CAPITULO 58

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-Podemos negociar los términos.
-Sabía de antemano que no estaba en condiciones de hacer tal solicitud.

-Negociar los términos. -Repite, su mirada no es de reproche, creo que él ya sabía que lo haría. Claro es omnisciente, cómo ocultarle algo a Dios.

-¿Y cuáles serían? -Me sonríe, es extraño mantener esta platica con un niño, aunque sé de antemano que la realidad es otra.

Me incliné a su altura, lo susurré a su oído, me enderecé y esperé.

-¿Estás segura hija? -Me preguntó mirándome a través de aquellos ojos oro líquido que me infundían paz.

-Sí, sé que no estoy en codiciones de proponer nada, soy la menos indicada para hacerlo, pero te ruego que lo consideres por favor.

-Si accedo, no hay marcha atrás, lo sabes, ¿cierto?

-Lo entiendo, pero han sucedido demasiadas cosas que me han hecho analizar mis opciones.

-En ese caso, que así sea.

-¿En serio? ¿Así de simple? -Estoy perpleja de que lo permitiera.

-Sí Jade.

-¿Te volveré a ver? -Consulté.

-Siempre estaré contigo. -Fue toda su respuesta.

-¿Lo prometes verdad? Recordaré todo, solo yo.

-Así será, aunque no estoy muy convencido del por qué lo haces.

-Porque no quiero olvidar quién soy.

El pequeño me sonrió, y su imagen comenzó a desvanecerse, me sentí mareada, y al abrir los ojos desperté en mi antigua habitación. Me levanté de un salto, abrí las cortinas y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Salí de mi recámara, me dirigí a la cocina, se escuchaba el sonido del televisor encendido, alguien veía las noticias.

-¿Qué haces levantada tan temprano cariño? -Mamá me sonríe.

No contesté, me abalancé sobre ella y la abracé.

-Wow, te vas unos días de campamento y ya no puedes vivir sin mí.

La miré, era ella, igual de hermosa.

-¿Y Adriel? -Consulto al no verlo.

-Durmiendo, noche difícil, le están saliendo los dientes, tu padre se quedó con él parte de la madrugada, ambos descansan. ¿Estás bien?

-Nunca he estado mejor.

-¿Quieres que desayunenos juntas? -Me propone.

-Me encantaría.

Comimos, a la vez que charlábamos sobre el campamento, del cual recordaba todo. No podía creer que esto fuera real, solo El Supremo tenía el poder de conceder tal obsequio.

-Mara y Sebastián pasarán por nosotros en la tarde, quieren que los acompañemos al Centro Comercial, Aarón cumplirá años la otra semana e iremos de compras para organizar la fiesta ¿Quieres acompañarnos?

-Lo agradezco, pero ya tengo planes.

-Ummm ya veo, saldrás con él.

-Sí, parece que no lo he visto en una eternidad.

-Bueno, pero no lleguen muy tarde.

-Mamá. -Pongo los ojos en blanco.

-El hecho que tengas dieciocho aún no te da tantos privilegios. -Me sañala con el dedo índice.

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora