Capítulo 44

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NATHALIA

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NATHALIA

La morgue central de Borgoña es un lugar que ni en mis más remotos pensamientos contemplé visitar, al menos no para ver el cadáver de mi propio padre.

No hay casi nadie en aquellos aposentos, excepto algunas pocas personas que se encuentran llorando, en espera de que alguien los guíe hacia alguna habitación fría y desolada para reconocer el cuerpo de algún familiar. Tomo una profunda bocanada de aire y cierro mis ojos hinchados de tanto llorar. No he podido parar desde que Vid soltó esas palabras que estallaron como bomba en mi cabeza, en cuanto mi cerebro asimiló que la situación es real.

Me acerco al mesón de la que parece ser alguna clase de recepción. Mis ojos y pestañas empapadas miran con tristeza hacia la mujer que yace sentada en completa calma, no digo nada, porque ella se percata de nuestra presencia; levanta la vista para observarnos con una sonrisa amigable.

—¿Puedo ayudarlos?

En su rostro puedo notar que su mirada llena de compasión, es solo un gesto fallido que intenta expresar un, "lo siento mucho", pero no es capaz de decirlo.

—Lucas Chardin —Es todo lo que digo.

La mujer me mira confundida y yo no puedo darle explicación alguna, el dolor está consumiéndome de forma lenta y angustiante, como las brasas al carbón y los gusanos a la carne podrida.

—Perdón... —Se disculpa en un tono apenado—. No estoy entendiéndola.

Me cubro el rostro con ambas manos y me largo a llorar entre sollozos que no puedo ser capaz de controlar. Las manos de Daron acarician mis hombros de inmediato y sus brazos me acurrucan en su pecho; no puedo soportar esto. Mi padre se ha ido sin darme la oportunidad de disculparme por todo lo que le hice pasar. Se ha sumergido en un viaje sin retorno y no creo soportar su ausencia, no creo poder soportar la culpa que hay dentro de mí.

Me siento destrozada.

Decirle que lo amo y que siempre ha sido el mejor padre que jamás tendré, ya no será posible. He perdido al único ser humano en este mundo, al que le he importado de verdad, el único que se ha preocupado por darme amor y protección; un padre que estuvo siempre para mí.

Me separo de los brazos del ángel porque no quiero empaparlo con mis lágrimas, paso el antebrazo debajo de mi nariz para limpiar la mucosidad que empieza a soltar, como agua a causa del llanto. Me alejo un poco, dándole la espalda a él y a la mujer que yace en silencio, mientras lloro del mismo modo. Vuelvo a sorber mi nariz. La cabeza me duele y todo lo que deseo en estos momentos, es que esto sea solo una pesadilla de la cual me despertaré, y entonces me daré cuenta de que no es más que eso.

—Queremos saber si el cuerpo de Lucas Chardin está aquí.

Escucho las palabras de Daron a mi espalda. Ruego porque la mujer diga que no, que no se encuentra su cuerpo aquí, que no hay nadie muerto con ese nombre. Pero muy dentro de mí, sé que no será así. Las palabras de Johnvid habían sido demasiadas claras, y a juzgar por el tono en el que las pronunció, sé que no se trata de una maldita broma.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora