—Oh, Nathalia... —Su voz se ha vuelto más ronca y el brillo en sus ojos se manifiesta sin pena.

Los nervios me matan.

—Entiendo que no puedes quedarte conmigo, de verdad que lo entiendo —aprieto los nudillos de mi mano.

El silencio reina en estos momentos y me parece eterno.

Necesito escuchar por lo menos un: "me quedo a tu lado", "no sabes cuánto te amo" o simplemente un "no me interesas, vete a la mierda".

—No sabes cuánto hubiese deseado escuchar estas palabras en una instancia diferente a esta, cuando podía quedarme contigo —agrega—. Pero ahora que no puedo, lo dices —añade con lamento—. He hecho una promesa y si la rompo... —camina hacia mí—. Ni siquiera podría estar contigo cuando me necesites. No puedo quedarme, aunque lo desee y anhele con todo mi espíritu. Creo que tu confesión ha llegado un poco tarde, ¿no lo crees?

Mi labio inferior tiembla.

Escucharlo decir eso me hace sentir como una idiota sin remedio. He desperdiciado la oportunidad de haberlo tenido a mi lado, todo por no haber aceptado antes lo que era evidente. Estoy destinada a quedarme sola y me lo merezco. Quiero gritarle ahora mismo y mandarlo a un lugar desconocido, pero me he dicho a mí misma que lo entendería. Además, esta decisión no es su culpa, sino mía. Tiene razón, mi confesión ha llegado demasiado tarde.

—Tienes a Lysander —manifiesta en una suave entonación—. Está enamorado de ti y con él puedes vivir una vida sin restricciones, llena de la normalidad que no puedo darte.

No puedo creer lo que acabo de escuchar. Johnvid ha sido mi mejor amigo por años, no puedo creer que me diga esas palabras, creyendo que yo tendría algo romántico con él. No puedo amarlo, aceptar un amor romántico proveniente de él, no está en mis planes.

Mi corazón eligió y no puedo obligarlo a deshacer su elección.

—Eso nunca pasará, lo sabes.

—Nathalia...

—Eso es todo lo que quería decirte, eres libre de marcharte —Me ha herido el orgullo, y también el corazón.

Camino en dirección a la casa, recorriendo el pequeño camino que conduce hasta la puerta principal y lo hago sin mirar atrás. La garganta me pica y de mis ojos quieren brotar las lágrimas; frustración es todo lo que tengo.

Entro a la casa, sin llaves ni nada, la puerta no contiene seguro y la verdad no me preocupa el por qué, tampoco hay mucho que robar. Cierro detrás de mí, prácticamente azotándola. ¿Estoy enojada? Creo que sí, más no con aquel de cabellos rubios dorados y ojos verdes, sino conmigo.

Ahora sí deseo caer en manos de alguien que termine de matarme, porque es justo lo que estoy deseando; la muerte. Mi cerebro tiene razón, hacerle caso al corazón solo me ha dejado como una estúpida y me ha abofeteado con todas sus fuerzas en el rostro. Decir que he quedado destrozada es poco. Estoy tan dolida y tan herida, que siento que en cualquier momento se abrirá una llaga en lo más profundo de mi interior.

Lo he perdido y todo ha sido mi culpa, por no actuar cuando debía, cuando simplemente debí aceptar mis sentimientos por él. Me apoyo en la puerta y me deslizo sobre esta, para luego caer sentada en el suelo. Ni siquiera tengo lágrimas para derramar en este preciso momento; no son capaces de salir de mis ojos.

Escucho unos suaves golpes y levanto la mirada, no estoy segura de haber escuchado bien, pero ahí están otra vez. Quizá es él, tal vez está esperando a que abra la puerta y entonces me besará y me dirá lo mucho que está dispuesto a hacer por este amor que siento, que se quedará conmigo y todo será como queremos.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now