5- Muñeco de nieve favorito

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"Érase una vez, en un pueblo donde los niños abundaban, una nevada que dejó los primeros días finos copos de nieve, como fino encaje que le daba un toque acogedor y maravilloso al lugar. Los días que le siguieron sirvieron para que nieve se acumulara, que pasa de un centímetro a diez, de diez a quince y hasta veinte centímetros. No era la peor nevada que la ciudad había padecido, pero Dantesfall no siempre estaba preparado para ellas.

Era un día gélido cuando el muñeco de nieve más hermoso, como sus creadores nombraron, fue construido. Estos habían conseguido el permiso de su madre para salir al jardín de enfrente para jugar a guerras de bolas de nieve. Hasta ese entonces todo iba tranquilo, dos niños pequeños se lanzaban intentos de bolas de nieve y reían sin parar mientras el agua congelada le daba directo en la piel. Cuando el aburrimiento llegó y el par de niños no supo qué hacer, uno tuvo una idea:

ㅡ¿Construimos un muñeco de nieve?

Su hermano había asentido varias veces con la cabeza, emocionado y dando saltitos sobre la húmeda nieve, chapoteando y causando que el primero se cubriera un poco. Juntos, corrieron al interior de la casa, sin importar que estuvieran manchados de ese líquido gélido y que este fuese a terminar en el piso de madera.

Casi en cuanto entraron, su madre les interceptó, con el entrecejo ligeramente fruncido y los brazos cruzados en un plano pecho. La delgada mujer los escudriñó con la mirada, deteniéndose en sus zapatos y pidió que se los retiraran si a la casa querían entrar.

Los niños se quejaron, inconformes y alegando que solamente serían "cinco minutos, mami", pero la mujer se negaba a dejar que sus hijos ingresaran de ese modo a la vivienda. Con un puchero en la cara, cada niño se quitó sus botas y las reemplazó con unas pantuflas que estaban junto a la entrada. Su madre les sonrió, los dejó pasar y los pequeños corrieron emocionados hacia su alcoba.

De un baúl que tenían al fondo de la habitación, sacaron recipientes parecidos a cubetas y cosas que pudiesen ser de ayuda para crear el mejor muñeco de nieve que pudiese existir. Metieron todo en una bolsa, en un saco de mimbre y, parándoselo en mayor por un hombro, corrieron a la entrada.

Nuevamente su madre les esperaba, los miraba directamente, pero esta vez con curiosidad. "¿Para qué llevan todo eso?", indagó ella. "¡Para el mejor muñeco de nieve de la historia!". La mujer sonrió, asintió con la cabeza y antes de que los niños salieran de la casa, les detuvo. Los pequeños bufaron de inmediato, pues esta ya era la segunda vez que aquello ocurría, así que solamente la miraron, preguntando mudamente qué pasaba. La mamá les señaló las botas junto a la entrada y los niños comprendieron a qué se estaba refiriendo con ello.

Dos minutos más tarde y el muñeco de nieve fue comenzado. La primer cubeta fue tirada en un sitio sin especificar al principio, y luego de una pequeña disputa porque los pequeños debatían sobre el lugar de construcción, una segunda y tercera cubeta cayó sobre el bulto tan diminuto que formó la primera. Una a una, con diligencia y entusiasmo, fueron cayendo y cayendo hasta formar una pequeña montaña. Los niños se alejaron para poder visualizar bien cómo iba su más grande creación, pero la parte de abajo, y la única que hasta ahora habían hecho, estaba en punta, no en una bola, como debería ser. El más grande se llevó el índice a la boca, y se puso a pensar alguna manera para remediar ello cuando, el menor, caminó hacia ella y comenzó a palpar la nieve.

El más grande le dijo que ahí lo dejara, que le dejara pensar, pero instantes después, captó lo que su hermano quería hacer. Sonriendo muy amplio, se sumó al arduo trabajo de su hermanito y siguieron palmeando la nieve hasta formar al menos algo ligeramente redondo. Cuando volvieron a verla, se encogieron de hombros y siguieron poniendo nieve encima de la primer bola.

Midnight Tales by Park ChanYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora