5. Hay canciones capaces de romper tu corazón (II)

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Al abrir los ojos, Kylie inhala profundo y con desesperación.

Hace tiempo que no despertaba con tal sensación de ahogo. Es como si su propia angustia se atorase en su garganta queriéndola asfixiar desde adentro.

De pequeña tenía asma y le ocurría con cierta continuidad que abría los ojos bajo la exasperación que implica la falta de aire y la sospecha de que morirá en caso de no recibir asistencia de inmediato. Lo bueno es que entrada en la adolescencia, el padecimiento fue desapareciendo.

Hasta hoy.

Si bien no necesitó de ningún aparatito capaz de proveerle oxígeno, la sensación de una moribilidad fortuita estuvo presente como si dos manos se cerrasen en su delgado cuello.

Una vez más tranquila, respirando nuevamente con normalidad, se gira en la cama para ver el móvil y encuentra que ya son más de las diez, día sábado, día de su cumpleaños... no obstante juraría que algo la despertó antes.

"Únete a Glorious, Kylie Moore".

Recuerda esas palabras y su piel se pone de gallina. De pronto crece la sensación de que todo fue un sueño, cuando lleva sus pies a las pantuflas junto a la cama y se encuentra con un asombroso brillo azul en el suelo.

El símbolo de un triángulo con un halcón dentro le despierta escalofríos.



Esa mañana luego de una ducha más breve que de lo normal, decide vestir un mono de jean y camiseta blanca mangas largas. Al salir, se encuentro con su madre haciendo el almuerzo y a su padre leyendo el periódico en la sala.

-Buen día, cielo. Feliz cumpleaños-se anuncia él, levantando la mirada de su periódico y le dedica una cálida sonrisa que no hace más que ponerla incómoda.

La voz de él llama la atención de su esposa quien se acerca desde la cocina. Tiene las manos mojadas, ha de haber estado lavando verduras. Hoy es sábado de sus ensaladas fit. Debe estar en buen estado para luego hacer un vídeo en directo en su clase de gimnasio.

-Cariño, al fin te levantas-se acerca ella y le besa en la frente. Kylie percibe terriblemente extraño el ambiente; no todos los días tus padres te despiertan con la sensación de que te han obligado a realizar un ritual satánico en horas de la madrugada para que luego recaigas en una amnesia posterior-. Feliz cumpleaños, tienes tu regalito en la mesa de la cocina.

Ha de ser otro de sus cinturones para endurecer el abdomen o una mancuerna o un repuesto para la cinta de correr averiada.

-Gra... Gracias-les dice. Acto seguido recuerda que sus hermanos también estuvieron presentes la noche anterior, ellos eran cómplices de su pesadilla (o su realidad), la única prueba de ello es el dije de "lapislázuli" que lleva en su mano cerrada-. ¿Dónde está Patrick?

-Tenía un partido amistoso hoy-responde el padre.

-Stan, deberías haber ido a verlo-le reprende mi madre quien acto seguido vuelve a la cocina.

-Era un amistoso. Según él, esta clase de eventos no llevan importancia-le contesta elevando su tono ya que ella se ha alejado para retomar la labor del almuerzo-. Tú, linda, ¿qué llevas ahí?-se vuelve a la rubia.

Rápidamente guarda el dije en un bolsillo.

-¡Nada!-lo evade y se marcha a la cocina para ver de qué se trata el regalo de mamá.

Lo encuentra en un paquete color lila cual no es muy grande. Aventura que podría tratarse de un cronómetro.

-¿Dónde está Sam?-insiste Kylie a su madre tal cual detective mientras quita el envoltorio al presente.

-Tenía entrenamiento con las chicas del equipo del instituto. Se fue temprano pero dijo que regresaría para el almuerzo con un pastel para ti.

-Oh, bien.

Descubre finalmente que el regalo se trata de un reproductor de música que se puede llevar como reloj pulsera.

-Es lindo-le señala-. Gracias.

-Oh, me alegro que te haya gustado. Fíjate que tiene inclusive una cámara frontal cual puedes utilizar si deseas subir un video o imagen a tus cuentas de Instagram. Tus seguidores estarán fascinados de verte hacer ejercicio, cariño.

-Eh... Esto... ¡Wao!

-Asombroso, ¿no?

No.

Kylie hace ejercicio por cuestiones de salud, no porque sea algo que le apasione como a su madre. Pero tampoco es que vaya a romper sus ilusiones respondiéndole que eso parece ser más un autoregalo que algo dirigido a la chica.

-¿A qué hora saldrán esta noche con papá?-le cambia el tema de modo abrupto.

Hoy será su fiesta de cumpleaños en casa. Sus padres saldrán a comer y tendrán una noche romántica con tal de dejar el domicilio para la fiesta aunque tendrá que cargar con la tutela de sus hermanos lo cual le parece un tanto ridículo ya que Patrick no sabe cuidarse ni a sí mismo y Sam seguramente se la pasará encerrada en su cuarto o comiendo malvaviscos en una esquina del patio como siempre suele hacer en las fiestas.

-A las siete-contesta-. Tu padre reservó en un restaurante precioso y luego pidió la noche en un hotel de lujo.

-¿Así que pasarán la noche en un hotel? Creo que me estás contando demasiado.

-Descuida pero recuerda que desde hace algunos años que ya me operé y no habrá más hermanitos para ti o Pat o Sam.

-Pues, te lo agradezco.

En cierta forma, le gusta ser la menor.

Por un momento cree haber olvidado lo sucedido anoche pero no es así, de modo que tampoco un dije carísimo puede haberse salido de una pesadilla como algo casual.

Finalmente la chica llega a la conclusión de que necesitará contar lo sucedido a alguien antes de que se cabeza fuese a explotar.

-Tengo que ir a ver a Jess, mamá-anuncia y toma su reloj cual conecta a sus auriculares por bluetooth.

-Invítala a almorzar.

-No es necesario, esta noche estaré desde temprano con ella y con Carter para ultimar detalles.

-¿Cargarán el refri con alcohol?

-Pero... que... ¡cosas dices, mamá! -Por supuesto que sí lo haremos-. Sólo vamos a invitarles algunas sodas de naranja y postres que hizo la madre de Carter.

Si por postres llamamos a los muffins de marihuana...

-No sabes cuánto me alegra escuchar eso, con Stan confiamos ciegamente en ti, cariño-le asegura-. En ti y en cada uno de nuestros hijos, por supuesto.

Del mismo modo que confiaron en Patrick quien no se preocupa por esconder mejor las pastillas que guarda bajo la almohada.

Al menos no ha vuelto a estar al borde de una sobredosis.

-Regresaré también para el almuerzo-anuncia Ky quien no puede dejar de darle vueltas a la idea de que le están ocultando algo.

Finalmente la idea es desplazada de su cabeza cuando recibe un mensaje de Stefano.

Lo abre con imperiosa impaciencia hasta que se encuentra con algo que la sorprende demasiado.

Es un mensaje suyo cual reza: La masacre de esta noche.

Y viene en compañía de una foto


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