CAPITULO 20

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Vestía todo de blanco, de alrededor 8 años, al menos en apariencia, ojos miel, cabellos rizados en color dorado. Irradiaba una poderosa energía, su presencia calmó toda mi ansiedad.

-¿Acaso tú eres...? -La pregunta se atascó en la garganta. No esperaba que se manifestara en la presencia de un infante.

-Lo soy, exigías verme, aquí estoy.

-Yo... no... perdona. -Agache la mirada, un sentimiento de culpa me invadió.

-Háblame, sé que hay muchas dudas que requieren ser evacuadas.

Nos sentamos en las pronunciadas raíces de un árbol, sus ramas comenzaron a moverse como una danza, quizás saludandolo.

-¿Debo seguir buscando las llaves? -No me atrevía a mirarlo.

-¿Qué te dice tu corazón?

-Estoy tan confundida que no pienso con claridad.

-Jade, mírame.

Tardé unos segundos pero lo hice, me encontré con una mirada llena de ternura y comprensión.

-Aunque te sea difícil de comprender, las reglas existen porque sin estas, el mundo e incluso La Gloria, serían un caos. Sin embargo, ya estaba escrito que ustedes, he incluyo a Owen, encontraran las llaves, de no ser así, esta situación no se estaría dando ¿Cierto?

Asentí, atenta a sus palabras.

-¿Pero si es así? -Continuo. -¿Por qué lo prohibiste?

-No he sido yo.

Lo observé sin comprender nada.

-El Padre muchas veces toma decisiones porque considera que son oportunas, como tantos eventos que ha padecido la humanidad a través del tiempo.

Me vino a la mente el diluvio y otros sucesos de la biblia, me recorrió un escalofrío.

-Pero lo he convencido de que los deje terminar su misión. Fue un poco difícil hacerlo cambiar de opinión, pero puedo ser persuasivo. -Me guiña un ojo, para luego sonreirme.

Me le quedé observando con la boca abierta, realmente sorprendida.

-No soy el malo de la historia Jade, amo a Owen aunque no lo creas, y lloré la muerte de sus padres, incluso el de ella. Fue un ángel ejemplar antes de ser tentada. La diferencia en que uno se salvó a pesar de su desobediencia y la otra condenó su alma para la eternidad. No quiero que eso mismo le suceda a él. Tú eres la llave de Owen.

Nuevamente me perdí, frunzo el ceño sin poderlo evitar.

-Me refiero a que eres la única a la que él escuchará. Confía en ti, te ama, pero si Owen pierde su mitad ángel, se olvidará de lo que alguna vez ustedes tuvieron, solo habrá oscuridad en su ser, lo perderás Jade, y si esto sucede, es porque se han abierto los sietes candados y empezará el apocalipsis. -Sus hermosas facciones se contraen en una mueca de dolor.

-¿Cómo detenerlo? -Lo digo más para mí que para él.

-Yo creo en ti Jade, sé que harás lo correcto. Así como yo fui tentado en el desierto, tú también lo serás. Mantén tu fe viva, nunca dejes de creer en tus convicciones. Se te ha educado bien.

No me contestó la pregunta pero a la vez me dio la respuesta indirectamente, todo dependía de mis acciones. Nada más y nada menos, que el fin del mundo estaba en mis manos.

-Gracias por tomarte el tiempo de venir.

-Con gusto, yo siempre escucho las inquietudes de mis hijos. -Se quedó mirando a la copa de los árboles.

-Jade. -Aarón me llama y me muestra esta vez un ave de hermosas tonalidades que reposaba en su mano.

Le sonreí y miré a mi lado, pero me encontraba sola.

-¿Viste al niño que conversaba conmigo? -Le consulté a Aarón.

-No, te vi hablando sola, pero creí que quizás orabas.

Lo busqué por todos lados con la mirada pero no había ni rastro de él.

-¿Jade? -Aarón se acerca a mí.

-Estoy bien, es hora de regresar. _Le toco la cabeza y muevo sus cabellos.

-¿Podemos quedarnos un poco más? Por favor. -Me ve suplicante y no puedo decirle que no.

-De acuerdo.

Una enorme sonrisa se prende en su cara y continúa jugando con las criaturas del bosque. Cuando regresamos papá me esperaba afuera con los brazos cruzados, muy serio. Nada bueno podía ser.

-¿Estoy en problemas? -Arqueo una ceja.

-No sé cómo lo hiciste, pero tienes permiso de buscar las llaves.

Empecé a pegar brincos, abrazándolo luego, me sentía feliz.

-Él habló conmigo. -Le confesé.

-¿El Supremo?

-Sí, y además me confirmó que Owen sí me ama. Ves, no es solo una atracción.

-Hay una condición hija. -Agrega ignorando mi comentario anterior.

-¿Cuál?

-Owen deberá portar un aro.

Sabía perfectamente lo que esto era, ¿Por qué no podían creer en él?

-Lo lamento, no saldrá de aquí sin el aro. Y Adriel y yo te acompañaremos.

-¿Y Anael?

-Él está con otros asuntos.

-Pero ¿Qué hay con tu unión con mamá?

-Eso ya fue solucionado.

-¿Cómo? -No lo podía creer.

-El Libro de Hechizos, tu abuela se presentó en un sueño a Agatha y le indicó como hacerlo.

-Eso es genial papá. Ojala yo soñara alguna vez con la abuela, me encantaría conocerla.

Papá me sonrió, se acercó a mí para plantar me un beso en la frente. -Te pareces mucho a ella.

Le sonreí de vuelta y pregunté: _Entonces ¿Podemos ir a verlo? _No pude poner en evidencia mi alegría.

-No, pero mañana estará aquí.

Aún en medio de la buena noticia, me sentí un poco triste, ¿Cómo reaccionaría Owen con el aro?

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora