3- Los siete cabritillos de Max

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"Cuentan por ahí que hace mucho, pero mucho tiempo atrás, en las profundidades del bosque de los Kodamitas, una familia de cabritos vivía muy felices en el bosque. Esta familia era poco común, puesto que no tenían a su mamita, ella había ido a recoger bayas. Eran muy felices solamente con Max, su papá quien, tan amoroso como siempre, les cuidaba de los peligros que presentaba el bosque. Max tenía siete cabritos muy lindos, cada uno distinto al otro, unos mayores y otros de edades muy acercadas.

Yoshi era el mayor, tenía 13 añitos, era seguido por Brent, de nueve; Adrien, de tan sólo siete años; Zack, a quien de cariño le decían Zacky, tenía seis años; Alexander tenía cuatro años y, los de edades más cercanas, Oliver, de cuatro, y Daryel, de tres y medio, eran los encargados de enloquecer a su papá. Sin embargo, y pese a todo, se querían mucho y se cuidaban de quien rondaba siempre cerca, acechando.

La familia, no tan pequeña, vivía felizmente de las bayas que Max salía a buscar por la mañana, sin embargo, Oliver, antojado, había pedido al despertar un pastel de frambuesa, haciendo mañas para ello y asustando a sus hermanitos. Los pequeños le rogaron a su padre que complaciera a su hermanito, pero, para eso, debía ir al mercado a conseguir algo de harina y mantequilla para el pastel.

Todos le animaron a ir, les emocionaba la idea de comer algo tan delicioso como lo era un pastel, y hasta Yoshi prometió ser un buen niño y cuidar de todos sus hermanos. Max, enternecido, finalmente cedió a las caritas con pucheros (y la fruncida de Oliver) y asintió.

-Muy bien, mis niños, pero deben poner mucha atención en lo que les voy a decir. Afuera hay un lobo malo...

-¿El lobo Gerobiz? -interrumpió Daryel, llevándose su pezuña a su boquita, con duda. Max, carraspeando, sin saber si reír o negar con la cabeza, iba a retomar la palabra, pero, de inmediato, Oliver se adelantó a jalarle la orejita a su hermano menor, haciéndolo chillar.

-Por supuesto que no, tonto. Ese lobo no se llama así y es un gordito que necesita domarse, eso es todo -argumentó, con valentía, como si él fuera lo suficiente astuto como para poder contra el aterrador, alto y, nuevamente, aterrador lobo.

Una disputa se iba a dar, donde Adrien y Yoshi intervendrían para calmar a sus hermanos menores, mientras los demás miraban con cansancio y molestia la escena. Sin embargo, Max pudo evitarlo al elevar la voz.

-¡Déjenme hablar!

Todos los cabritos se callaron y bajaron la cabeza, pidiendo disculpa de ese modo y haciendo suspirar a su padre por ello.

-El Lobo Lane no tiene apellido, pero pueden ponerle ese si quieren. Lo que les quería decir es que no se dejen engañar por él, es muy astuto y tratará de robárselos en la primer oportunidad que tenga.

-Papi -llamó Adrien, bajo y con duda.

-¿Sí?

-¿Cómo sabremos que es el lobo Lane?

-La nena... -murmuró Zacky a sus espaldas para sí, riendo por lo bajo y recibiendo un suave codazo de Oliver. Entre ambos se sacaron la lengua a escondidas de su padre, luego, volvieron a verle para saciar su curiosidad. Vieron a su padre meditar un momento la cuestión de Adrien antes de, con mirada segura, afirmar.

-Muy fácil -chasqueó la lengua-. No soy tan alto, y miren mis patas -siete pares de ojos se posaron en las patas de su padre, observándolas-, son blancas. Además, nadie puede saberse las palabras mágicas de papi.

Midnight Tales by Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora