Epílogo | Vacaciones

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—Despierta... Draco, ¡Despierta! —Le decía Hermione al rubio, que estaba recostado sobre la cama—Debemos irnos ya.

Malfoy abrió los ojos y se desperezó. Demonios... eran las seis menos diez de la mañana.

—¿Ya? —Preguntó, frotándose los ojos.

—Sí, levántate—Le dijo Hermione, con una sonrisa.

Luego se cambiaron y bajaron a desayunar, donde el señor y la señora Granger estaban tomando el té.

—Me alegro de que hayan bajado, chicos, partiremos a la playa en media hora, así tendremos el tráfico más ligero—Dijo el padre de la castaña.

A Draco todo le resultaba bastante extraño y peculiar, por lo que le llamaba la atención varias cosas comunes para los muggles, como el teléfono, la televisión y su forma de vivir. Pero algo de eso le gustaba, aunque era una vida totalmente diferente a la suya.

Ambos se sentaron en la mesa del desayuno y se sirvieron algunas deliciosas tostadas con miel, mientras el señor Granger leía el periódico. Iba a ser un caluroso día de verano. Draco había llegado a la casa de Hermione después de obtener el permiso de su madre, por lo que los padres de su novia aceptaron cordialmente alojarlo allí hasta después de las vacaciones en la playa. Al rubio le habían asignado la habitación de huéspedes, que estaba al lado del dormitorio de la castaña, aunque él, de vez en cuando, se escapaba por la noche e iba al cuarto de ella. Todo era bastante divertido allí; esa semana antes de ir a la playa habían ido a jugar un deporte llamado golf, comido en un restaurante donde la comida muggle sabía deliciosa y también asistieron a un evento musical en la ciudad. Malfoy les agradecía su amabilidad.

—¿Ya empacaron todo? —Preguntó la señora Granger, mientras recogía las vacías tazas de té.

—Sí—Afirmó Draco.

—¡Oh! ¡Me he olvidado de guardar mis libros de Criaturas Mágicas! —Exclamó Hermione—Draco, ven, ayúdame a buscarlos.

Lo tomó de la mano y los dos volvieron a subir hasta el cuarto de la castaña, que tenía todo perfectamente acomodado y su valija encima de la cama.

—Es raro que te hayas olvidado de empacar tus libros...

Hermione sonrió.

—No me he olvidado... Solo quería estar a solas contigo antes de partir.

Draco sonrió de medio lado y se acercó seductoramente hacia ella y, con un hábil y rápido movimiento, la atrapó por la cintura. La castaña soltó un gritito e intentó zafar mientras reían, pero el chico fue más fuerte y se recostó encima de ella sobre la cama, reteniéndola.

—¿Esto querías? —Le preguntó Draco, sonriéndole.

Y Hermione, en modo de respuesta, lo besó en los labios, para que él luego vaya bajando suavemente por su cuello y su clavícula. El sol de la mañana les alumbró por la ventana y el muchacho aún seguía respirando sobre la cremosa piel de su cuello.

—Mejor vamos, tus padres nos esperan—Le dijo. Hermione asintió y ambos se incorporaron, tomaron la valija y volvieron a bajar.

Cuando salieron, pudieron percibir el tierno y dulce aroma de las flores que decoraban el jardín, se subieron al auto (cosa que Draco había hecho solo dos veces en su vida) y partieron hacia la playa, donde tendrían alquilada una cabaña para cuatro personas por toda una semana.

Después de dos horas de viaje, por fin llegaron a su destino, donde les acaparaba una preciosa y radiante vista hacia el mar, mientras el sol veraniego les alumbraba la piel. Todo era perfecto; había un pequeño y rústico bar donde unos muggles estaban bebiendo algo mientras escuchaban música.

♥Traición Mestiza♥ #DramioneWhere stories live. Discover now