Persecución

3.3K 4 0
                                    

                                                          (Persecución)

No fue hasta que entró en el automóvil que lo vio, le pareció raro ver un coche negro aparcado en doble fila frente a la clínica. Además no le parecía conocido. Colocaba los espejos retrovisores Antonia, esperando tener mayor visibilidad y ver si reconocía al supuesto conductor del coche negro. Más no le fue posible, los cristales eran de esos tintados en negro y no se podía ver el interior.

Arrancó el auto,  Antonia. Aunque no muy convencida. Se rebuscó en el bolso, buscando el móvil, al final lo encontró y marcó un numero, un sólo numero. El de Marcelo, su marido. Después de sonar unos segundos, se escuchó una voz, harto conocida para ella  ―”Sí, ¿quién es? Preguntó Marcelo.

― ¡cielo, soy yo! ¿Es que no miras el número antes de descolgar el teléfono?

―Pues... La verdad es que no, chatina,  ―se rió Marcelo. Ya sabes tú que soy un desastre para estas cosas... Se quejó, sonriendo para sí,  ―Marcelo.

― ¡Desastre no, un dejado, eso es lo que eres y un día te llevaras un disgusto!  ―”un, cielos acordó de pronto Antonia de que, llamaba a Marcelo por “algo” y no para darle bronca. _ ¡Escúchame y no me interrumpas amor! Voy para casa, no tardaré mucho pero, estoy preocupada... no sé por qué ni quien es pero, me están siguiendo... ―Al otro lado del teléfono Marcelo escuchaba preocupado pero, sin interrumpir.  ―Quiero que estés atento a mi llegada amor.  ―Proseguía hablando Antonia, realmente preocupada  ―Si ves que tardo más de 30 minutos, no dudes... ¡Avisa a la policía y corre a buscarme ! ―Seguramente será una tontería mía pero... Prefiero prevenirte.

―Antonia, mientras hablaba no dejaba de observar los movimientos del coche persecutor que, ciertamente, seguía todos sus movimientos a pocos metros de ella, parecía que, el que lo conducía, no parecía importarle que supiese que la seguía...

― ¡No se te ocurra hacer ninguna tontería cielo!  ―Gritaba desde el otro lado Marcelo.

―No, tranquilo cariño que no soy ninguna heroína. ―Tranquilizó Antonia a Marcelo. ¿díme amor, sigues la ruta de siempre, no cambiaste verdad ? ―Preguntó preocupado.

_ ¡Sí, amor la misma de siempre y a toda leche!  ―No voy a parar ni a echar gasolina, tengo Justo para llegar a casa, esta mañana no quise echar por desgana y fíjate que show ahora, no puedo (ni quiero)  ―Decía sarcástica Antonia.  ―Con un miedo que, los pies le temblaban al pisar el pedal del acelerador.

― ¡Ni se te ocurra te! voy a seguir tu misma ruta pero al revés, nos encontraremos, sobre seguro por la calle San Ramón. ¿Ahora deberías estar entrando a la autovía, cierto amor?

―”Sí, cielo, justo acabo de coger el desvió que me lleva a ella  ― ¡Y este sigue detrás mío! ¡Amor! , Gritó ― ¡ya no hay duda... me están siguiendo!  ―Gritó, al ver al coche negro coger el mismo desvió. A través del teléfono Antonia. ― ¡Cielo!  ―Gritó a través del auricular del teléfono. Marcelo. Ya  estoy en el coche y voy en tu busca, sigue ¡y no pares por el amor de Dios...! ―decía con una angustia que ya no podía esconder, Marcelo.

―De pronto a Marcelo le pareció escuchar un rechinar de frenos y cristales rotos y... La voz de Antonia en un grito de desesperación. Después... se cortó todo sonido como si, Antonia, hubiera apagado el móvil...

Mientras Antonia, intentaba dominar el coche y al hacerlo, no tuvo otra opción que tirar el móvil al  asiento del copiloto y centrarse en la conducción. El golpe fue terrible, su persecutor la había embestido, de repente, sin que ella hubiera podido reaccionar, Dándole un golpe por el lado izquierdo de su coche. Antonia mientras hablaba, se distrajo los segundos suficientes para que, quien la perseguía se acercara y la embistiera, dándole con su parte delantera derecha. Antonia al estar desprevenida, no tuvo otra opción que agarrar el volante con las dos manos, intentando dominar su automóvil pero, ya fue tarde, el coche se salió de la autovía, justo cuando pasaban por encima del puente...Y voló al menos veinte metros antes de parar e irse al fondo.

Un coche negro paró al lado de la barandilla rota por el impacto y de él se bajó un hombre. Llevaba gafas de sol y vestía todo de negro. ¿Sin duda la mejor manera de no llamar la atención?

NO HAY DÍAS SIN HORAS    <El cielo fue testigo>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora