—Quiero pedirte disculpas —digo para desviar el tema.

—¿Disculpas? —Replica un tanto sorprendido—. Creo que yo soy el que debe disculparse...

Lo interrumpo.

—Ya te has disculpado lo suficiente —agrego y él toma asiento a mi lado—. Ahora me toca a mí. Verás, no he sido una buena amiga contigo y creo que eso es más que evidente. Siempre dejo que mi orgullo hable por mí y dejo que me convierta en una irracional —suspiro—. En una insoportable persona.

—¿De qué hablas? Tú no eres insoportable —Él me sonríe con un ápice de confusión en su rostro.

—Lo que digo es que tú... siempre has estado conmigo en todo momento, en cambio yo no te he sabido agradecer de la forma que mereces.

—Siempre has estado para mí, Nathalia —toma mi mano con sutileza, la cual juguetea con la cuchara que aún yace dentro del plato semi vacío—. No hace falta que me agradezcas por nada, yo no hago lo que hago por ti, porque espere algo a cambio. Aunque sí —dice—. Me gustaría que correspondieras mi amor.

—¿Corresponder a tu amor? —Inquiero con una sonrisa y el ceño arrugado—. Siempre he correspondido a tu amor, Vid, eres mi amigo, mi hermano, una de las personas más importantes en mi vida —Mis ojos se quedan fijos en el suave agarre de su mano—. Sin embargo, aunque no esperes nada a cambio de mi parte, te he estado ignorando cuando tú haces lo contrario y ya llegó la hora de entender que todo lo que has hecho, incluso el haberme mentido, solo ha sido para protegerme.

—Lo ha sido en absoluto —suspira—. Yo también entiendo que te comportes de esa manera conmigo, yo lo haría si estuviera en tu lugar. Gracias, me alegro de que hayas entendido que no fue por hacerte mal o herirte —dice sin dejar de mirarme a los ojos—. Si tuviera que volver a mentir para mantenerte a salvo, quiero que sepas que lo haría sin dudar, Nathalia. Sin importar que me trates como a una basura.

Le devuelvo la sonrisa agradeciendo haberme apretado los pantalones y al fin arreglar las cosas entre ambos. Tragarme mi orgullo y pedir perdón, se siente liberador.

Él es parte de mi vida, sin él no podría volver por completo a la normalidad, porque el fin de esto es que todo vuelva a ser como antes, incluyendo nuestra amistad y amor.

—Gracias, Vid. Te quiero —Me pongo de pie para abrazarlo y él me rodea con sus brazos sin dudarlo un segundo.

Vivir una vida en donde Johnvid no esté a mi lado, sería un completo martirio. Es uno de los hombres más importantes en mi vida y si no estuviera no sé qué sería de mi patética existencia. No tendría a nadie que me llamara por ese patético apodo que decidimos darnos, mucho menos tendría a alguien que me cuidara de la manera que él lo hace. Agradezco tenerlo en mi vida y desde ahora prometo echar a la basura todo lo malo y enterrarlo en lo más profundo del olvido, para solo quedarme con las cosas buenas.

—Cuando me llamas por mi nombre verdadero, suena a puro enfado y no me gusta. Gracias por este privilegio.

—Debería llamarte así, porque de esa manera te llamas —digo sonriéndole—. Pero me es muy difícil acostumbrarme, además, ¿cómo se supone que te llame con cariño? ¿Lys? ¿Ander? ¿Sander? —Arqueo una de mis cejas y él me mira con la nariz arrugada.

—Horribles —dice.

Niego con la cabeza.

—Mejor pongámonos manos a la obra o no terminaremos nunca.

—Vid, en serio no es necesario hacer todo esto. Este lugar me gusta tal y como está.

Me mira boquiabierto, casi sin poder creer lo que le acabo de soltar y deduzco por su expresión, que parece que lo he insultado con la peor grosería que pueda existir y casi tengo que agarrarlo para que no se desmaye.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now