XX: La divertida reacción

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Estaba sentado en la mesa con Astrid, Patán y Esteban mientras esperábamos al resto del grupo. Tenía la cara apoyada entre mis manos y los ojos se me cerraban por el cansancio. Había dormido, aproximadamente, unas 3 o 4 horas en toda la noche. Los brazos empezaron a perder sus fuerzas y ,con los ojos cerrados, mi cabeza chocó contra la mesa dándome un buen golpe y despertándome de repente.

-¡Dioses!- gruñí mientras me sobaba la frente.

-¡Hipo! ¿estás bien?- exclamó Astrid lo más seria que pudo, pero se notaba que se estaba riendo.

Patán y Esteban, al igual que ella, también se reían. Levanté la cabeza y frunciendo el ceño, crucé los brazos.

-¿Y este es el futuro rey de Berk?- rió el pelirrojo.

-Jefe- gruñí-. ¡Jefe de Berk!

Los tres presentes me miraron perplejos y yo me froté los ojos. Una sirvienta llegó con cuatro tazas para desayunar. Le pedí café. Muy cargado. Necesitaba despertarme. 

Poco a poco, el resto del grupo apareció y se sentaron en la mesa con nosotros. Entonces, Esteban levantó la mirada en dirección a las escaleras y sonrió. Yo giré a ver qué es lo que miraba ese personaje, y ahí estaba ella. Una sonriente Elsa. Al contrario que el resto, no llevaba la ropa de Berk. Lucía un hermoso vestido turquesa con el pelo recogido en un moño y una brillante sonrisa. Empezó a bajar las escaleras con una elegancia increíble. Llegó a la mesa y se sentó enfrente de mí. La mesa era más pequeña y redonda, así que estábamos todos juntos.

-¿Has dormido bien?- le preguntó Esteban con una sonrisa imposible de descifrar.

-Sí, muy bien- respondió dirigiendo una mirada tímida hacia mí. Le sonreí.

Sentí la mirada del grupo dirigiéndose de mí a Elsa y viceversa. Sin poder controlarme, empecé a reírme y Elsa sonrió. 


Paseando con Astrid y Patapez por el bosque cercano, me preguntaron sobre una de las cosas de las que no quería hablar:

-¿Por qué tan sonriente? -preguntó mi querida amiga rubia.

-Sí. Elsa y tú os veis misteriosos-.

-Bueno, puede que anoche pasara algo.-

Les conté todo a mis dos mejores amigos del grupo, no con gran detalle. Astrid gritó y me tiró al suelo.

-¡El pequeño Hipo se ha hecho un hombre!

Me senté sobándome la cabeza. Patapez rió y Patán y los gemelos aparecieron de detrás de unos arbustos, todos gritando.

-De verdad, ¿estabais todos escuchando?

-Pues claro. No creerías que no nos íbamos a enterar, ¿verdad?- respondió Brusca.

Me quedé perplejo y después volví a tirarme en el piso. Sonreí y todos se pusieron a mi alrededor preguntando cosas que no pensaba contestar.

-Lo único que tenemos que hacer ahora es guardar silencio sobre este tema. Esteban no debe enterarse- sonreí y miré a mis amigos-, aún.

Distinta Mentalidad, Mismo Sentimiento (hiccelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora