31. La pérdida

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Ina

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Ina

Noto mi cabeza balanceándose por el movimiento de los pasos. No puedo estar más indefensa, siento mis manos atadas detrás de la espalda. No puedo ver, me cuesta abrir los ojos. Los siento muy pesados y lentos. Me doy cuenta de que estoy apoyada en el hombro de alguien, me están cargando a hombros. Ahora lo recuerdo todo. Alexandria, la casa, el coche..., mis captores me están trasladando.

Puedo sentir en cada paso cómo me cuelga la cabeza. Mis músculos están flácidos y muy relajados. Yo me estoy despertando, pero mi cuerpo todavía no. De repente noto una luz intensa brillando a través de mis párpados. Hay demasiado silencio alrededor y estos olores..., creo que estamos dentro de algún tipo de edificación. El cambio de luminosidad me indica que hemos entrado en una especie de estancia nueva.

Noto cómo me descuelgan del hombro y me posan en una superficie rígida. Tiene respaldo. Es una silla. Siento manos alrededor de mí, me están agarrando entre varios. Llevan mis muñecas hacia la parte de atrás de la silla, me las están apresando fuerte contra ella. Es algo metálico, muy rígido. Lo están agarrando de algún modo, con algún tipo de remache o algo. Puedo apreciarlo en el tacto de mis muñecas igual que me doy cuenta de que sus manos y utensilios las están manipulando.

Ahora están apresándome los tobillos con un elemento similar. Algo metálico traba mis piernas con fuerza contra la silla, imposibilitándome todo movimiento. Mi cuerpo está entumecido, no puedo resistirme a todo esto, no puedo hacer nada.

En la silla, mi posición es todavía más lamentable. Bajo el influjo de alguna droga, mis músculos están muy relajados. No puedo moverme, por lo que la cabeza me cuelga hacia el pecho como la hoja muerta y seca de un árbol. Da la impresión de que es la última parte de mi cuerpo que me queda, como si en cualquier momento pudiese desprenderse del todo, rendida y frustrada. Con un cansancio y desorientación que me superan, pierdo el conocimiento por completo.

Pasan las horas, no estoy acostumbrada a dormir tanto. Tengo una sensación muy extraña, narcotizada y lenta. Muy lenta. Mi cuerpo responde muy despacio, pero mi cabeza vuelve a la consciencia con velocidad. Mis capacidades mentales están muy hábiles, pero el resto del organismo no acompaña. No puedo sentir gran cosa, ni moverme. La respiración es lenta, como si pudiese apagarme de un momento a otro de manera definitiva. Espero que no me hayan drogado tanto como para eso. Mi cuerpo se funde, mi cabeza con él. Ya casi no puedo distinguir uno del otro, cada vez me siento más como un pedazo de carne inerte, sin vida. Mi respiración baja más todavía, me voy... Todo se vuelve lento y vacío. Me apago... Intento recuperar energías. No puedo. Es como un peso gigante que me arrolla, como una roca sobre una flor. Me marchito. Me pudro...

Un espasmo me quiebra. Mi cuerpo sufre una ligera convulsión como si se negase a desactivarse. Es un movimiento que no puedo describir de dónde viene, pero me trae de vuelta. Vuelvo a sentir mi cuerpo en una aceleración muy intensa. He recibido fuerzas de la nada que me reactivan y puedo abrir un poco los ojos. Me cuesta ver. Está todo muy brillante, creo que mis pupilas están dilatadas al extremo y lo único que percibo es una luz difusa en todas las direcciones, no puedo distinguir formas. Todo es luz ahora mismo. La imposibilidad de localizar ningún punto de referencia hace que mis ojos se desactiven y se vuelvan a cerrar. Mi respiración y pulso están ahora en un nivel muy elevado de frecuencia. Puedo sentir mi cuerpo al borde del colapso. ¿Qué me han metido? Creo que estoy en mi límite de supervivencia, mi cuerpo está en muy malas condiciones. Me siento muy intoxicada, justo en el borde de lo irreversible. Sé que una fina línea separa mi vida de mi muerte. Me percato en un estado muy instintivo de mi conciencia.

Intento luchar por quedarme, por seguir, pero las cosas ya no funcionan como las conocía. Mi cuerpo apenas me pertenece y apenas soy una espectadora de cómo ocurre todo. Apenas tengo sensaciones ya, sólo la de una conciencia que se apaga y se marcha. La luz que entraba por mis párpados se aleja. Sé que soy yo la que se va. Lo que antes era una luminosidad cegadora se transforma en una oscuridad que me absorbe y me lleva consigo. Siento mi pensamiento lejano, como si se fuese. Mi cuerpo cada vez es menos mío, cada vez lo percibo más lejos.

Sin fuerzas ya me rindo y dejo que ocurra. Mi cuerpo ha dejado de responder orden, nada surte efecto, creo que está muerto. Dejo ir mi conciencia, es lo único que me queda y noto cómo me sumerjo en algo que no puedo describir. Mi existencia se apaga. Caigo poco a poco. Más todavía.

Me voy...

La Extraterrestre - Infiltrada en el InstitutoWhere stories live. Discover now