Capítulo 7: ¿Arrepentimientos?

29 5 3
                                    


Llevo sentada en la playa horas y horas sin mover un músculo, con los ojos cerrados escuchando el mar. En la vida real no es posible hacer esto, porque siempre hay algún niño gritando o adolescentes como yo riéndose y es bastante complicado concentrarse solamente en el ir y venir de las olas.

Pero en este momento solo estoy yo y algún pajarillo escondido en un pino cerca de mí. Lo oigo piar, y pienso en cómo se puede ser tan feliz siendo tan ignorante. Mira el mundo desde sus altos vuelos sin saber muy bien qué es lo que observa.

Así me siento yo, perdida en esta nueva vida y queriendo salir de este infierno. Incluso dejaría a Killian aquí con tal de irme yo. Sé que suena egoísta, pero no siquiera sé si él se vendría conmigo si hubiera alguna escapatoria.

Dejo de pensar en todo y escucho las olas de nuevo. Los rayos de sol me acarician la cara y los brazos desnudos. Las piedras son suaves bajo mis pies. Ojalá pudiera quedarme así toda la vida. La fantasía se acaba pronto en cuanto me percato de que alguien está caminando hacia mí, para terminar sentándose a mi lado. No abro los ojos, porque como sea Christopher estoy dispuesta a pegarle un puñetazo.

-¿Qué tal? -pregunta Killian.

Suspiro, aliviada de que sea él. Abro los ojos, pero miro en dirección al mar.

-Muy cansada. No tengo ganas de hacer nada.

-¿Y eso? -pregunta con curiosidad. Sigo sin mirarlo.

-Christopher es un imbécil, quiero irme a casa. -contesto. Sé que a él tampoco le cae bien, así que lo suelto todo.

-Eso ya lo sabía, Willow. Dime algo que todavía no sepa de mi hermano. -dice riéndose. No le sigo la gracia. -Venga ya, qué te pasa, en serio.

-Nada. De verdad. Estoy bien. -lo miro para poner más énfasis.

No quiero que se preocupe con las paranoias de Christopher sobre el tiempo en la isla.

-Bueno, no le des más vueltas. -dice como si supiera a qué me refiero. -Si cambias de opinión puedes venir a mi cabaña después de la cena.

Se levanta y sin decir una palabra más, se marcha. Suspiro y cierro los ojos. No quiero más líos de hermanos. Siempre me da vergüenza pensar en ese pequeño recuerdo que tengo en mi mente con Christopher, en donde estamos los dos tumbados mirándonos a los ojos con nada más que un camisón de hospital. Me da miedo ese pensamiento. Parece que él no recuerda nada de eso, pero yo sí y me está matando por dentro.

Dejo de pensar y me levanto para dirigirme al campamento. La cena será próximamente y quiero comerme un buen plato de pasta, aunque ningún niño haya visto uno en su vida. Si esa mesa puede conseguir cualquier cosa, supongo que también puede traerme comida de mi mundo.

La cena no es muy agradable. Killian no aparta la mirada de mí en todo el tiempo que estoy comiendo, ante la atenta mirada de una celosa Bianca. De vez en cuando pillo a Christopher mirándome de reojo. Solo quiero hacerme chiquitita, meterme en una botella y no salir nunca más. Termino rápido mi plato y me dirijo a la cabaña de Killian, pensando en cómo le voy a contar las absurdas pesquisas de su hermano.

Al cabo de veinte minutos, abre la puerta con cuidado de que nadie le vea. Enciende una mínima vela y pega un salto al verme sentado en su silla.

-Qué susto, joder.

Sonrío al verle tan alarmado.

-Ni se te ocurra reírte, que estabas enfadada con el mundo. -contesta.

-Bueno, no estoy enfadada con todos. Contigo no me puedo enfadar.

Es tan tímido que le da vergüenza hasta ese cumplido.

Warning SignsWhere stories live. Discover now