Capítulo 3: Monstruo

74 10 4
                                    

Hay un chico. Supongo que de mi edad. Está atado a un árbol por los brazos y parece inconsciente. Su ropa no es la más limpia del mundo, pero se puede ver que no lleva ahí más de una semana. Christopher me suelta las muñecas y corro hacia el árbol. Está a unos 20 metros del suelo, pero creo que podré escalarlo.

-¿Por qué hay una persona colgada? –le grito a Christopher, mientras empiezo a subir.

-Porque ha incumplido mis normas. –dice, tranquilamente. –Y no vas a ser tú la que lo baje.

Llevo ya subido bastante trecho, hasta que vuelvo a sentir esa mano invisible arrastrándome hacia abajo. Me agarro de todas las ramas que puedo, consiguiendo únicamente hacerme heridas en las manos y brazos. Mientras caigo puedo ver la cara del chico colgado. Es rubio, al contrario que Christopher, pero los dos tienen esa expresión que les da menos años de lo que tienen. El chico parece que tiene 12, pero probablemente tenga 15.

Sus cejas son arqueadas, como las de Christopher. Es delgado, como todos los niños que viven aquí.

Y entonces me doy cuenta.

Caigo al suelo de pie y me doy la vuelta para mirar a Christopher a la cara. Las mejillas y los ojos empiezan a arderme y me cae una lágrima.

-¿Cómo has podido hacerle eso? –susurro, con la voz ahogada. -¿Cómo es alguien capaz de hacerle eso a su propio hermano?

Él me mira sin hablar, asombrado de que lo haya descubierto tan rápido.

-Me desobedeció. –se limita a decir.

-Tienes la enorme y grandísima suerte de tener un hermano, ¿y así es cómo lo proteges, haciendo caso a unas normas que te has inventado?

-Eso a ti no te incumbe. No hizo caso a lo que le dije, y ese es su castigo. Debe estar así al menos una semana más. –dice, cruzándose de brazos.

-Me da igual lo que haya hecho, o le bajas de ahí ahora mismo o me voy.

-No te puedes ir de aquí. –se ríe.

-No me digas lo que no puedo hacer. Yo no siquiera conocí a mis hermanos, ni siquiera a mis padres. Debería darte vergüenza cómo tratas a tu familia. Bájalo.

En ese momento, el chico de arriba abre los ojos y habla.

-Hazle caso a la chica. –susurra. Luego, cierra los ojos.

Miro a Christopher esperando una respuesta, a lo que contesta:

-Solo te he traído aquí para que vieras lo que le pasa a los que desobedecen. Si lo bajo, los niños no me respetarán, ¿está claro? Si quieres bajarlo, hazlo por tu cuenta.

-Eres un monstruo. –respondo. Sé que le ha dolido, pero ahora tengo tanta rabia que no pienso disculparme. Se ha comportado así desde que lo he conocido, siempre quedando por encima y sintiéndose superior a todos los demás. Y ahora me toca a mí bajar a su hermano de un árbol.

Christopher se marcha por el lugar por donde hemos venido.

-Te voy a bajar, ¿vale? No te preocupes. –le digo al chico del árbol. No oigo si me responde, porque a lo mejor ni siquiera está consciente.

Empiezo a escalar el árbol de nuevo, hasta que llego justo debajo de sus pies. Estoy sudando, así que me paro en la rama a descansar. Si tengo que desatarlo y luego bajarlo, necesito fuerzas.

-No hace falta que lo hagas tú -gimotea el chico. -Déjame morir sólo.

Miro hacia arriba.

-No te voy a dejar. Si tu hermano es un idiota no es tu problema. Vas a vivir, y te voy a bajar.

Warning SignsWhere stories live. Discover now