—Me gustaría que te quedaras —musito—. Que te quedaras a mi lado.

Seguramente ahora parezco cualquier cosa con las pestañas empapadas, los ojos hinchados y con los mocos bajándome como agua, pero no me importa.

—Volveré, Nathalia... volveré a tu lado, es una promesa y yo cumplo con ellas.

—Es que veo que tus ojos me dicen otra cosa —digo—. Aquí —señalo mi pecho—. Siento otra cosa.

Intuyo que no está siendo del todo sincero conmigo, que hay algo en sus ojos cada vez que me hace esa promesa. Parece que fuera una mentira, que solo trata de darme cierto tipo de paz y esperanza.

—¿De qué hablas? —Su rostro permanece inerte a cualquier gesto y solo me mira.

—De que no vas a volver como lo estás diciendo —un nudo se hace en mi garganta.

Se queda en silencio y me contempla por unos largos segundos, al parecer meditando lo que en realidad debe decirme. No soy tan estúpida, sé perfectamente cuando algo no está del todo bien, lo aprendí durante todo este tiempo. Con lo poco que llevo conociéndolo, he aprendido a leer ciertas cosas en su rostro y una de ellas son las mentiras. Daron no sabe mentir, no cuando algo le atormenta.

—No sé de qué hablas —murmura soltando mi mano.

Se incorpora en sus pies y yo hago lo mismo.

—¿Por qué les cuesta tanto sincerarse conmigo? —Pregunto—. No volverás, ¿no es así? Te irás para siempre. No trates de engañarme.

—No es así, Nathalia... —Lo interrumpo.

—Sí, lo es. No sabes mentir y estás ocultándome algo. Si no es eso, ¿qué es entonces?

El silencio se apodera de la habitación, mientras yo espero una respuesta de su parte, pero simplemente lo escucho soltar un suspiro y lo veo enterrar una de sus manos en sus ondas doradas y alborotadas.

—Simplemente pasaré un tiempo lejos de aquí, pero eso no quiere decir que no vaya a volver.

—Pero ya no puedes hacer eso conmigo.

—Porque tú estás evitándolo, cuando dejes de hacerlo entonces podré —vuelve a mirarme—. De todas maneras, me mantendré en contacto con tu amigo, no perderemos comunicación.

Para mí eso es lo mismo que no tener comunicación, pero, ¿por qué reclamo tanto si él a mí no me importa más que como amigo?

—Eso espero —digo con resignación—. ¿Cuándo te marchas?

—Ahora.

Una puñalada directa en el pecho.

La sangre se detiene en mis venas y mi respiración se pausa por unos segundos. Creí tener unos días más para verlo, para memorizar su rostro y tatuarme su mirada en el cerebro, pero en este preciso momento no será posible. Mi cerebro capta la señal y mis ojos se quedan fijos sobre su rostro, debo guardarlo en mis recuerdos, porque a pesar de todas sus palabras y promesas, siento algo muy en lo profundo de mí, que me dice que no volveré a verlo. No sé qué más decir, no tengo la menor idea de cómo despedirme, así que me acerco y le doy un abrazo apretado, él me lo devuelve de la misma manera, cierro los ojos para guardar el momento y la sensación que me causa.

—Espero que te vaya bien —susurro.

Él no dice nada, simplemente continúa abrazándome como si fuera la última ocasión que tiene para hacerlo, al menos eso es lo que presiente mi corazón y al igual que con Clya, quizá no estoy equivocada. Nos soltamos en silencio y salimos de la habitación.

Veo a Johnvid sentado en el sofá y alza la cabeza para mirarnos, papá está junto a él y se apresura a correr hacia mí para abrazarme e inspeccionarme.

—Llegó hace unos minutos —dice Vid.

—¿Estás bien? —Sus ojos marrones me miran con demasiada angustia.

—Sí —respondo—. Estoy bien, papá. No me ha pasado nada.

—¿Y esos golpes? —Inspecciona mi rostro.

—No es nada —digo y él vuelve a abrazarme.

—Bueno, yo tengo que irme —añade Daron.

La mirada de todos los presentes recae en él, incluyendo la mía.

—¿Tan pronto? —Inquiere Vid.

—Sí.

Los miro a ambos, porque Johnvid parece saber de qué está hablando Daron.

—¿Y la casa?

—Nathalia se quedará aquí, ahora vuelve a pertenecerle a su padre y a ella.

—¿Volverás? —Le pregunta el mago, pero el ángel no le responde—. Después de todo... espero que te vaya bien a dondequiera que vayas —pronuncia Johnvid.

—Gracias, pero no te molestes en fingir que esto no te alegra, Lysander.

Papá observa a Vid con desagrado. Johnvid se queda en silencio, mientras sus ojos azules contemplan fijamente a Daron, y luego se desvían para mirar los de mi padre. Mi entrecejo se junta al centro de mi frente, porque no comprendo las palabras de Daron hacia Vid; ¿por qué tendría él que alegrarse por su partida? Parecían ya no odiarse. Me guardo mis objeciones para otro día, porque la incomodidad se hace palpable.

—Hasta encontrarnos —susurra en mi oído y luego deposita un último beso cerca de mi oreja.

—Gracias por lo que has hecho —mi padre le extiende la mano y el ángel no duda en apretarla.

—No tienes que agradecerme, Lucas —dice y luego se acerca para susurrar algo en el oído de mi padre.

Papá lo acompaña a la puerta, mientras veo cómo se aleja. Mi rostro tiene esa expresión neutral y característica de mí, que no puedo describir.

Él se marcha y eso es todo.


━━━━━━━━━━━━ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now