Capítulo 35

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NATHALIA

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NATHALIA

Volver a la universidad y mantener mi mente ocupada con tareas es lo que necesito, no quiero que mi mente vuelva a entrar en ese extraño estado en el que se encontraba la primera vez; pensando en la voz extraña que ha estado hablándole a mi cabeza. Me aterra la idea de pensar que es otro ángel caído, con intenciones oscuras e igual de perversas que las que tenía Lyron. Recordar que ha mencionado la pluma de Daron, hace que el miedo entre como una bala a mi carne.

En cuanto terminamos de pintar toda la casa sin dejar ningún rincón oscuro o sucio, me dedico a pensar en donde podría esconder la pluma, porque es más que evidente que el lugar en donde la he dejado, no es en lo absoluto el más seguro. No puedo permitir por nada en el mundo que tan valiosa joya caiga en las manos equivocadas, si eso llega a pasar, tendré que decirle adiós a ese ángel que se ha preocupado de mantenerme a salvo, y no me perdonaría algo así nunca. Me preocupa el hecho de que por mi culpa vaya a parar en el mismo lugar que Lyron, cuando él no lo merece.

Vid y yo decidimos descansar en el sofá, con el olor a pintura mojada impregnado en nuestras fosas nasales, en cualquier momento nos intoxicaremos con el olor tan fuerte, pero eso es lo de menos, solo puedo pensar en encontrar algún escondite.

—Solo faltan unas cortinas y muebles nuevos —Vid observa orgulloso las paredes pintadas.

—No tengo dinero para eso —agrego con la vista absorta en la nada.

—Supongo que tu padre aún te dará el trabajo en la cafetería.

He olvidado aquello por completo.

He tomado la decisión de irme lejos de Borgoña y todo lo que implica vivir aquí, he decidido renunciar a esa oportunidad de tener un trabajo e ingresos propios cuando me enteré de que mi padre es el gerente de ese lugar; pero las cosas cambiaron y mi escape se vio interrumpido por el secuestro que Daron y papá han planeado.

—Ha pasado tiempo ya, seguro que alguien que lo necesitaba más que yo, ya lo tomó.

—Pues buscamos en otro lugar, yo también necesito trabajar.

A mi cabeza vienen cuestionamientos que no tienen caso, como de dónde Vid conseguía tanto dinero si no posee ninguna clase de trabajo, pero es algo que no me importa y tampoco lo que me preocupa realmente.

—Vid...

—¿Sí?

—¿Crees que mi madre esté viva?

La pregunta está fuera de lugar, pero es algo que ha salido de mi boca sin pensarlo mucho. Un cuestionamiento que me atormenta por más que quisiera que fuera lo contrario.

—¿Tu madre? —Asiento—. La verdad no lo sé —Su cabeza se gira en dirección a la mía y sus ojos azules me observan—. El señor Chardin nunca habla de ella, tú lo sabes mejor que nadie.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora