48. Caos

4.4K 425 39
                                    

Corremos sin descanso con la adrenalina por las nubes. Puedo notar las hojas golpeándome la cara y el cuerpo a medida me desplazo. En todo momento tengo que estar muy atenta para mantenerme en pie, el suelo es muy irregular. La vegetación nos cubre, pero no puedo dejar de pensar en que teníamos cerca a un grupo de hombres a punto de encontrarnos. Puedo oír mis pasos y mi respiración. Todo sucede con velocidad. Sé que en otras condiciones ya estaría parada, pero noto una fuerza extra en esta situación, que me permite correr sin descanso. Miro a mi derecha y compruebo que Evelin puede mantener también el ritmo. ¡Cómo quiero a esa chica también!

La vegetación es bastante espesa por aquí. A veces tengo que levantar mis brazos para cubrirme y poder pasar a través de ella. Hay árboles y arbustos por todas partes. El terreno es llano pero está cubierto por todo tipo de plantas. La luz todavía es suficiente como para saber por dónde nos estamos moviendo. No puedo oír más ruido que el que hacemos Evelin y yo sobre el suelo alfombrado de hojas, hierba y tierra. Vuelvo a tocar en mi chaqueta, los dardos siguen en su sitio.

De repente, noto caer algo muy pesado justo a mi izquierda, con mucha fuerza. Salto del susto y justo antes de mirar, escucho la voz de mi gran amiga.

—Soy yo, tranquilas —dice Ina en voz baja.

Ina corre con nosotras, se pone entre las dos y nos coge de un brazo a cada una. Una vez hace eso, apura el paso y nos guía a través del bosque.

—Por aquí. —La escucho muy seria y preocupada.

Ina corre con mucha más velocidad que nosotras, puedo notar cómo reduce su ritmo para que podamos seguirla mientras que a la vez tira de nuestros brazos y nos ayuda un poco en la carrera. Es la velocidad justa para suponernos una ayuda sin hacernos tropezar.

En una decisión inmediata, Ina frena haciéndonos reducir la velocidad. Luego gira a la derecha y empieza a correr de nuevo tirando de nosotras. Avanzamos unos pocos metros corriendo con ella. Ina mira alrededor y cuando parece localizar algo, vuelve a torcer a la izquierda. Todo el tiempo mira alrededor como si estuviese escaneando la zona.

Ya me doy cuenta, ahora lo entiendo. Está siendo guiada por Alexandria. Debe de estar subida a alguna parte y le está dando instrucciones. Avanzamos rápido hasta llegar a una especie de portal hecho con rocas. Ina nos arrastra hasta él y se agacha dentro con nosotras.

—Chicas... —Ina nos mira y nos sonríe—, la cosa está fea, hay gente por todas partes. Por eso no pudimos venir a ayudaros cuando os encontrasteis con aquellos dos hombres, nosotras estábamos anulando a dos mujeres que os apuntaban con sus armas.

Cuando oigo esto se me hiela la sangre. Me da mucho miedo saber que nos tenían en el punto de mira, pero también me siento tranquila de saber que tengo dos amigas invisibles velando por nosotras desde cualquier parte. Espero que ellos tengan el mismo miedo de saber que están siendo vigilados de esa manera.

—Pero tranquilas —continúa—, lo habéis hecho muy bien, ¡lo estáis haciendo muy bien! —Ina sonríe celebrando la capacidad de reacción que hemos tenido. Puedo notar en su tono de voz que está intentando tranquilizarnos y mantenernos centradas. De algún modo lo consigue—. Seguid así, confiad y haced lo vuestro. Disparad a todo el que os crucéis. Nosotras estamos controlándolos, saltando de árbol en árbol y buscando la manera de que estéis a salvo. Pero no podemos quitaros a todos de encima. Disparad, no lo dudéis.

Ina hace una pequeña pausa, para recomponernos.

—Escuchad. Si en un momento determinado tenéis que recargar y estáis apuradas, o habéis fallado el tiro, utilizad la culata del rifle. Con esa parte podéis golpear muy fuerte, aunque tengáis poca fuerza —dice mirando a Evelin—. No dudéis en hacerlo. Bien, ahora mirad. Tenéis que estar atentas por allí —explica mientras va señalando en distintas direcciones—, ahí hay gente que más o menos sabe dónde estáis. Hacia ese otro lado, donde ese tronco caído, hay un grupo patrullando que no sabe a qué atender. Les hemos dado un señuelo y están distraídos ahora mismo. Hacia atrás, allí, tenéis otro grupo de gente que está buscándonos a nosotras. Por el momento, deberíais ir hacia allá, pero es una zona bastante despejada. Si veis a alguien, también os verán a vosotras. En tal caso, os recomiendo que corráis. Nosotras estamos atendiéndoos, así que aunque salgan detrás de vosotras, os tenemos controladas. Si podéis pasar desapercibidas, mejor. Es nuestra mejor ventaja, nos superan con creces. Sin embargo, si os han localizado o tenéis un disparo claro y solo son uno o dos, dormidlos, sin dudarlo; aunque no os hayan visto. Eso mejorará la situación. Cuantos más dormidos haya, más fácil será desplazarse.

Ina nos mira a las dos a los ojos. Creo que sabe que tenemos miedo.

—Si un grupo grande os ve, corred. No os enfrentéis. Estad tranquilas —insiste—, porque nosotras os estamos viendo todo el tiempo. Si tardamos un poco es porque andamos arreglando algo para vosotras, sois la prioridad. Así que nada de gritos para avisarnos, eso revelaría vuestra posición a todos los demás. Confiad. Sé que es difícil, pero es la única opción —Ina está muy preocupada por nuestro bienestar, me enternece mucho oírla así. No puedo dudar de ella ni un ápice. Tiene razón, saber que están por ahí pero no gritar para avisarlas es una prueba difícil. Sin poder verlas, puede parecer que estamos solas, pero tenemos que mantener la calma. Evelin y yo asentimos con la cabeza.

Ina se recoloca, está a punto de volverse a ir.

—Pronto vendrán mis amigos a por todas nosotras. Saben dónde estamos y vienen hacia aquí. Estaremos bien, ¿vale? Sólo tenemos que aguantar un poco más, tranquilas. Mientras tanto, hagamos nuestras cosas. Moveos sin parar. Seréis más difíciles de localizar. Ellos se hablan por unos aparatos, pero les cuesta mucho localizarse. No encuentran puntos de referencia, así que es difícil que os rodeen si no es por accidente. Además, Alexandria y yo estamos cubriéndoos desde las alturas. Los estamos anulando uno a uno, grupo por grupo, y los estamos confundiendo todo el rato.

Ina se echa un poco hacia atrás y nos lanza una última mirada.

—Acordaos, salid en aquella dirección —Ina vuelve a señalar al sitio que nos había dicho— y no paréis. Confiad en vuestra intuición. Lo vais a hacer bien. Ya lo habéis demostrado.

Ina se queda parada un momento, como si se acordase de algo.

—Cuando salgamos de aquí, nos vamos a tomar helados ¿vale?

Oír eso me reconforta. Me encanta salir con Ina a tomar helados.

—Por supuesto..., ¡y tú uno de chocolate!

Nos reímos todas.

—¡Por supuesto!

En ese momento, Ina da un salto enorme y desaparece denuestra vista mientras se hace invisible.

La Extraterrestre - Infiltrada en el InstitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora