CAPITULO 54

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Estaba decidido, Owen bajaría al inframundo y para esto tendría que atravesar la puerta que estaba custodiada por un arcángel en el Limbo. Aun no sabíamos la manera en que Tamiel y Asmodeo lograron burlar toda la vigilancia y la gracia divina que protegía este lugar, es un misterio y no dejaba de pensar en mis padres. El Limbo ya no era seguro.

Erwen se encontraba con Anael y Adriel en la biblioteca, no sabía que hacían y en realidad no me interesaba, Owen y yo estábamos en su habitación, él se preparaba para partir y mi corazón se oprimía presintiendo lo peor.

-No vayas. -Insisto, aunque sé que la decisión ha sido tomada.

-Jade. -Me mira a través de esos ojos castaños que tanto amo.

Estoy sentada sobre su cama, con las manos encima de mi regazo, destrozada, es como si la esperanza que albergué por unos momentos en mi corazón, se hubiera esfumado sin previo aviso.

-Lo sé. -Respondo sin ganas, no me doy cuenta que estoy llorando.

-Pase lo que pase, prométeme que harás lo correcto. -Se acerca colocándose a mi lado, con delicadeza limpia las lágrimas que se deslizan por mi mejilla.

-¿Y con eso te refieres a? -Dejo la pregunta abierta.

-Tú sabes. -Se limitó a contestar, levanté la mirada para encontrarme con la suya.

-No puedo perderte. -Me enderecé para luego abrazarlo con fuerza.

-Tampoco debes condenar a la humanidad por mí, ni por tus padres. Estamos hablando de millones de personas. Antes de conocerte, lo que sucediera con ellos me era indiferente, pero tú has hecho que cambiara. Desde que estoy contigo, me he dado cuenta que a pesar de mi mitad demonio puedo hacer cosas buenas, y me he sentido amado. No importa lo que suceda, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Sus palabras terminaron de derribar las pocas barreras de fortaleza que me quedaban, me vi besándolo, lo hacía como si no hubiera un mañana, y posiblemente así fuera. Owen me encerró entre sus brazos, caímos sobre la cama, sus manos comenzaron a deslizarse sin prisa, sin embargo se detuvo.

_¿Qué pasa por qué te detienes? _Consulto extrañada.

_No es el momento. _Señaló, sonriendo.

_Nunca lo es. _Agrego separándome.

_Jade, quiero hacer las cosas bien, podemos esperar.

_Esperar qué, ni siquiera sé si regresarás.

_Jade. _No dejo que continúe.

_Por favor. _Entiende que no deseo entrar en discusión.

Tocan a la puerta, sé que es Anael. -Un momento. -Responde Owen.

-Es tiempo. -Anael se dirige a mi demonio.

Este asiente con la cabeza y en silencio emprendemos el camino. Deseaba que el recorrido fuera interminable pero pronto llegamos a nuestro destino. El arcángel custodio saluda a Anael con una reverencia, se ha decidido que Erwen vaya con Owen, la idea es encontrar las llaves y destruirlas. Se había hablado que yo los acompañaría, pero se descartó el plan original. Alegué durante horas, pero Anael no dio el brazo a torcer, no entendía por qué ese cambio de actitud, presentía que él conocía algo de lo que cual, yo no era participe.

La puerta es abierta, y en el momento en que esto sucede los lamentos se escuchan del otro lado, gritos y llantos, sonidos de cadenas, que pusieron mi piel de gallina. Abracé a Owen, conteniéndome para no llorar, ¿De qué valía hacerlo? debía ser valiente, eso me diría papá, pero era más fácil decirlo que llevarlo a cabo.

Owen coloca un casto beso sobre mis labios, sujeta mi rostro entre sus manos, acunándolo; se acerca a mi oído y me susurra: "Te amo". Mordí mi lengua para no sollozar, él y Erwen se dirigen aquel horrible lugar, mientras que un oscuro presentimiento anidaba en mi pecho, un augurio de que no lo volvería a ver.

Una vez adentro la puerta se cerró, me desvanecí, caí de rodillas y comencé a llorar, !al diablo con todo! necesitaba sacar aquella amargura que me taladraba, aquel dolor que se incrustaba en mi ser como navajas. No podía respirar, era demasiado para mí, como si el peso del mundo entero, yaciera sobre mis hombros.

-Jade, sé fuerte. -La mano de Anael descansó sobre mi hombro.
-Iremos a buscar a tus padres, tú y Adriel se quedarán a esperar aquí, y por favor Jade, no hagas nada estúpido. Cuídala. -Esta vez le habla a Adriel. -Ella es tu responsabilidad.

Adriel no contestó con palabras, pero pude ver que mentalmente se comunicaron. Desde su regreso apenas y me hablaba, se sentía un gran abismo entre ambos, lo que lo hacía de verdad incómodo.

Anael se desvaneció, nos devolvimos sobre nuestros pasos. Al llegar Adriel se encerró en la biblioteca y yo me retiré a mi recámara. Recordé el libro de hechizos, lo coloqué sobre la cama. Comencé a ojear sus páginas, de niña, mamá se sentaba conmigo durante horas a estudiarlo, ella hacía mayor uso de éste que yo.

-Muéstrame lo que aflige mi corazón. -Dejé ir en voz alta, de inmediato las hojas empezaron a moverse solas y una página quedó abierta. Reconocí la carta del tarot, haciendo que se me erizara la piel, era la muerte. No es del todo un mal presagio, sabía su significado. Demuestra la sensibilidad del ser humano, y como ésta forma parte de nuestras vidas. A la vez que poda todo lo malo, liberando lo bueno.

Pero también me embargó la angustia, si esta carta representaba lo que tanto temía, entonces era un hecho, mis padres morirían y Owen perecería en manos de Adriel. Lo cerré de golpe yendo con dirección a la biblioteca, la abrí, lo encontré mirando a través del gran ventanal, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón con el rostro inexpresivo.

-¿Qué es lo que saben que no me han dicho? -Lo encaro. Sus ojos grises se clavan en mí, puedo notar la incertidumbre en estos.

-No sé a qué te refieres. -Me da la espalda continuando con su contemplación.

-Adriel, no soy una niña, creo que he demostrado la suficiente madurez para afrontar lo que sea.

-"Madurez" -Repite, dejando ir un suspiro. -Jade, ¿Por qué crees que Anael te excluyó de la misión de buscar las llaves? -Me volvió a ver, ya no había aquel brillo y picardía que siempre lo caracterizaba, es como si su fuego se hubiera apagado.

-No me esquives con otra pregunta. -Le reclamo.

-No lo comprendes verdad. Me dijeron que no debías saberlo, pero por el contrario estoy en desacuerdo con ellos, y no me importa si pierdo mis alas por revelártelo, mereces saberlo.

Me quedé helada ¿De qué estaba hablando? ¿Cuál verdad?

-Eres muy especial Jade, no tienes ni idea, lo especial que eres.

-Adriel habla claro, déjate de acertijos.

Sonríe sin una gota de humor, se acerca a mí, hasta que lo tengo al frente.

-Tú no eres normal, eres única. Hija de una bruja mitad ángel. Tu sangre es casi pura, al ser descendiente del linaje de Iriana.

-Ve al grano.

-Niña tonta. -Sus manos se convierten en puños. -Debería de matarte aquí mismo.

-¿Qué? -Por instinto retrocedí unos pasos, ¿De que carajos iba esto?
-Adriel. -Lo llamé notando como su rostro se tensaba.

Sabía que se me iba a revelar información importante ¿Por qué Adriel se comportaba así conmigo? ¿Qué pude haber hecho para que estuviera tan enojado? Es cierto que nunca nos hemos llevado del todo bien, pero eso no justificaba sus palabras "Debería matarte aquí mismo" me repetía mentalmente. Lo que estaba por averiguar, no me gustaría, pero sí explicaría muchas cosas y cambiaría por completo, el rumbo de los acontecimientos.

************

Hola, como buena niña, traté de no dejarlos tanto con la incertidumbre. ¿Qué será lo que Adriel tiene que decirle a Jade? presiento que nada bueno.

Les cuento que Luz y Tinieblas está por terminar, quizás unos cuantos capis más y se acabó. Gracias por su paciencia, trato de actualizar al menos una vez por semana para que no pierdan el hilo de la historia, si tuviera tiempo, lo haría más seguido.

Un abrazo.

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora