Capítulo 38

22.8K 2.4K 177
                                    

NATHALIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NATHALIA

No sé cuánto tiempo llevamos corriendo, pero lo hacemos tan rápido como podemos y sin mirar atrás en ningún momento. Corro delante de Clya y tengo que admitir que mi estado físico no es el mejor del mundo, he aquí donde me doy cuenta de que no importa que tan delgada o rellena sea, tener un buen estado de resistencia física es importante. La falta de actividad física hace que mi respiración se sienta pesada y el aire que entra a mis fosas nasales lastime mi nariz.

Árboles y más árboles es todo lo que podemos ver, mientras el viento nos golpea la cara y las hojas secas que cubren el suelo, crujen bajo nuestros pies. Intento buscar un camino por donde salir, alguna carretera, pero solo hay un frondoso bosque a nuestro alrededor.

—¡Espera! —Grito, deteniéndome al instante.

Clya detiene su trote detrás de mí y volteo para mirarla, me agarro las rodillas, entretanto intento respirar más lento y pausado. Mi corazón se encuentra en sus pulsaciones más altas, lo puedo sentir retumbar violentamente sobre mi caja torácica y en mi garganta.

—Tenemos que seguir corriendo, Nathalia —Me recuerda sin ninguna dificultad, a diferencia de mí, ella no parece como alguien que ha estado corriendo por su vida.

Trato de recuperar el aliento, pero me es difícil.

—Oye, estoy cansada... —respondo—. Llevamos corriendo mucho rato —enderezo mi cuerpo y contraigo mi rostro—. Soy una humana, debemos descansar —hago una pausa para tratar de calmar mi agitación.

Camino hacia un enorme árbol, entretanto Clya parece no estar tranquila con mi petición. Sé que tiene miedo de que nos encuentre, yo también, pero no puedo seguir corriendo; las costillas me duelen al caminar e incluso al respirar. Ella observa hacia el camino que hemos dejado atrás, cerciorándose de que nadie nos esté siguiendo.

Estamos lo suficientemente lejos de aquel lugar, pero eso no eso garantiza que Desmond pueda atraparnos, después de todo, no es un humano de lo que estamos escapando, es de un demonio.

Clya se desploma descansando su espalda en el viejo y grueso árbol, en el cual me he sentado a descansar.

—¿No hay manera de que contactes a tu amigo el mago, o a Daron? —Me pregunta.

—No tengo poderes como tú.

—No creo que eso sea así —dice.

—No sé cómo traerlos hasta aquí —hablo—. Intenté comunicarme con Daron, pero no funcionó.

Agacho la mirada hacia la tierra cubierta de hojas secas, el recuerdo de Daron llega a mi memoria. Con todo lo que ha dicho Desmond, muy en el fondo le creo. Tengo miedo de volver a ver a Daron, o de que simplemente no aparezca. En cuanto a Johnvid, siento terror de la misma forma, él no negó aquello que Desmond le cuestionó y eso me hace temer que nuestra amistad se arruine por lo que parece ser verdad. No puedo corresponder a sus sentimientos, no puedo verlo como algo más que no sea mi amigo, o el hermano que nunca tuve. Mi corazón ve con sus ojos enamorados a otra persona y no puedo ir contra eso.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora