Capítulo 4

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Habían pasado el primer día, Edgar, Jaime y Naiko se habían vuelto amigos aunque no sabían casi nada sobre ellos ya que ninguno quería hablar de porque estaban en Whittingham. Por su lado Nicolas y Bestia se mantenían en su pieza, Nicolas estos días estaba sufriendo diversos males. Primero había comenzado con una palidez -que era bastante notoria- y problemas para dormir, pero últimamente estaba teniendo muchas nauseas y una sudoración anormal. Bestia entendía muy bien porque estaba pasando su compañero, y mantener una abstinencia al alcohol sin ayuda profesional era difícil. Bestia intentaba ayudarlo en lo que más podía, le ponía trapos fríos en la frente y buscaba maneras de distraerlo pero Nicolás tenía cada vez síntomas más graves, se maldició internamente por todo lo que estaba pasando; por no poder ayudar a su amigo y porque el tuviera que sufrir esto. Al frente de esa habitación unos barbones hablaban sobre el lugar en el que se encontraban, esto realmente era un lugar donde los dejaban a su suerte, con suerte los alimentaban. Ninguno de los dos entendía como existía un lugar así en pleno siglo 21. Detuvieron su conversación al escuchar gritos que provenian del sector B, ambos decidieron ver que sucedía.


-¿Por qué me dejaron aquí?-gritaba el moreno desesperado, mientras observaba a su familia alejarse-

-Tu nos obligaste-dijo su madre susurrando, cada vez se veía más lejos-

-Perdónenme, prometo cambiar- gritaba el moreno al vacío, solo que el no lo sabía, sentía como lo retenían y no le permitían ir con su familia- Suéltenme, se que aún me quieren! -pataleaba Nicolas

-Calma amiguitions-escuchó una voz desconocida y puedo ver que a su lado se encontraban dos desconocidos, uno era alto, barbón y ruliento mientras el otro era algo más bajo, menor barbón pero también ruliento-

-¿Mi familia? Ellos estaban aquí -lloraba inconscientemente el moreno, creyendo que en verdad había estado con ellos-

-Calma, no había nadie cuando llegamos, debes haber alucinado o algo así- sonrió Edgar- a mi me pasa de vez en cuando

El moreno no estaba acostumbrado a cosas como esas, tenía miedo ¿se estaba volviendo loco? el no lo sabía y definitivamente no estaba preparado para lo que se aproximaba.

-¿Nico?- entró Bestia con unos paños mojados y observó con mala cara a ambos tipos de uniforme negro, esto no le olía para nada bien-


En el subterráneo se ocultaban los peores delitos de aquel lugar, aquellos delitos que Naiko y muchos más tenían que sufrir día a día, ni por ser de los primeros día del pequeño lo perdonaron... claro que no. No había compasión, los golpes iban y venían, sabiendo que aquellos "enfermos" no podrían defenderse, y no eran los del sector A ni B quienes abusaban de la debilidad de aquellos débiles humanos, eran los trabajadores del hospital. ¿Cómo describir que les hacían? No es fácil para mi decirles que nuestro pobre Naiko fue golpeado en su abdomen en reiteradas ocasiones, cuando cayó al suelo por el dolor y falta de aire no faltaron los desgraciados que aprovecharon de patearlo; los gritos eran acallados por el ruido del exterior, y las gruesas paredes de los cuartos. Antes de retirarse el último hombre de la habitación, tomó del cabello a el pequeño y lo obligó a mirarlo a los ojos.

-Nos veremos mañana cariño, espero te prepares- golpeó su cabeza fuertemente con el frío piso y lo dejó ahí, llorando-


Welcome To Hell- Jainico-Ednaiko-BeshohDonde viven las historias. Descúbrelo ahora