Capítulo 42

20.7K 2.1K 396
                                    

NATHALIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NATHALIA

Han sido semanas muy duras y tristes, no he visto a Johnvid desde que se fue sin despedirse el día en que me confesó sus sentimientos. Volví a la universidad, pero ni siquiera estoy prestándole la atención que amerita, hago las cosas porque sigo respirando y por cumplir con las obligaciones.

Traté de buscar un trabajo, pero Lucas se negó y desde entonces viene casi a Diario para visitarme, me deja dinero siempre, el cual le rechazo, pero es en vano porque termina dejándolo sin que me dé cuenta de ello.

Despierto de lo que ha sido mi siesta, arropada de pies a cabeza, había tenido un día largo y cuando llegué a la casa, lo primero que hice fue quitarme los zapatos y lanzarme debajo de las sabanas, aun sabiendo que tengo mil cosas por hacer para la universidad.

Tomo asiento sobre la cama y pongo mis pies sobre el suelo, una sonrisa amarga se me viene a la boca. Me siento terrible por haber sido tan dura con Johnvid al momento de decirle las cosas sin tapujos, o siquiera con un poco de tacto, pero no puedo permitir que se siga haciendo ilusiones con algo que no pasará entre nosotros. Lo extraño y debo hablar con él, no podemos seguir de esta manera.

Camino hacia al baño, arrastrando mis pies sin ganas para deshacerme del sudor que mi cuerpo ha acumulado durante el sueño. Me contemplo en el espejo y no sé por qué, el recuerdo de Daron viene a mi memoria, aprieto los ojos, al recordarme en sus brazos.

Tomo la toalla y procedo a quitarme la ropa con desánimo. El recuerdo del momento en que él me rechazó cuál diabético a un pedazo de bizcocho, todavía retumba en mi cabeza y mi dolido corazón se recoge en mi pecho. Mi orgullo y alma se sienten heridos y eso se refleja en mi exterior, en mi mirada triste y en mis pocas ganas de seguir respirando. Tendré que hacerme a la idea de que lo perdí para siempre, de que la oportunidad de amar a alguien como él se ha esfumado por completo, y que no volveré a verlo ni siquiera en mis pensamientos.

Doy el agua de la ducha para esperar a que se temple y mientras el pequeño baño se llena de vapor, limpio con la palma de mi mano el pequeño espejo que yace encima del lavamanos. Me echo un vistazo, la chica de un ojo azul y otro marrón, me mira del otro lado con la tristeza tatuada en su pálido rostro. Suelto un suspiro al mirarla una última vez, porque siento lástima de ella.

Me meto debajo del chorro de agua y dejo que esta recorra mi cuerpo, la sensación sencillamente es de lo más agradable y reconfortante en estos momentos. Me quedo un buen rato ahí, con los ojos cerrados y pensando que, no importa lo que diga mi padre, necesito un trabajo para poder ocupar mi mente, porque estudiar no me está funcionando.

Cierro la llave, exprimo mi cabello para sacar el exceso de agua y me percato de lo mucho que ha crecido durante estos últimos meses. Lo envuelvo en la toalla y vuelvo a limpiar el espejo empañado y me echo otro vistazo, como si esperara que con la ducha mi rostro haya cambiado, pero no, ahí sigue. Demacrado y con dos círculos negros bajo los ojos.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora