2015, Junio 23
Se despertó de golpe con la voz de la azafata hablando de fondo. Se reincorporó en el asiento, y levantó la cortina de la ventana para poder ver mejor el paisaje. Por lo que decía la mujer al micrófono, eran las seis de la mañana y faltaban unos veinticinco minutos para pisar tierra.
El sol se asomaba con alegría por el horizonte, y ya se podía ver la ciudad con bastante claridad.
Luego de unos quince minutos, el avión aterrizó en el aeropuerto de Londres. Ahora ya estaba en casa.
Y qué mejor bienvenida que una llovizna veraniega.
Bajó del avión, busco sus maletas e hizo el papeleo, y finalmente salió del aeropuerto dando un profundo suspiro. Se acomodó el abrigo y agarro con fuerza su equipaje, dando su primer paso firme en el suelo londinense.
[...]
- Tome...- le extendió al taxista un par de billetes.
Se bajó del automóvil, y con la ayuda del conductor sacó sus bolsos del maletero.
El hombre lo miró y sacó un billete y monedas de su bolsillo. Alex sacudió su cabeza y le sonrió.
- Quédeselo.- el hombre asintió y se subió de nuevo al taxi, para rápidamente irse tirando humo a su paso.
Con el cabello mojado y molestándole en el rostro, Alex se apresuró para tocar el timbre de una casa conocida.
Un minuto después, Miles abrió la puerta mientras se reía, hasta que sus ojos se posaron sobre su viejo y mojado amigo.
- Hola...- dijo Alex empapado.
Miles se quedó callado, procesando la información en su disco duro. No podía creer que había vuelto, luego de tres largos años. Tenía tanto que contarle, tanto que preguntarle, tanto que mostrarle. Aunque éste momento no era el indicado, la situación sería rara pero...
- ¡Que bueno verte de nuevo!- dijo con una sonrisa.
Su viejo amigo lo dejó pasar, avisándole que le traería una toalla para que se secara. Alex asintió y esperó en la entrada, sacándose su abrigo y sus zapatos. Escuchó risas y voces en la sala de estar. Pero una en especial hizo que se paralizara.
»No puede ser ella...«
-¿Alex?- se dio vuelta y vio a su amigo con un par de toallas.
- Perdón, me suelo despistar mucho últimamente.- explicó riéndose.
Pronto las risas de la sala cesaron y Penny caminó hacia la entrada. Seguramente lo habían escuchado...
- Alex...- susurró Penny.
- El mismo de siempre.- dijo Alex extendiendo los brazos.
Penny soltó aquella expresión de sorpresa y esbozó una enorme sonrisa.
- Pensé que no vendrías, ¡me alegra verte por aquí de nuevo!- le dio un gran abrazo de oso.
- Créeme, yo también estoy sorprendido...
Después de secarse, de cambiarse y etcétera, Alex se dirigió a la sala de estar. Penny estaba sentada, con un bebé dormido en sus brazos. Miles hablaba con un chico que hace mucho tiempo no veía. Y él sabía, que aquella chica que estaba de espaldas a él, era ella.
- Ey- dijo Miles, sacándolo de sus pensamientos.
Alex entró en la habitación, captando toda la atención. Dan sonrío como siempre hacia, dulce y amigable. Pero en cambio Emily, no podía caer de las nubes. Su rostro lo explicaba todo, la sorpresa había sido enorme y algo impactante. Y nadie se esperaba su regreso, incluida Emily.
- Hola a todos.- dijo Alex con un poco de timidez, vergüenza, miedo y con la sensación de estar fuera de lugar.
- Siéntate, iré a hacerte un té.- le ofreció Miles, a lo que él aceptó tranquilo.
Se sentó justo al lado de Daniel, quien lo saludó con un apretón de manos y con una sonrisa. Emily estaba estupefacta, no podía creer que Alex estaba allí.
Estaba feliz, ya que la última vez que se vieron arreglaron las cosas, pero igualmente la situación era rara.
No era algo que una pequeña sonrisa no arreglara.
- ¿Cómo has estado? - preguntó Penny con intriga.
- Bien...- dijo Alex acomodándose en el sillón.
- ¿Te ha ido bien?
- Digamos que si. He trabajado en bares, tocando mis propias canciones. También he publicado fotografías y tuve una novia, pero no me fue muy bien que digamos...
Nadie dijo nada. Por suerte llego Miles con él té para romper un poco el hielo.
- Gracias.- y agarró la pequeña taza de porcelana.
