dando saltitos de un lado a otro, con sus garritas en alto y su delgada voz que gritaba con emoción "¡Ven, ven, no te haré daño!", el gatito fue persiguiendo a la mariposa por el camino. La siguió hasta que ya no pudo más, cuando estaba cansado y se detuvo un momento al recargarse en un árbol cercano. Fue hasta entonces que, mirando a su alrededor, que se dio cuenta de que no conocía en dónde estaba.

Estaba rodeado de árboles, unos árboles tan enormes que le hacían sentir el más pequeño de los seres. Claro, a excepción de esa mariposa que rodeaba el árbol en el que estaba, como si le invitara a seguirla y jugar juntos de nuevo. El pequeño minino no se hizo mucho del rogar y, poniéndose en sus cuatro patas, corrió tras el insecto. Corrieron mucho, estaban riendo juntos y no se fijaban en dónde estaban pisando. No fue hasta que el minino cayó en un pozo que el juego terminó. La mariposa siguió volando, sin percatarse de los gritos de auxilio que daba su nuevo amigo.

El gatito estaba asustado, allá abajo estaba sumamente oscuro y no era agradable por su miedo a las arañas, pues ahí se veía muy tenebroso. No se dio por vencido, gritó y maulló lo más alto que podía, con desespero en la voz y las pequeñas lágrimas mojando su blanco pelaje. Intentó muchas veces escalar, pero sus garras eran tan pequeñas y él tan torpe que fracasaba en su labor,