Capítulo 28

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-Vaya...Menudo beso...-pronunció el dueño del local cuando Sanji se apartó.

-Perdona...no sé... no sé que me ha pasado, me he dejado llevar- se disculpó avergonzado.

-Me ha encantado- susurró en su oído- Voy a ir a la bodega a por otro vino, no es que el que has elegido esté mal, es que quiero traer uno mejor, la ocasión lo merece- besó la mejilla del cocinero y salió de la sala guiñándole un ojo.

El rubio volvió a tomar asiento en la barra, se quedó apenas unos segundos mirando las botellas que tenía enfrente "¿Qué acabas de hacer?" se preguntaba "¿A caso crees que de esa forma lo vas a olvidar?". Acto seguido se levantó de la silla y empezó a merodear por el local. Colocándose detrás de la barra iba observando todos los artilugios que se encontraban allí para preparar deliciosos cócteles. Sin quererlo, su vista quedó fijada en una pequeña libreta clavada en la viga de madera que sostenía el extremo derecho de la barra, comenzó a leer: "Próximo pedido: Hierbabuena, Cilantro, Perejil, Patatas, Zanahorias..."

"Zanahorias... esa Z se asemeja mucho a..." Sanji sacó de su bolsillo el pedazo de papel donde Zoro le había escrito su carta de despedida, se dio cuenta que ambas zetas coincidían, era la misma caligrafía, estaban escritas por la misma persona.

El rubio al fin abrió los ojos, había caído en una burda trampa y estaba seguro que el dueño de ese restaurante tenía bastante que ver con todo aquello. Rompió en pequeños pedazos la nota que sostenía ente los dedos, estaba furioso, sin embargo, su mente no paraba de preguntarse "¿dónde está Zoro?". Su ira se tornó en angustia cuando el marimo ocupó su mente, "seguro que está en problemas...pero...no tengo ni idea de donde puede estar", debía encontrar a Zoro antes de que la situación emporase, podía notar como la vida de su nakama se le escapaba de las manos a cada segundo que él permanecía quieto en aquella estancia, estaba bloqueado, no sabía qué hacer ni a donde ir...

*Boooom* un estruendo se escuchó en el restaurante, proveía del piso inferior, justo era el empujón que necesitaba para reaccionar, acto seguido y sin perder tiempo, bajó rápidamente las escaleras. Abrió la puerta del despacho de Jiro, nada, no había nada, albergaba la esperanza de encontrar allí al peliverde. Cerró la puerta de un portazo, tras ella se escuchó un sonido metálico, como si dos barras de hierro hubieran caído al suelo. Al volver a abrir esa puerta pudo encontrar en el suelo lo que parecían ser dos katanas, encendió el interruptor de la luz para ver con más nitidez, ahí estaba la pieza del rompecabezas.; las espadas negra y roja estaban tendidas en el suelo, una evidencia más que suficiente de que el espadachín no andaba lejos.

El rubio se dispuso a abrir la siguiente puerta, el almacén, estaba cerrada, forcejeó el picaporte, estaba histérico, sabía que Zoro había estado allí, no sabía ni cuándo ni cuál había sido el motivo de su visita, la única prueba evidente eran sus dos katanas. "¡Joder!" masculló "¡Mierda!", harto de perder tiempo, pegó una patada a la puerta.

Un olor a sangre y sudor invadió sus fosas nasales, una parte de él se arrepentía de haber entrado a aquella habitación ya que dentro de esta yacía un espadachín ensangrentado y semiinsconsciente. El cocinero no pudo procesar todo lo que estaba viendo y cayó de rodillas horrorizado ante tal escena.

-¿San...ji?- balbuceó el peliverde- ¿Er...es... tú...?

El rubio no respondió, se encontraba en estado de shock, sin darse cuenta las lágrimas brotaban de sus orbes sin quererlo.

-Hu...ye- dijo con apenas un hilo de voz- Ve...te...

Sin mediar palabra, el cocinero se acercó a gatas lentamente hasta la posición de Zoro, con sus manos intentó limpiar su rostro cubierto por aquél fluido rojo que brotaba de su cara, ante tal acción el peliverde sonrió. Sanji lo abrazó y hundió la cabeza en su pecho, comenzó a llorar desconsoladamente, no sabía si era por la alegría de verle de nuevo o por el dolor que sentía al encontrarlo en ese estado.

-Tenemos que salir de aquí- dijo entre sollozos, se levantó del sitio rápidamente para desatar al espadachín, al fin pudo reaccionar. Aun tendido en el suelo el peliverde, el rubio agarró un bidón de agua que parecía haber caído de la estantería, y vació su contenido encima de este para espabilarlo.

Sanji ayudó a incorporarse al herido, lo agarró de la cintura y cargó con la mayoría de su peso al levantarlo, Zoro apenas podía sostenerse en pie pero tenía que sacar fuerzas de donde fuera para huir de ese lugar.

-Vaya vaya...pero ¿qué tenemos aquí?- Jiro apareció apoyado en el marco de la puerta.

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Y hasta aquí el capítulo de hoy, muchas gracias por leer mi historia ^^.

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¡Hasta el próximo capítulo!

PD: si te está gustando esta historia, puedes comenzar a leer "La nueva Nakama" (con temática de One Piece) mi segundo relato, visita mi perfil ¡allí la encontrarás!

**Además os invito a que leais "No me dejes" historia en la que he podido colaborar gracias a mi querida majomd96  ¡Es fantástica! **

Entre La Espada Y La Pared (SanZo)TERMINADAWhere stories live. Discover now