Sonríe orgulloso.

-¿Así que al final te dignas a hablarme?

-Basta de bromas, dime si me vas a ayudar.

Oigo pasos y gritos en el piso de arriba, al mismo tiempo que apremio a Christopher.

-¡Venga ya, ayúdame!

-Está bien, cálmate. -se rinde. -Ahora abre esta maldita celda y salgamos de aquí.

Sonrío triunfal y hago lo que me dice. Las espadas repiquetean al compás de los pasos. Los gritos resuenan entre las paredes, y entre ellos distingo a Killian maldiciendo.

-Joder, estamos atrapados. -dice Christopher.

-Estarás de broma. ¿Te crees que he venido a por ti sin un plan? Por favor, deja de subestimarme.

Me mira esperanzado y por un momento es como si dejara de odiarle tanto. Supongo que es el efecto que tiene en la gente: pensar que es un niño bueno hasta que lo conoces a fondo y ves que es todo lo contrario.

Le lanzo un cuchillo y lo coge al vuelo.

-Bien, ¿cuál es el plan? -pregunta preparado.

-Atacarlos.

-¿¡Qué!? -exclama. -No me creo que hayas venido sin un plan.

-Claro que es un plan. Al menos es algo.

-Para mí eso no es algo.

No da tiempo a hablar más. Los niños capitaneados por Killian entran empujándose unos a otros para pasar entre el pequeño espacio. Abro las piernas y agarro bien la lanza, dispuesta a enfrentarme a cualquiera que quiera

-¿Preparado?

-A mí no me tienes que preguntar eso. Siempre lo estoy.

Corre contra ellos, a pesar de que nos separan apenas unos pocos metros. Killian, sobresaltado, arrambla contra él, pero Christopher le gana terreno.

-No vamos a herirlos, ¿de acuerdo? -me grita Christopher entre tanto ruido.

-¡Id a por la chica! -dice Killian dirigiéndose a los niños que le acompañan.

-¿Por qué haces esto, Killian? -grito.

Dos niños se tiran encima mío y me quitan la lanza. Pego una patada a uno de ellos, haciendo que acabe en el suelo. Otros dos llegan y me atan los brazos y amordazan la boca. Intento desacerme de las correas, pero lo único que consigo es hacerme sangre en las muñecas. Grito sobre el pañuelo de mi boca y me retuerzo de nuevo.

-¡No, soltadla ahora mismo! ¡Haced lo que os digo! -grita Christopher.

Entre Killian y otro chico lo tienen cogido por los brazos, inmovilizándolo. Intento hablar a través de la tela, pero lo único que consigo es atragantarme con mi propia saliva. Los niños que me han atado me levantan con dificultad, al ser yo mucho más grande que ellos. Killian ordena algo y en un momento un niño sustituye su sitio, para acercarse a mí.

-Quién iba a decir que la fugitiva iba a aparecer tan pronto. -dice lentamente.

No parece el mismo Killian que hace dos días. Ahora me da miedo.

-Oh, que tonto soy, no puedes hablar. -ríe amargamente.

Todos los demás corean su risa. En el momento en el que me quita la mordaza le escupo en la cara. Cierra los ojos y susurra contra mi madre.

-Serás...

-Suéltanos ahora mismo y no volveremos jamás. -digo amenazante

-Tú no vas a negociar conmigo, niña.

Warning SignsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora