29. Desaparecido

3.1K 236 27
                                    


Tres meses juntos sin ser descubiertos. Eso debía de ser un récord, aunque Hermione y Draco eran los más precavidos de todo Hogwarts y, además, ¿quién podría sospechar una relación entre ellos dos?

Todo era perfecto, nadie se entrometía con ellos y apenas habían tenido unas ligeras discusiones, como toda sana pareja. Si hacía frío, Hermione solía dormir acurrucada con la bufanda que le había obsequiado Draco, pero aún no la había usado en público; en cambio, Draco siempre llevaba el collar con "sentimientos embotellados" oculto bajo su túnica.

En clase, a veces les tocaba hacer tarea en grupos de a dos o de vez en cuando mentían para quedarse sin pareja y ser los últimos para poder estar juntos. Esos atardeceres en que se juntaban a estudiar en la biblioteca "por obligación" eran los mejores, ya que siempre se apartaban hasta la última y más escondida mesa para poder coquetear, jugar o decir algunas que otras tiernas estupideces. La vida de ambos había dado un giro drástico el último trimestre, pero era lo mejor.

Faltaba poco para que comience el mes de abril, y la híbrida pareja estaba sentada dentro del baño abandonado del tercer piso, aprovechando que Myrtle la llorona no estaba allí.

—Este lugar es un asco—Se quejó Draco—Pero ciertamente nada me importa si tú estás... bueno, aquí.

La castaña le sonrió y se derretía lentamente por dentro, amaba cuando el rubio era tan tierno con ella, ya que con nadie más se comportaba así.

—Myrtle podría aparecer en cualquier momento y contarle a todos que nos vio juntos—Dijo Hermione.

—Sí, pero ya no tenemos muchos lugares para escondernos...

La Gryffindor quedó pensativa un momento, tratando de recordar lugares secretos u escondites... la cámara secreta no porque no sabían hablar pársel, detrás de las gradas de Quidditch ya estaban entrenando, en el Bosque Prohibido merodeaban escregutos y sin el Mapa del Merodeador no recordaban ningún pasadizo, pero... ¡Un momento!

—¡La Casa de los Gritos! —Sugirió Hermione.

—¿Qué? ¿La horrenda casa abandonada de Hogsmeade? —Preguntó Malfoy, incrédulo—Espero que sea una broma.

—¡No! Harry, Ron y yo entramos a ella cuando teníamos trece y conocemos un pasadizo—Apresuró a decir la muchacha—La entrada está debajo del Sauce Boxeador.

—Definitivamente estás loca.

—Sólo debemos deslizarnos por ahí y conseguiremos entrar, nadie más conoce ese escondite y mis amigos nunca van allí. Es el lugar perfecto—Dijo Hermione con aire de entusiasmo.

Draco parecía totalmente desconcertado y pensativo.

—Un momento...—Insinuó la castaña con una sonrisa—No me digas que... ¡Le tienes miedo!

—¡Cállate, claro que no! —Contestó el Slytherin golpeando suavemente a Hermione en el hombro. —Está bien, mañana vamos, ¿Contenta?

Y la Gryffindor lo abrazó y lo besó antes de volver a separarse porque debía volver a clases.

Al día siguiente, la castaña se levantó muy animada y entró de muy buen humor al Gran Comedor con sus amigos, que ya estaban sentados desayunando vestidos con el uniforme de Quidditch por la semifinal que iba a jugar Gryffindor contra Hufflepuff. En la mesa amarilla y escarlata hablaban mutuamente y muy extasiados, incluso Luna también llevaba su típico sombrero de león, aunque fuese Ravenclaw.

Hermione notó que Draco no estaba en la mesa de Slytherin, pero probablemente ya estaba en las gradas de Quidditch junto a sus amigos, así que la castaña comió rápido y también fue a reservar un lugar para el partido; pero al llegar, Malfoy no estaba allí, ¿Dónde se había metido?

Durante todo el partido, la Gryffindor recorría detenidamente cada asiento con la mirada para ver si podía distinguir una cabellera rubia platinada, pero no lo vio. Los leones ganaron el partido cuando Harry atrapó la snitch, todos los jugadores y espectadores comenzaron a gritar y festejar de alegría. Las tribunas estallaron en vítores y Hermione se unió a ellos, pero no se dirigió a la Sala Común a festejar. Comenzó a buscar a Malfoy, estaba asustada por él porque cada vez que se ausentaba no ocurría nada bueno. Así recorrió frenéticamente los pasillos hasta toparse con Dumbledore en frente de su despacho.

—¡Profesor Dumbledore! —Gritó Hermione mientras se acercaba a él—¿Ha visto a Draco Malfoy?

Albus giró a mirarla y clavó sus suaves ojos claros en ella.

—Sí, señorita Granger. El señor Malfoy hoy ha retirado a su hijo por razones personales—Contestó el director mientras comía un pastel de limón.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que Lucius se lo ha llevado?! ¡Él no puede hacer eso!

Dumbledore la miró nuevamente, pero aún más confundido.

—Señorita Granger, el señor Malfoy está en todo su derecho de llevarse a su hijo del castillo cuando le plazca y yo no podría evitarlo, está totalmente fuera de mis derechos—Dijo el anciano con su típica voz serena y calmada.

—¡Pero Lucius le hará algo! ¡Profesor, tiene que impedirlo!

—Lo lamento, pero ya he dicho que no puedo hacer nada. En todo caso, si Draco volviese herido o recibo una queja por parte de él tal vez el Ministerio podría encargarse de su situación.

Hermione sintió una fuerte furia en su pecho y salió corriendo del lugar para sentarse en el vestíbulo del castillo. Pasaron los minutos y Draco no aparecía... media hora, una hora, una hora y media, dos horas... hasta que por fin se abrieron las puertas de madera de par en par y un muchacho rubio y moribundo cae de rodillas en el suelo, para luego acabar completamente tendido y bañado en manchas de sangre.

—¡Draco! —Gritó Hermione, sumamente preocupada al ver que su novio no reaccionaba—¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor!

Puso al Slytherin boca arriba e intentó sanarle las heridas con un hechizo mientras McGonagall llegaba corriendo al lugar.

♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora