18. Vacaciones de Navidad

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Como ya era de costumbre, llegó el fin de semana y Hermione no volvió a ver a Malfoy por el resto de los días hasta que faltaba poco para comenzar las vacaciones de Navidad. Hermione aún estaba muy enfadada con Ron, así que no fue a pasar las vacaciones con él ni con Harry, (además de que Ron llevaría a Lavender con ellos a La Madriguera para presentársela a sus padres). Pero la castaña solo podía pasar con sus padres dos días y luego debería volver para adelantarse con la tarea que había dejado atrasada por culpa de sus desconcentraciones.

En el último día que había pasado en Hogwarts antes de volver, estuvo hablando con Ginny de lo más normal mientras empacaban.

—¿Cómo vas con la caza de serpientes? —Le preguntó la pelirroja mientras cerraba su valija. Hermione giró hacia ella y la miró confundida.

—¿Qué?

—Ya sabes... lo del príncipe de Slytherin...—Le insinuó Ginny. Hermione miró hacia otro lado y suspiró.

Aún no había olvidado todo lo ocurrido con Draco, pero había asimilado que quizás solo se trataba de un sentimiento nada relacionado con el amor y que ella confundía.

—Pues no lo he visto, y mejor así—Le dijo la prefecta, mientras bajaban por las escaleras de los dormitorios.

—No te entiendo, Hermione, si de verdad te gusta ¿Por qué no vas y lo encaras?

—Por favor Ginny, ni que fuera tan fácil—Le dijo la castaña. —Estoy bien, la verdad, creo que ya lo estoy olvidando. Solo fue un error, nada más.

La menor de los Weasley puso los ojos en blanco y salieron de la Sala Común, para salir del castillo y dirigirse hacia el Expreso de Hogwarts en la estación de Hogsmeade. Harry y Ron ya habían ocupado un compartimento y hablaban muy entusiasmados sobre Quidditch. Ginny se sentó en el regazo de Harry, y Ron, un poco avergonzado, dirigió la mirada hacia la ventana.

Hermione se sentó al lado de él, aunque sin saludarlo, y al cabo de unos minutos apareció Lavender Brown, con su típica pinta de niña tonta, cursi e infantil.

—¡Ro-Ro! —Le dijo al pelirrojo, mientras se sentaba entre medio de él y Hermione. —Ven conmigo, te tengo que mostrar algo.

Ron no puso gesto de mucho interés pero aun así se levantó y salió con ella. Dejando a Hermione sola con los tortolitos.

—Creo que... mejor voy a comprar dulces—Se excusó la castaña para poder salir de allí y dejar a Harry y Ginny solos, y caminó hacia la parte exterior de un compartimento, donde el viento le azotaba en el rostro y las nubes pasaban muy cerca de ella.

—¿Tomando aire? —Le dijo una voz justo detrás de ella.

Malfoy estaba apoyado justo en la barandilla izquierda con ambas manos en la barra de metal. Hermione se sorprendió de verlo allí y se quedó repentinamente sin palabras; Draco la observaba con gesto de interés.

El rubio le dijo algo pero la fuerte correntada de viento se llevó sus palabras.

—¿Qué? —Gritó Hermione.

El Slytherin caminó hacia ella, sacó su varita y apuntó con su varita a la pierna de la Gryffindor.

—¡Reparo! —Dijo el muchacho, y una pequeña rasgadura que tenía la castaña al lado de su pantalón se volvió a coser. —Tenías un poco roto.

Hermione volvió a ser inundada por ese ácido sentimiento que recorría desde su estómago a cada rincón de su cuerpo.

—Habrá sido un clavo en el compartimento—Fue lo único que se le ocurrió decir.

Draco guardó su varita y se retiró hacia adentro, donde estaban sus compañeros. La castaña volvió a arrimarse a la barandilla y sintió el viento fresco nuevamente; dejando que revolotee su cabello y, a la vez, que ordene sus emociones.

Cuando bajaron del expreso, Hermione notó al señor y la señora Weasley esperando a Harry, Ron y Lavender, la jovencita se acercó a saludarlos y luego se dirigió con sus padres. Giró la mirada por un instante, buscando algo que no sabía exactamente qué era, y vio que Lucius Malfoy los miraba con expresión de asco; Draco, que estaba a su lado, tenía su vista fijada en otro sitio.

Hermione subió al coche de sus padres y los tres volvieron a casa, volvieron a Londres y volvieron al mundo muggle. Los dos días pasaron rapidísimo y la castaña trató de disfrutar al máximo el tiempo transcurrido con sus padres, donde cenaron y abrieron regalos la noche anterior a que su hija se marchara de nuevo a Hogwarts.

La castaña se despidió de ellos con un sentimental abrazo y volvió a su amado y no tan amado castillo. Cuando llegó y cruzó la puerta principal vio que estaba más vacío de lo normal, unas pocas personas caminaban de aquí para allá o charlaban en el Gran Comedor, ya que afuera estaba todo abarrotado de nieve. Hermione abrió los ojos de par en par y sintió que su boca se secó de repente al ver a cierto rubio con cabello platinado sentado solo en la mesa de Slytherin.

La Gryffindor subió a su Sala Común para dejar su valija y vio que también había muy pocas personas allí, los únicos de Gryffindor que se habían quedado a pasar las vacaciones de Navidad en Hogwarts eran los hermanos Creevey.

—Hola, Hermione—Saludó Colin.

—Hola, ¿Cómo están?

—Bien, algo aburridos porque mi abuelo está enfermo y no podemos ir a pasar las navidades a casa por miedo a contagiarnos...

Hermione subió a su habitación, todo estaba desolado y tranquilo, con las camas vacías y bien tendidas. Después, bajó nuevamente y salió de la torre de Gryffindor y vio a un Slytherin de séptimo deambulando por los pasillos; al parecer, Draco, él y cinco más eran los únicos de su casa que también estaban allí. De Hufflepuff había otros cinco y de Ravenclaw se habían quedado cuatro.

Cuando Hermione pasó al lado del gigantesco y brillante árbol de Navidad, casi choca con Malfoy, que salía del Gran Comedor. Éste se sorprendió mucho de verla allí y frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí, Granger? —Preguntó con desdén.

—¿Te importa?

—Pues la verdad es que estaba todo bien hasta que llegaste tú.

—No pareciste haber notado mi llegada hasta ahora, Malfoy, ¿Tanto influye mi presencia en tu bienestar?—Dijo la castaña.

Draco penetró sus ojos grises en la mirada de la Gryffindor, volviendo a combinarse de esa manera extraña y exótica.

—Veo que deberemos pasar juntos estas navidades...

—Que ambos estemos en el castillo no quiere decir que necesariamente estaremos juntos—Afirmó Hermione.

Los ojos de Malfoy se hacían cada vez más temerarios y a la vez más apacibles. Incluso podía sentirlo muy cerca... tenía aliento a menta.

—¡Draco, ven aquí! —Gritó una potente voz detrás de ellos.

El Slytherin levantó la mirada y Hermione giró, notó que Lucius Malfoy estaba parado en la entrada. Draco caminó hacia él con un aura miedosa y padre e hijo desaparecieron.


♥Traición Mestiza♥ #DramioneМесто, где живут истории. Откройте их для себя