Capítulo Cinco.

Beginne am Anfang
                                    

¡Maldito Blake!

—Iré por alguien. —Ian se acercó un poco a mi y habló con firmeza cerca de mi oído, —espérame un momento aquí, no te muevas.

Asentí y lo vi alejarse deprisa en medio de toda aquella marea de personas, después de un instante continué mirando todo a mi alrededor suspiré resignada. Ojalá pudiera convencer a Ian de que me diera el puesto de mesera en aquél nuevo bar, si él aceptaba, al final, ya no tendría porque irme a vivir con él a su apartamento, ya no tendría porque ser un estorbo o algo así, y, por ende, ya no tendría por qué depender de nadie que no fuese yo misma.

—Oye, muñeca. —Escuché de repente una voz que venía de mi lado izquierdo. —¿Quieres algo de beber? Yo invito.

Fijé mi mirada en un chico de cabello claros, el cual estaba muy cerca de mí, la gran sonrisa que estaba plasmada en sus labios debería de ser definida como; depredadora.

Él me estiró una de las copas que tenía en sus manos y enarcó una ceja pretendiendo retarme a que aceptara el vaso con el liquido marrón claro.

—Creo que paso. —Respondí lentamente.

—Es gratis, vamos. —Se acercó más, — ¿No vas a rechazarme verdad?

Yo conocía demasiado a los tipos de hombres como él, era joven, pero tenía demasiada experiencia con idiotas degenerados.

—Bien... —Fingí una sonrisa y eso le encantó a él.

—Ya sabía yo que no ibas a defraudarme.

Él estiró una mano de enseguida y con total confianza me ofreció la copa que tenía en su mano derecha, todo aquello lo hizo sin dejar de sonreír en un solo momento, él se veía muy emocionado, era como si hubiese acabado de ganarse la condenada lotería.

—Ten.

—Quiero la otra. —Murmuré con naturalidad.

—¿Ah?

—Está. —Me incliné hacia adelanté y tomé la copa que él tenía en su mano izquierda y sin pensarlo mucho, me la bebí en un solo y doloroso trago.

La mirada que él me regaló me hizo sonreír aun más, él no contaba con mi astucia, por supuesto que no... Pero lo que aquel idiota no sabía, era que en el pasado había cargado con muchas basuras como él.

—Fuerte. —Ronroneó lamiendo mis labios lentamente, —Vamos, bébete la tuya.

Lo alenté falsamente, él continuó mirándome como un retrasado mientras yo enarcaba una ceja.

—Ahora que lo pienso mucho mejor. —Murmuró incomodo dejando el trago en la barra—, será mejor que no beba, ahora debo conducir y...

—Vamos, tírame otra excusa. —Le susurré sonriendo. — Esa es muy típica.

—¿Qué...?

—¿Vas a beber o no? —Lo presioné.

—No, y no quiero.

—¿Por qué no?

—Porque no.

Sonreí y di un paso hacia él.

—¿Crees que soy estúpida? —Inquirí suavemente y lo vi tensarse, — dime que no crees que lo soy, porque si es así, me sentiré muy herida.

—Mejor me voy...

Él intentó alejarse, pero no se lo permití, crucé mi delgado cuerpo en su camino, si él había comenzado aquello, en algún momento debía terminarlo.

El arte de amar. Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt