Me quedo en silencio, mientras mis oídos sopesan sus palabras.

Han pasado meses desde que vi a Daron por primera vez. Con su llegada me enteré de que Johnvid no es el que yo creí conocer y, sobre todo, logré enterarme de donde provengo en realidad. Mi vida ha dado un giro sorprendente y ha dejado de ser insignificante como la creía. Sin embargo, sigo siendo una simple terrenal, una mortal rodeada de ángeles caídos, demonios, magos, una gemela que, resulta ser mi tía y no es una mala persona como pensé, o al menos eso quiero creer. Tengo un padre que realmente no es el mío y uno que ni siquiera es humano y al que no conozco. Pensar en él, solo me llena de tristeza, porque no se ha molestado en buscarme.

—¿Qué pasará ahora? —Cuestiono.

—Creí que Daron mandaría a Lyron al demonio aquí mismo, pero estoy sorprendida ante su respuesta —explica—. Por eso tengo su pluma, porque no permitiré que eso suceda.

—¿Le dijiste sobre la pluma de Lyron?

Mueve la cabeza de arriba hacia abajo, en un gesto de afirmación.

—Pensé que le entregarías la pluma a Daron.

—Decidí que era mejor conservarla, él también lo creyó.

—¿Cómo la usaremos en contra de Lyron?

Se queda pensando ante mi pregunta y luego dice:

—Tú solo llévame y has como que me vigilas. Veremos el show y que pasara a continuación. Improvisaré si es necesario.

Pensar que esto es solo una trampa por parte de ella y Lyron, me hace temblar. No se puede controlar la desconfianza, cuando estás asustada, pero también debo creer que no es así. Solo me queda asentir ante todo lo que ella dice y planea. Jamás se me habría podido ocurrir algo como esto. Tan improvisado, pero muy elaborado al mismo tiempo. No poseo las capacidades de una Néfilim, ni siquiera soy una y se supone que somos de la misma sangre. Esto es decepcionante.

Nos dirigimos al mismo lugar de entrada, donde Daron y Lyron se encuentran separados por una distancia prudente. Arrastro a Clya por el brazo. La tomo con fuerza, apretando lo más que puedo, ella no se inmuta por mi agarre, así que no reclama. Nos detenemos y entonces como si fuera la primera vez, contemplo el lugar con detenimiento, ahora que la intensidad del sol ha bajado. Un montón de árboles nos rodean, acompañados por los sonidos de la naturaleza.

Lyron y Daron se encuentran frente a frente, como si estuvieran en un duelo en el viejo oeste, pero lo cierto es que no es la escena. Tengo el presentimiento de que se desarrollara una pelea.

—Esto se acaba hoy —escucho que Clya susurra—. Sé que él nunca se fijará en mí como lo ha hecho Daron contigo —entonces rápidamente vuelvo mis ojos hacia su rostro—. Es alguien frío, calculador, manipulador y sin ningún tacto —sus ojos se humedecen, pero no suelta lágrima alguna.

Siento que la tristeza me invade al escucharla. Ahora entiendo por qué lo ha estado ayudando.

—Debí haber aprendido la lección desde hace años, pero veme aquí —me mira a los ojos.

—¿De qué hablas?

—Si Daron llama a Cialac, y ese hijo de perra no le da lo que Lyron quiere de él, nos va a matar. Estoy segura de eso —murmura, sin quitar la vista de enfrente.

—Lo escuché decir que no te lastimaría —digo muy por lo bajo.

—Claro que lo hará, hará lo que sea para joder a mi padre. Aunque dudo mucho que le importe mi vida.

—Eres su hija, ¿por qué no le importaría tu vida?

—Soy una Néfilim, una aberración, Nathalia. No nací siendo un ángel y eso prácticamente es una condena. ¿Crees que, si un caído no tiene sentimientos, un arcángel engreído como Cialac sí?

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now