♥Traición Mestiza♥ #Dramione

20. El llanto de la serpiente

Silencio, confusión, remordimiento, odio, amor; todas esas cosas juntas y muchas más sentía Hermione cuando fue a su dormitorio y apagó las luces. Sin Ginny y sin sus amigos se sentía sola, no tenía con quien hablar ni podía contarle a nadie lo que había ocurrido hacía apenas unos minutos atrás. La castaña no pegó un ojo hasta después de dos horas, donde quedó por fin profundamente dormida mientras la luz de la luna que titilaba entre los copos de nieve que caían le daba en el rostro, haciendo resaltar su piel como una gema.

Al día siguiente, se levantó temprano por la costumbre, aunque siguió recostada detrás del dosel de su cama hasta que decidió ir a bañarse. Necesitaba relajarse y pensar ¡Pensar, por Merlín! ¡Había pensado toda la noche anterior y a causa de eso no podía quitarse a Draco Malfoy de su mente! Tan cerca y a la vez tan lejos...

Tenía que ir al baño de prefectos para recibir máxima relajación en la gran tina de diferentes aguas, burbujas y espuma de colores, para meditar o simplemente para olvidar. Se quitó sus calcetines en la Sala Común y sus pies quedaron descubiertos, aunque sospechosamente no sintió frío, sino un acogedor calor gracias a la chimenea, luego se puso unas chancletas y colgó una toalla a su hombro.

Cuando pasó por el corredor, notó un silencio de entierro... todo se veía tan desolado sin nadie allí, pensó en Voldemort y en todo lo que les esperaba a ella y a sus amigos, y un profundo miedo se apoderó de ella; aunque se desvaneció cuando llegó a la entrada del baño que buscaba.

—¡Pompas de jabón! —Dijo Hermione, pronunciando la contraseña, lo cual hizo que la puerta se abriese de par en par.

Cuando entró, se quitó el calzado y sus pies sintieron la fría superficie de los azulejos del suelo y luego se quitó el suéter de lana que llevaba puesto (el cual le había tejido la señora Weasley). De repente, oyó un ruido, esto la sobresaltó y miró hacia todas partes. Su mirada se detuvo frente a la imagen de un joven pálido, rubio y triste que sollozaba en el lavamanos del rincón, con ambas manos apoyadas en el borde y dándole la espalda a ella. Hermione quiso gritarle y sacarlo a patadas de allí, pero se contuvo al notar que él estaba llorando... Draco Malfoy estaba llorando.

Los ojos grises del Slytherin se levantaron y miraron fijamente a Hermione a través del espejo, luego se dio media vuelta y, enojado y sorprendido, apuntó a la castaña con la varita.

—¡Espera! —Le gritó esta, pero Malfoy no bajó la guardia.

—¡Vete, Granger! —Le espetó Draco mirándola fijamente, avergonzado de que la mejor amiga de Harry Potter lo haya visto llorar. —¡Vete o te mato! ¡Te juro que te mato!

Malfoy parecía sacado de sus casillas, pero Hermione no movió ni un pelo.

—No me iré, Draco, no lo haré—Le dijo con la voz más comprensiva que pudo, pero una gruesa lágrima se deslizó por la pálida mejilla del Slytherin y un sollozo se le escapó de la garganta.

Bajó su varita lentamente y miró hacia el piso, resignado. La Gryffindor dio un paso hacia adelante y Malfoy se estremeció, pero ella continuó. Caminó hasta él mientras la temperatura de sus pies se acostumbraba al piso y... paró. Draco no quitaba la perdida y dolorosa mirada del piso.

Hermione levantó cuidadosamente su mano y, con delicadeza, rozó los fríos y pálidos dedos de Malfoy. El Slytherin tembló de pies a cabeza, pero no se apartó; Dios santo, Hermione Granger había hecho temblar al príncipe de las serpientes...

—Dime, ¿Qué demonios quieres? —Preguntó Malfoy, con los ojos cerrados y fruncidos.

—Quiero ayudarte, no sé por qué te empeñas siempre a hacer sufrir a los demás cuando tú eres el que sufre de verdad—Dijo Hermione, mirándolo fijamente a los ojos... estaba comenzando a sentir calor en las orejas.

—Mis asuntos no te incumben, mejor vete—Le dijo Draco.

—Y si no quiero, ¿Qué?

El joven suspiró lentamente y sus ojos grises se fijaron en los de ella, marcando una especie de conexión entre ambos que anteriormente él quería evitar.

—¿Por qué...?

—Shhh...—Intervino Hermione, colocando su dedo índice en la mejilla de Draco, reteniendo una lágrima —A veces las palabras no alcanzan para explicar el motivo de las lágrimas... Pero si quieres, puedes contarme.

Malfoy guardó silencio, sin apartar su mirada de ella, el joven respiraba entrecortadamente y sus pómulos estaban cobrando un color que Hermione nunca había visto antes... ¿Rosado, quizás?

—No puedo. Es remotamente imposible—Dijo el Slytherin.

—¿Qué cosa?

Y Draco, antes de contestar se acercó a ella y la abrazó. Era el mejor abrazo que Hermione jamás había recibido en su vida, era un estrujo repleto de emociones, lágrimas y... amor, especialmente amor.

Pero en eso, la castaña resbaló haciendo que ambos cayeran dentro de la gigantesca y redonda tina que estaba repleta de agua y espuma. Draco no la había soltado y, cuando pudieron incorporarse un poco dentro del agua a pesar del chapuzón, el joven se acercó a ella, nunca habían estado tan cerca; sus labios eran separados por escasos milímetros y ambos respiraban el aire del otro, formando una inmensa combinación de sentimientos que querían ser revelados. El rubio la miró y ojos castaños y grises establecieron esa combinación que parecía largar chispas, mientras Draco se acercaba cada vez más y sus ojos fueron tapados por sus párpados cuando sus labios se encontraron.

Hermione se sintió desconectada del mundo, solo eran ellos dos y nadie más. Sus suaves labios parecían estar bailando una danza con los de ella... era mágico, inexplicablemente mágico. Aliento a menta, respiración medio agitada, una blusa pegada a su cuerpo... eso era lo que captaba la parte de su cerebro que aún tenía un poco de razón. Las burbujas y los chorros de agua parecían no estar, solo sentían un líquido tibio y reconfortante a su alrededor. Los pies descalzos de Hermione se entrelazaron con los de Draco en las profundidades y ambos se separaron para tomar aire y volvieron a mirarse, volviéndose a penetrar el uno al otro con la mirada, sin decirse nada, porque lo que ambos acaban de sentir era realmente infinito.